El ajedrez es una actividad disputada la mayoría de las veces por jugadores, ya sean profesionales o aficionados, que juegan de manera respetuosa y limpia. Como escribía cierto escritor, un juego que se juega en silencio no puede ser un mal juego.
Desgraciadamente, siempre hay quien pretende engañar y hacer trampas, bien sea ganando o dejándose perder, para ganar dinero y no disfrutar sin más del noble juego. Los hechos han pasado en Italia pero podía haber ocurrido en cualquier otro lugar, como muestran otros ejemplos.
Un jugador de origen letón ha sido acusado de haber jugado deliberadamente para perder y no ganar una partida ante un jugador amateur en un torneo en la ciudad italiana de Livorno. Un informe judicial por iniciativa de un árbitro del torneo, que avisó a la federación, se ha puesto en marcha.
Todo ocurrió en la 13 edición del festival internacional torneo de Livorno disputado del 29 de septiembre al 1 de octubre. El oscuro motivo de esta actuación, sucedida en la segunda ronda, sería jugar contra jugadores más débiles para ganarles al bajar del listado oficial de la clasificación general. Tras retirarse del torneo al día siguiente, disputó una de partidas rápidas en una localidad cercana. El torneo fue ganado por el maestro italiano Pierluigi Passerotti.
Además, la fiscalía ya investigaba antes otro torneo internacional celebrado a primeros de año, en Montebelluna, en el Véneto, el norte italiano, donde podía haber partidas vendidas y compradas, se investigaba entre tres y cuatro jugadores que podían haber recibido favores económicos, abriéndose una investigación.
La Federación Italiana de Ajedrez (FSI) tiene conocimiento de los hechos, que se dieron a conocer justo después de la celebración del citado torneo bajo sospecha.
Posteriormente, todo un conjunto de ajedrecistas italianos se dirigieron en mayo de 2017 en una carta abierta a su federación bajo el título ‘Dejar el dopaje electrónico, basta de partidas vendidas y compradas’.
En dicha carta abierta calificaban de «inaceptable» el intercambio de acuerdos para pactar tablas y así repartir los premios. Señalaban que no piensan «solo en el dopaje electrónico, que debe ser combatido por todos los medios, sino también el arreglo de partidas. Es intolerable que premios se dividan y repartan por acuerdos de intercambio, no se puede admitir que no se quiera ganar a un oponente para luego dividir un premio».
El documento público estaba firmado por un conjunto de ajedrecistas, todos ellos, menos uno, grandes maestros: el actual número uno italiano, Daniele Vocaturo; la ajedrecista Marina Brunello; su hermano, Sabino Brunello; el italoluxemburgués Alberto David; el jugador de origen ruso Danyyil Dvirnyy; Francesco Rambaldi –juega en Grenoble, Francia-, Axel Rombaldoni; Michele Godena y la también jugadora de origen ruso, Olga Zimina. El único firmante que no tiene el título de gran maestro es el joven Luca Moroni de 17 años –jugó una simultánea contra 120 jugadores ganando 105 partidas-.
El escrito se publicó en la página web de la FSI y fue enviada a su presidente, Gianpietro Pagnoncelli y a todos los jugadores asociados. Italia actualmente no tiene ningún jugador en la lista FIDE de los cien mejores de noviembre de 2017 aunque en el reciente campeonato de Europa de Creta fue la única que ganó a la campeona, Azerbaiyán, terminando en 15º posición.
La federación internacional, FIDE, no aplicó controles antidopaje hasta 1999 cuando se integró en el olimpismo, y se ha centrado básicamente en impedir las trampas o dopaje tecnológico. El llamado dopaje electrónico es la utilización de la tecnología, básicamente con el uso de móviles, para hacer el mejor movimiento posible.
En Italia ya hay precedentes, el jugador Arcangelo Ricciardi de 38 años, fue uno de los encontrados en 2015 haciendo un uso indebido tecnológico en un torneo, siendo suspendido por dos años. Tenía una minúscula webcam y una caja donde le ‘soplaban’ los movimientos, usando un código morse. Fue suspendido dos años por la FSI además de condenarle un juez por «fraude».
Recordemos otros jugadores tramposos, como el indio Jeel Shah 21 años, suspendido en el torneo de Dubai de este año 2017 cuando disputaba una partida contra su compatriota Dushyant Sharma de 14 años. Luego se descubrió que no era la primera vez que había engañado con la ayuda de un móvil, las hizo, aunque no se pudieron demostrar oficialmente, ante sus compatriotas, Sahil Tickoo en Goa en septiembre de 2015 así como con el gran maestro Arghyadip Das.
Precisamente ese torneo, el abierto de Dubai, parece gafado ya que el gran maestro georgiano Gaioz Nigalidze dos años atrás, en 2015, fue descubierto con un móvil en el baño en una partida disputada ante el armenio Tigran Petrosian, -mismo nombre y apellido que el mítico jugador- por lo que fue sancionado con tres años, hasta septiembre de 2018 y la retirada del título de gran maestro.
También fueron sancionados por trampas tecnológicas el ruso Sergei Aslanov en febrero de 2016, el holandés Wesley Vermulen en 2014 y el búlgaro Borislav Ivanov en 2013 tras un torneo en España –por cierto, recientemente detenido por falsificación de documentos en su país-.
Desgraciadamente, los engaños no conocen de edad, así el niño ruso German Merkin de 12 años en un torneo en Bulgaria en 2013, consultó tecnológicamente cuando jugaba contra el búlgaro Mladen Gochev.