Blanca Collazos y Luis González*
El auge de las técnicas de extracción de los hidrocarburos no convencionales y la polémica causada por sus repercusiones medioambientales han popularizado los términos shale gas y shale oil. A pesar de que las publicaciones especializadas españolas se empeñan en utilizarlos mayoritariamente en inglés, no parece haber ninguna razón para no utilizar sus equivalentes gas de esquisto y petróleo de esquisto.
Hace ahora un año la Comisión Nacional de Energía publicó un número de EnerLit, Boletín Trimestral de Información Bibliográfica sobre Energía, titulado «Especial Shale Gas». En esta publicación solo aparece la traducción de ambos términos cuando se menciona la Resolución del Parlamento Europeo, de 21 de noviembre de 2012, sobre aspectos industriales, energéticos y otros del gas y del petróleo de esquisto. Llama la atención que la Comisión Nacional de Energía utilice ahora los términos ingleses cuando en 2010, en una ponencia de su Subdirector de Transporte, Distribución y Calidad de Servicio de Gas titulada «La producción de gas natural no convencional y su impacto económico en los mercados de gas», se hablaba de «gas en esquistos» y se definía así: «Gas natural que se encuentra en yacimientos compuestos predominantemente por esquistos o pizarras (una roca sedimentaria de grano que se fractura fácilmente en láminas finas y paralelas)».
El shale oil es, según una presentación realizada en la Academia de Ingeniería1, el «crudo producido en lutitas/pizarras con un alto porcentaje de materia orgánica (kerógeno) que ha alcanzado la ventana de generación de petróleo». Pues bien, no hay necesidad de utilizar el préstamo: a esto se le puede denominar técnicamente en español «petróleo de esquisto».
Los especialistas, que han combatido el uso de fracking y divulgado su traducción española fracturación (hidráulica), parecen ser remisos, sin embargo, a utilizar «gas de esquisto» y «petróleo de esquisto». Para disipar cualquier posible duda al respecto, el Comité de Terminología del Instituto de la Ingeniería de España nos confirmaba recientemente que ambos términos españoles son correctos y, por ello, los hemos incluido en nuestra base de datos IATE.
*Blanca Collazos y Luis González son traductores de la Comisión Europea y colaboradores de Punto y Coma