Temporeros mexicanos en EE. UU. padecerán más precariedad por el coronavirus

La pandemia de COVID-19 en Estados Unidos, país que se ha convertido en el mayor foco infeccioso mundial, amenaza con agravar las precarias condiciones en que miles de campesinos temporeros mexicanos se trasladan a los campos del vecino del norte a cultivar alimentos, informa Emilio Godoy (IPS).

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Una jornalera mexicana atiende las vides en un viñedo de California. Este es uno de los estados de Estados Unidos que tradicionalmente utiliza más trabajadores del vecino país de sur en sus labores agrícolas y que ahora urgió a Donald Trump a facilitar la llegada de temporeros mexicanos ante la amenaza de perder cosechas. Foto: IPS | Kau Sirenio / En el Camino

Expuestos año tras año a cobros ilícitos por gastos de visado, transporte y alojamiento; explotación laboral, falta de acceso a servicios básicos y vivienda insalubre, los temporeros mexicanos se enfrentan este 2020 al riesgo de contagio, empujados por la pobreza en sus localidades de origen.

Evy Peña, directora de Comunicaciones y Desarrollo del no gubernamental Centro de los Derechos del Migrante (CDM), señaló a IPS desde la ciudad de Monterrey (Nuevo Léon) que la pandemia acrecienta la persistente violación de derechos de los migrantes temporeros.

«Los programas de visado temporal están llenos de abusos desde que los trabajadores son reclutados en sus comunidades. Sufren fraude, les ofrecen trabajos que ni siquiera existen en Estados Unidos. Es un diseño perverso, una manera en la que los reclutadores y empleadores tienen todo el control. Hay fallas sistémicas que ahora serán más evidentes», dijo la activista.

En 1943, Estados Unidos instituyó las visas H2 para trabajadores extranjeros sin calificación y en la década de los años ochenta estableció las categorías H-2A para el campo y 2B para otras labores, como jardinería, construcción y personal hotelero.

En 2019, Washington, que ya los declaró «esenciales» para su economía, concedió 191 171 visas H-2A y 73 557 H-2B a trabajadores mexicanos y en enero y febrero de este año había entregado 27 058 y 6238, respectivamente.

Confluencia de dos urgencias

Ahora, los dos países negocian el envío de miles de jornaleros agrícolas dentro o fuera del esquema H2, a partir de este mismo mes, para salvar las cosechas estadounidenses y para lo cual el gobierno mexicano ha sondeado a expertos para conocer la viabilidad del plan, según investigó IPS.

Los migrantes provendrían de los Estados de Michoacán, Oaxaca, Zacatecas y los fronterizos, y con el plan, el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador quedaría bien con su homólogo derechista, Donald Trump, generaría empleo para campesinos en medio de un huracán económico y favorecería el envío de remesas a las áreas rurales.

Por su parte, Trump, forzado por una mayor necesidad de brazos en el campo ante la pandemia y presionado por los empresarios agrícolas, se desdijo de su política antiinmigrantes y el 1 de abril de 2020 llamó para que lleguen los jornaleros mexicanos: «queremos que vengan… Han estado ahí años y años, y he dado mi palabra a los granjeros: van a continuar viniendo», dijo.

Las autoridades estadounidenses pueden extender las visas H-2A hasta por un año y el periodo máximo de permanencia es de tres. Luego de ese lapso, el portador debe permanecer fuera del territorio estadounidense al menos tres meses para reingresar con ese mismo permiso.

El 15 de abril, Washington anunció que excepcionalmente permitirá que los jornaleros cambien de empleador, aunque el esquema actual lo prohíbe, y puedan quedarse más de tres años.

Los empleos más numerosos recaen en la cosecha de frutas, el trabajo agrícola general, como sembrar y cosechar, y también en las plantaciones de tabaco, según el Departamento del Trabajo de EE. UU.

Los jornaleros, tradicionalmente, provienen de estados mexicanos agrícolas y fronterizos y sus principales destinos son territorios donde domina la actividad agropecuaria y con déficit temporal o permanente de personal.

Problemas de distanciamiento social

Jeremy McLean, gerente de Política de la no gubernamental Justice in Motion (justicia en movimiento), con sede en Nueva York, mostró preocupación por las condiciones en las que trabajan los migrantes.

Tal y como funciona el esquema, «no va a ser nada fácil seguir recomendaciones de distanciamiento social. Van a llegar cientos de miles de personas y no pueden seguir esas recomendaciones y se van a poner en peligro, puede ser otro momento de infecciones y transmisiones», alertó a IPS.

«Esa población no cuenta con servicios y seguro médico. Si se llega a contagiar en un lugar aislado, ¿que ayuda pueden recibir?», planteó desde Nueva York.

El 26 de marzo, la embajada estadounidense en México informó que procesaría sin entrevista personal las aplicaciones de los interesados cuyas visas caducaron en los dos años previos o que no la hubieran recibido en ese lapso, ante la presión de la agroindustria estadounidense.

Atrapados y sin salida

La odisea de los trabajadores comienza en México, donde son reclutados por contratistas individuales –trabajadores o antiguos trabajadores de un patrón estadounidense, colegas, parientes o amigos, en sus comunidades de origen– o por agencias privadas estadounidenses.

Si bien el artículo 28 de la mexicana Ley Federal del Trabajo, vigente desde 1970 y reformada en 2019, regula la prestación de servicios de trabajadores contratados dentro de México para labores en el extranjero, no se cumple.

Esa norma obliga al registro de los contratos ante las autoridades laborales, el depósito de una fianza para garantizar su cumplimiento, la responsabilidad del contratista extranjero de asumir gastos de transporte, repatriación, alimentación del trabajador y de inmigración, así como pago del salario íntegro, indemnización por riesgos laborales y acceso a vivienda adecuada.

Además, el trabajador mexicano tendrá derecho a las prestaciones de seguridad social para extranjeros en el país donde este ofrezca sus servicios.

Si bien el Gobierno mexicano podría recurrir a la aplicación del artículo 28 de la ley para resguardar los derechos de los migrantes circulares (que entran y salen de Estados Unidos dentro del programa de visas), se ha negado a aplicarlo.

En su reporte reciente «Tiempo de reforma: abuso de las y los trabajadores agrícolas en el programa de visa H-2A», la organización CDM, que trabaja binacionalmente, revela que los jornaleros sufren coerción económica, cobros indebidos, fraude, condiciones inseguras, discriminación y acoso, en un esquema de trata de personas.

Reclutamiento sin control

Para Mayela Blanco, investigadora del no gubernamental Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública, el problema es la falta de inspección sobre reclutadores y agencias.

«En México sigue habiendo muchos vacíos en los mecanismos de vigilancia e inspección del reclutamiento. Sigue habiendo fraudes. ¿Cada cuánto tiempo inspeccionan? ¿Cómo garantizan que funcionan bien?», cuestionó a IPS.

En el país están registradas 433 agencias de colocación, distribuidas en diferentes estados, según datos del Servicio Nacional de Empleo. Para traslado de mano de obra al extranjero, funcionan nueve, cifra pequeña al considerar las miles de visas emitidas en 2019.

Por su parte, el Departamento de Trabajo estadounidense reporta 239 reclutadores autorizados en esa nación y que trabajan para un puñado de empresas estadounidenses.

Datos obtenidos por IPS indican que la Secretaría del Trabajo solo efectuó 91 inspecciones en nueve estados durante 2009 y 2019 e impuso doce multas por unos 153 000 dólares. A algún Estado con alto nivel de jornaleros migrantes no hubo visitas.

Además, los registros del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje no contienen demandas laborales por quebranto al citado artículo veintiocho.

México forma parte del Convenio 96 sobre las Agencias Retribuidas de Colocación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que violaría por los incumplimientos con los trabajadores temporales.

Peña subrayó que persiste un vacío entre Estados Unidos y México en protección laboral y los trabajadores quedan desamparados por esa brecha.

«Países como México ven los visados temporales como una solución a la migración laboral y permiten la explotación de sus ciudadanos. El programa H2 es de migración laboral y a los gobiernos se les olvida que necesitan soluciones bilaterales», planteó.

Ante la pandemia y sus riesgos, 37 organizaciones pidieron el 25 de marzo al Gobierno estadounidense vivienda adecuada con instalaciones para cuarentenas, transporte seguro, pruebas para los trabajadores antes de llegar a Estados Unidos, distanciamiento físico  en las granjas y tratamiento pagado para los infectados.

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