Los incendios en Galicia, Asturias, León, Salamanca, Zamora, Cantabria y Portugal han hecho que varias organizaciones ecologistas denuncien una vez más la falta de previsión y de recursos para luchar contra el cambio climático de esas zonas que antes siempre procuraban la lluvia.
Galicia se calcina año tras año y los recursos para apagar fuegos no parecen ser los necesarios. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, despidió a 436 brigadistas pero parece ser que esta no es una razón para que el fuego se apagara antes. La campaña de verano finalizó en septiembre y a pesar de mantener un riesgo de alerta por incendios debido a la sequía, el presidente obvió contratarles de nuevo. Una contradicción habida cuenta de sus declaraciones en torno a su exposición acerca del cambio climático en Galicia.
Los brigadistas no se callaron y se concentraron en la sede de Montes en Santiago de Compostela para denunciar la falta de efectivos de lucha contra el fuego por la decisión de la empresa pública Seaga, de no prorrogar sus contratos. «Otra política forestal es posible, Seaga Solución» rezaban las pancartas o «Arde el monte y la Xunta no responde», decían otras.
La Xunta ante el desastre natural que ha acontecido habla de terrorismo incendiatio, de atentar contra el monte para explotarlo de nuevo. Atacar indiscriminadamente y no paran de hacer daño apunta Núñez Feijóo. El resultado es que son 105 incendios activos de los que 38 están controlados y con 15 zonas en situación de alerta con peligro para personas y viviendas. Seis en Pontevedra, cinco en Lugo y cuatro en Orense.
Desde Ecologistas en Acción, aseguran que la politica forestal y el deterioro del cambio climático son factores clave en los incendios y piden priorizar la investigación de los incendios para conocer las verdaderas causas de los mismos. No están siendo probadas las tramas organizadas y eso, si se dice hay que demostrarlo. Tampoco se habla del cultivo del eucalipto que sugiere un replanteamiento de la gestión forestal de los montes que paulatinamente están siedo repoblados de pinar y eucaliptos hacia las formaciones autóctonas.
Buena parte de los incendios han sido posteriormente la causa de las sucesivas reforestaciones con especies pirófitas que favorecen grandes incendios. Además se deberían fragmentar los extensos cultivos propensos al fuego mediante rodales de vegetación resistente con árboles caducifolios autóctonos, tales como robles, castaños, encinas o alcornoques, que se regeneran bien tras los incendios.