Trabajadoras domésticas: juntas para poner la casa en orden

«Nos reunimos para sumar fuerzas y ser escuchadas, pues queremos hablar por nosotras mismas», explicó la peruana Ernestina Ochoa al finalizar en la capital uruguaya el congreso fundacional de la Federación Mundial de Trabajadoras y Trabajadores Domésticos, al que asistieron líderes sindicales de unos 50 países, informa Inés Acosta (IPS) desde Montevideo.

Paulina-Ernestina-Petra-Uruguay_Victoria-Rodríguez-IPS Trabajadoras domésticas: juntas para poner la casa en orden
Paulina Nuza, Ernestina Ochoa y Petra Ermillo Martínez (de izquierda a derecha) analizan los temas discutidos en el congreso de mundial de trabajadores y trabajadoras del hogar en Montevideo. Crédito: Victoria Rodríguez/IPS

La elección de Uruguay para este encuentro clave, que se desarrolló del sábado 26 al lunes 28 de octubre de 2013, se sustentó en que fue el primer país en ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que establece para este sector derechos laborales fundamentales que la gran mayoría de las veces no son tenidos en cuenta.

A pesar de este avance, todavía queda mucho por hacer en este y en otros países de América Latina, donde, si bien existen leyes laborales nacionales, aún cuesta lograr que se cumplan. En Asia y Medio Oriente la situación es mucho más crítica.

«Por muchos años solo hablaron por nosotras las organizaciones no gubernamentales, a través de estudios e investigaciones que nos invisibilizaban, pero el trabajo de hormiga lo hemos hecho las empleadas del hogar y nuestros sindicatos», indicó Ochoa, vicepresidenta de la Fundación, como pasó a denominarse desde esta reunión la Red Mundial de Trabajadoras y Trabajadores Domésticos (IDWN, por sus siglas en inglés).

«Ahora hemos dicho: ‘Basta ya, fundemos una federación grande que nos una y nos articule, hagamos cosas en conjunto para organizarnos, defender nuestros derechos, formar sindicatos, mejorar las leyes y también para ayudar a los países en los que no existen normativas al respecto, empoderar a las trabajadoras del hogar, formar líderes y tener voz frente a gobiernos y empleadores'», agregó en entrevista con IPS.

La primera reunión mundial de trabajadoras domésticas se celebró en 2006 en Amsterdam, cuando se fundó la IDWN, que actualmente reúne a 87 países, con el propósito de luchar para que se adopte el «Convenio sobre trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos (C-189)».

En ese entonces, contó Ochoa, no sabían cuánto iban a crecer y en qué se iban a convertir. En ese sentido consideró que era necesario crear una federación para lograr independencia, sobre todo para las negociaciones con organismos mundiales: «Este es un proceso nuevo para muchas que están acá y han venido con esas expectativas de ver qué es esto y qué va a pasar», señaló.

En muchos países latinoamericanos, como Uruguay, se aprecian avances, pero en la gran mayoría ni siquiera cuentan con leyes, lamentó la dirigente peruana.

El C-189, que entró en vigor en septiembre, «establece los primeros estándares globales para los más de 50 millones de empleados del sector en el mundo, la gran mayoría mujeres y niñas, muchas de ellas inmigrantes», según el informe «Reivindicar los derechos: Movimientos de los trabajadores del hogar y avances globales en materia de reforma laboral», presentado en la cita de Montevideo.

«La OIT asegura que casi 30 por ciento de los trabajadores del hogar están totalmente marginados de las leyes laborales nacionales», agrega el estudio elaborado en conjunto por IDWN, la Confederación Sindical Internacional y la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW).

Según explican sus autores, las empleadas que viven en los domicilios donde laboran, así como las niñas y las inmigrantes, se enfrentan a mayores riesgos de abuso. Si bien el trabajo infantil se redujo en otros sectores, en el caso del servicio doméstico aumentó nueve por ciento solo entre 2008 y 2012.

«Hay países en los que los cambios son lentos, como ocurre en Asia y Medio Oriente», destacó Nisha Varia, investigadora principal sobre derechos de la mujer de HRW. En el caso de América Latina, «aunque se ven adelantos, creo que el reto es cómo traducir estas leyes en el mejoramiento de la vida de las trabajadoras», señaló a IPS.

Algunos de los derechos fundamentales establecidos en el C-189 son la aplicación de días de descanso semanal, limitación en la cantidad de horas en la jornada de trabajo, un salario mínimo, remuneración de horas extra y la inclusión en el sistema de seguridad social, entre otros.

Este convenio fue ratificado hasta el momento, además de Uruguay, por Alemania, Bolivia, Guyana, Filipinas, Italia, Mauricio, Nicaragua, Paraguay y Sudáfrica.

El informe también destacó a Filipinas, que ya es parte del Convenio, y a Argentina, Brasil, España, Kenia y Venezuela, que aún no lo han hecho, por haber logrado reformas laborales que amparan al empleo doméstico, muchas de las cuales son las que establece el C-189.

Graciela Espinoza, integrante del Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas de Uruguay (STUD), advirtió que «todavía nos queda ordenar la casa», en referencia a su país, pese a que tiene en vigencia la ley 18.065 de Trabajo Doméstico, ratificó el C-189  y rigen tres convenios colectivos con los empleadores.

«Hay muchas mejoras, pero todavía nos falta que la sociedad, los empresarios y trabajadoras domésticas se involucren», apuntó Espinoza en conversación con IPS.

«Aún hay compañeras que no se reconocen como trabajadoras y, mientras esto suceda, tenemos que seguir en la lucha. Cuando toda la sociedad nos reconozca como servicio doméstico, ese día será el que podamos decir: ‘Llegamos a una meta, ahora tenemos que avanzar hacia la otra'», señaló.

La sindicalista precisó que los cambios más significativos se vieron a partir de 2006, cuando se aplicó la ley 18.065, y especialmente en 2008, tras la firma del primer convenio nacional. «Ahí fue la revolución en Uruguay», sentenció.

Según Espinoza, a partir de ahí empezó a cambiar la situación. En 2004 solo 32 por ciento de las empleadas domésticas estaban registradas en la seguridad social, mientras que ahora ya lo están 66 por ciento y más de la mitad de estas están amparadas por un seguro de riesgo de accidentes laborales.

También su colega Lucía Gándara entiende que, «aún siendo Uruguay el primero que ratificó el C-189, hay derechos que se violan y uno de ellos es el fuero sindical», que ampara a los dirigentes en sus puestos de trabajo ante abusos patronales por su condición de tales.

«La trabajadora doméstica que integra el secretariado del STUD no puede asistir a una reunión si se hace en su horario de trabajo porque es despedida», indicó Gándara.

Es que, como dijo Espinoza, «trabajamos aisladas la una de la otra, entonces toda esa situación a nosotras nos juega muy en contra como sindicato, pues, por ejemplo, no podemos hacer una ocupación de reivindicación en una casa de familia».

«Lo máximo que puedes hacer es explicarle al patrón cual es el derecho de la trabajadora y sus obligaciones, y es lo que estamos haciendo. En esos casos a veces la empleada sigue trabajando y en otras no, porque la echan», puntualizó.

Por otra parte Paulina Nuza, integrante del Centro de Capacitación para las Trabajadoras del Hogar (CCTH), de Perú, dijo a IPS que «Uruguay es un modelo».

«Las trabajadoras del hogar en Perú no pueden tener un salario o equipararse con otros trabajadores. A pesar de que hay un plan de igualdad de género que dice que para 2017 debemos tener asegurado el 50 por ciento del millón de empleadas del hogar que existen en este país, hasta ahora ni seis por ciento de nosotras lo está», afirmó.

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