Solidaridad con el diario turco Cumhuriyet

El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ en sus siglas en inglés) entregó el Premio Internacional de Libertad de Prensa a cuatro periodistas internacionales el pasado martes 22 de noviembre en Nueva York, entre ellos al director del diario turco Cumhuriyet, Can Dündar.

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Can Dundar haciendo declaraciones en el acto de entrega del premio del CPJ en Nueva York.

Fueron premiados también el periodista de investigación de la revista digital de noticias El Faro en El Salvador, Óscar Martínez, quien ha recibido amenazas por su trabajo informativo sobre la violencia de las pandillas y las ejecuciones extrajudiciales en su país; la periodista independiente de la India Malini Subramaniam.

Otro premiado fue el fotoperiodista egipcio Mahmoud Abou Zeid, alias ‘Shawkan’, actualmente en prisión y que está apadrinado por la sección española de Reporteros sin Fronteras. Fue detenido en 2013 cuando fotografiaba la violenta represión de las fuerzas de seguridad en las protestas callejeras de El Cairo.

En el acto, el turco Can Dündar alzó la portada de su periódico, Cumhuriyet, en la que rezaba la frase ‘No nos rendiremos’, pese a que el rotativo se enfrenta a decenas de investigaciones penales y cargos en represalia por su trabajo, lo que precedió a un largo aplauso del público.

Dündar pasó 92 días en prisión por cargos relacionados con la revelación de secretos de Estado, debido a sus artículos sobre la venta de armas por parte de Turquía a grupos de la oposición en Siria.

Dündar ha sido nombrado Ciudadano de Honor de París, fue nominado al Premio Sájarov de la Unión Europea este año y recibió junto al redactor jefe del periódico Cumhuriyet en Ankara, Erdem Gül el Premio para la Libertad y el Futuro de los Medios otorgado por el European Centre for Press and Media Freedom (Ecpmf)

Por su parte, la periodista Lynsey Addario llamó a los asistentes a hacerse una foto con sus teléfonos móviles y a compartirla en las redes sociales con el hashtag ‘Free Shawkan’, en solidaridad con el reportero egipcio, que tiene pendiente su juicio para el próximo sábado 10 de diciembre.

El acto del CPJ se celebró en el gran salón del hotel Waldorf-Astoria de Nueva York, acogió a más de 800 personas y tuvo como maestro de ceremonias al presidente de la CNN, Jeff Zucker, quien recordó a los asistentes que «nunca antes ha habido una época más peligrosa para ser periodista que la que vivimos hoy».

Por otra parte, la redacción de Cumhuriyet, publicó el pasado 15 de noviembre un manifiesto reproducido en Alemania por más de 30 diarios y que ahora ha sido traducido al castellano:

Del ramo que lleva en sus manos, va sacando claveles rojos y colocándolos de uno en uno en cada escritorio de la redacción. En medio del desorden, le preguntamos qué pasa. «Soy un antiguo trabajador del Cumhuriyet, por vuestra ética he traído flores», dice. Reparte los claveles en silencio y desaparece.

Entre tanto, la redacción del diario Cumhuriyet, situada en el distrito Sisli de Estambul, se asemeja a un nido de abejas. Es 2 de noviembre de 2016, tres días después de que trece de nuestros periodistas y gerentes hayan sido arrestados. El resto del equipo intentamos estar tranquilos y mantener la calma. Se trata de sacar un periódico con independencia de cuantos colegas hayan encarcelado. No tenemos otra alternativa que continuar con nuestra profesión. Porque Cumhuriyet es un periódico y quienes trabajamos aquí somos periodistas.

Pero todos estamos tristes y preocupados y nos viene a la memoria el titular que sacamos aquel día: «No nos rendimos». Debido al estado de emergencia decretado después del intento de golpe de estado del pasado 15 de julio, no hemos vuelto a saber de nuestros colegas arrestados. El fiscal ha decretado un plazo de cinco días hasta que puedan hablar con un abogado. Todos nos preguntamos lo mismo: «Qué va a suceder ahora?». Quizás debamos recordar lo que ha sucedido y por qué ha sucedido.

¿Qué ha sucedido?

Todo comenzó en la mañana del 31 de octubre de 2016, con una llamada de nuestro redactor jefe, Murat Sabuncu. A las siete de la mañana, se puso en contacto con el jefe de servicio y le dijo: «Amigo mío, me llevan con ellos». No era extraño que Sabuncu, al que muchos redactores no superan en energía, llamara a esa hora. De entrada, todos pensaron que quería gastar una broma. Pero, con independencia de lo optimistas que queramos seguir siendo, la realidad en Turquía se ha vuelto entretanto tan trágica, y ya no permite bromas de este tipo. La policía registró la casa de Murat Sabuncu y lo detuvo. A su llamada pronto siguieron otras. Nuestros teléfonos comenzaron a sonar sin descanso.

Fueron sacados de sus casas los periodistas de Cumhuriyet Aydn Engin, Hikmet Çetinkaya y Hakan Kara; nuestro ombudsmann, Güray Öz; los directivos de la Fundación Cumhuriyet Bülent Utku y Mustafa Kemal Güngör; nuestro antiguo responsable financiero Bülent Yener y su sucesor, Günseli Özaltay; el gerente de nuestro suplemento editorial, Turhan Günay. Además, registraron la casa de Orhan Erinç, presidente de la Fundación Cumhuriyet.

Un periódico de 93 años

Los trabajadores nos reunimos enseguida en nuestra casa. Ya en las primeras conversaciones nos dimos cuenta de que la operación contra Cumhuriyet a nadie le había pillado realmente por sorpresa. El Gobierno quiere hacer callar a todo aquel que le contradiga, y, como hemos podido ir constatando desde hace tiempo, también a nuestro periódico.

Pero jamás quisimos imaginar que un periódico como Cumhuriyet, cuya creación hace 93 años contó con el patrocinio del fundador de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk, un periódico que en el pasado fue perseguido tras cada golpe de estado por ser de «izquierdas», un periódico comprometido con la democracia, el laicismo, el estado de derecho, los derechos humanos y la libertad de expresión, que cumple las normas internacionales del periodismo, pudiera llegar a estar bajo tal presión.

El intento de golpe del 15 de julio

Explicarle a alguien en el extranjero lo que pasó en Turquía el 15 de julio no es tarea fácil. Resumiendo: en nuestra opinión, la organización religiosa de Fethullah-Gülen, que está en lucha por el poder con el AKP desde 2013, quería derrocar al Gobierno por medio de un golpe de Estado. Ante esto, el país entero se levantó para proteger a sus representantes electos. Personas de todos los estratos se unieron y se manifestaron en las calles en favor de la democracia. Así se paró el golpe. Y acto seguido se decretó el estado de emergencia.

Miles de personas fueron arrestadas por estar presuntamente relacionadas con la organización Gülen.

Cumhuriyet había levantado la voz contra la injusticia y se había esforzado en hacer periodismo en el marco de las normas universales. Pero de pronto, tanto miembros de la dirección de la Fundación como periodistas del diario, eran acusados de actuar por encargo de la organización Gülen y del PKK. Finalmente, el viernes [11-11-2016], fue arrestado nuestro editor Akn Atalay a su vuelta de Alemania.

Las acusaciones contra Cumhuriyet

A pesar de todo, desde el día siguiente al arresto de nuestros gerentes y periodistas, no hemos dejado de hacer buen periodismo y de seguir publicando un buen periódico.

«Tenemos que hacer un buen periódico», nos dijimos en la primera reunión de la redacción después del arresto. En mitad de esa reunión sonó el teléfono del columnista y consejero Kadri Gürsel. Su casa también estaba siendo registrada. Abandonó inmediatamente la reunión y fue arrestado más tarde. Esto tampoco nos distrajo de nuestro trabajo. Y tampoco nadie pudo impedir que nuestro caricaturista Musa Kart y nuestro directivo Önder Çelik se presentaran en comisaría voluntariamente, sin dudarlo, nada más saber que existía una orden de detención contra ellos.

También a ellos los acusaban de haber cometido delitos en nombre de la organización Gülen y del PKK. En realidad, Cumhuriyet es uno de los pocos periódicos que han alertado del peligro de que la organización Gülen se infiltrara en la policía y en la justicia con el objetivo de tomar el control de la República y convertir Turquía en un Estado islámico. Además, Cumhuriyet es uno de los pocos periódicos que defiende los derechos de los kurdos, que critica continuamente al PKK y que rechaza cualquier tipo de violencia. Pero todo este pasado ya no cuenta y toda la culpa recae ahora sobre Cumhuriyet.

El Fiscal acusado

Debido al estado de emergencia y a pesar de todos nuestros esfuerzos jurídicos, no hemos sabido nada de nuestros trece colegas durante cuatro días. Pero la verdad tiene por costumbre salir a la luz. Y así resultó, una vez más, que fue un periodista quien destapó que el fiscal que había intervenido en el sumario contra Cumhuriyet, estaba imputado en un proceso contra Gülen. Este es un ejemplo de lo esencial que resulta el trabajo de los periodistas.

El hecho de que, un fiscal acusado de ser miembro de la organización Gülen ejerciera la acusación, debería bastar para interrumpir el proceso. Al menos sería así si viviéramos en otro país. Pero el ministro de Justicia lo calificó de mero «contratiempo». Al Ministerio ni siquiera se le planteó la idea de retirar al fiscal del caso. No, no se rían, esto es lo que le ha sucedido a Cumhuriyet, no es parte de una comedia negra.

Culpables de ser periodistas

De los trece amigos que fueron llevados ante los tribunales el 5 de noviembre, cuatro fueron absueltos. El hecho de que nada más puestos en libertad, a las cuatro de la mañana, acudieran a la redacción donde les esperaban sus colegas para recibirlos, demuestra lo ligados que estamos a nuestra profesión.

Pero en Turquía no hay alegría sin castigo. El resto de nuestros compañeros fueron interrogados por un juez desde la noche del viernes hasta la mañana de sábado en el Palacio de Justicia más grande de Europa, en el Palacio Çalayan. Finalmente, fueron arrestados y llevados a Silivri, de la que se dice que es la prisión más grande de Europa. Y así se ha elevado a 142 el número de periodistas encarcelados en Turquía.

Por medio de los periodistas absueltos hemos conocido lo que el fiscal quería saber: «¿Por qué habéis publicado una noticia así?», «¿Por qué habéis elegido esos titulares?». «¿Por qué lo habéis resaltado?». El fiscal nos culpaba, por tanto, de no ser otra cosa que periodistas. Las palabras del politólogo John Keane resumen nuestra situación: «Algunos no quieren que ciertas cosas se publiquen en cualquier sitio. A estas cosas se las llama noticias.»

Solidaridad, que bella eres

Nuestros abogados consiguieron visitar a nuestros colegas encarcelados al décimo día. Así supimos cuál era su mayor preocupación: cómo nos había ido a los demás en el periódico.
Realmente, habíamos vivido días memorables. Nada más saberse de la operación contra nosotros, una muchedumbre se presentó en nuestra central en Estambul y en nuestra sede de Ankara: políticos, académicos, sindicalistas, organizaciones no gubernamentales, estudiantes, periodistas, artistas, colegios profesionales, medios de comunicación de todo el mundo, asociaciones internacionales de periodistas y, lo más importante, nuestros lectores. Mayores, niños, mujeres, hombres.

Estas visitas se siguen sucediendo sin interrupción. Quienes nos vienen a ver nos muestran sus preocupaciones y nos transmiten sus esperanzas. Algunos nos traen café, galletas, sándwiches, bizcochos, chocolate, frutas, flores y vitaminas para que nos mantengamos firmes y no nos derrumbemos. Nuestros simpatizantes quieren llenar nuestros estómagos, y no saben que sus visitas y su apoyo alimentan nuestros corazones, nuestras almas y nuestra resistencia.

Los estudiantes que trabajan por las tardes en la sede de nuestro periódico y que, por las mañanas, van a sus exámenes, son la garantía de que la vida continúa. El señor Hüseyin, ciego de unos 50 años, que no abandona nuestro Cumhuriyet desde hace días, es la garantía de que nuestra confianza en el periodismo es inquebrantable y que nuestra resistencia tendrá éxito. La información de nuestros compañeros en prisión —«Estamos bien, procurad seguir bien»— es la garantía de que venceremos en nuestra profesión, venceremos en el periodismo. Los colegas que se reunieron ya el primer día, organizados en una suerte de guardianes de Cumhuriyet, son la garantía de la libertad de expresión.

Los músicos que cada tarde convierten nuestro jardín en una sala de conciertos, son nuestra garantía de felicidad,

Solo nos falta una cosa

Solo nos falta una garantía: la libertad de prensa. Nosotros, ciudadanos de este país, necesitamos libertad de expresión y de prensa, a lo que ningún país democrático puede renunciar. Debemos ser simplemente periodistas para poder realizar tranquilamente nuestro trabajo. Debemos ser la voz de quienes no la tienen, debemos contar y transcribir los hechos. Nuestro trabajo es difícil, la presión es grande, las amenazas serias. Pero nada de esto nos detendrá.

El mensaje enviado desde la cárcel por nuestro redactor jefe, Murat Suncu, que ha empañado nuestros ojos, es la máxima de cada uno de los que trabajamos en Cumhuriyet: «Solo nos doblegaremos ante nuestro pueblo y nuestros lectores».

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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