Los sueños, a veces, se convierten en realidad, y, cuando es así, nos manifestamos con una gratitud que nos promete cambios y mejoras con una sensación de poderío.
Nos sucede, en ocasiones, que esos milagros con los que nos movimos nos permiten de nuevo que los esfuerzos ganen enteros. Son oportunidades que defendemos cuando la actitud es tan clara como firme.
Entonces, nos debemos aprovechar, como consejo humilde, de la generosidad del destino y de aquellos que comparten lo óptimo de sí mismos.
La vida se compone de momentos sólidos y de otros que se diluyen con el compromiso real y firme de avanzar con reglas de oro.
Nos debemos a las caricias, a los menesteres de los que nos aman. No seamos entre sensaciones de hastío o de lejanía. Importemos con hechos.
Las sugerencias colaborativas nos han de portar a la misión de lo posible, que nos dará hermosura y suavidad. Corramos hacia el propósito que nos enmienda.
Hemos recogido ya el equipaje para dejarnos elucubrar lo que será, que se presentará como mucho, como bastante, como medicinal, y por eso vamos y vamos sin cesar.