Cuando era chica había un refrán que decía La trampa y la droga nunca se logran, pero como que no funciona, porque hay droga y tramposos en todas partes.
Destacan por eso en el mundo Putin, Trump, Maduro y los gobernantes de China y Corea del Norte.
Y en México, entre otros muchos vividores del cuento y destructores de lo ajeno, tenemos a López Obrador; a quien se han documentado cientos de miles de mentiras y a los chuchos, que finalmente acabaron con el PRD, a cuyas expensas él y ellos vivieron como reyes durante décadas argumentando se sacrificaban por el bien del pueblo.
Tanto sacrificio condujo a que hoy se tengan que rematar registro y pertenencias que el PRD usufructuó, pero eran del Partido Comunista Mexicano; organización indispensable, para la democratización de nuestro país.
Los acostumbrados a recurrir a trampas como ellos, que se camuflaron con los colores de todos los partidos por los que pasaron, se pintan solos y son capaces de pintar lo que sea, con tal de seguir lucrando.
Como esos funcionarios chinos que pintaron perros en el zoológico Taizhou de la provincia de Jiangsu; que con bombos y platillos anunció el pasado primero de mayo, la llegada de dos pandas.
Cientos llegaron a admirarlos y todo iba bien, hasta que comenzaron a ladrar.
Videos tomados por quienes querían tener panditas en sus celulares, porque en China son símbolo de fortuna y protección, mostraron que no eran tales, sino dos perros Chow Chow blancos a los que pintaron de negro, hocicos y extremidades.
Y como suelen responder los tramposos para legitimar actos autoritarios disfrazándolos de generosidad, los encargados del zoológico dijeron que solo querían entretener a los visitantes.
Otro reciente caso de fraude ´sin querer´, es el de la cascada Yuntai; la más alta de China y donde un frustrado turista descubrió que una tubería le sube agua.
Este pasado 11 de junio, cables noticiosos informaron de que ansioso por mostrar de regreso a casa la magnífica cascada, un hombre la grabó y advirtió que parte de su caudal de más de trescientos metros, procedía de tubos que le llevaban agua de un manantial.
Los responsables del Geoparque se defendieron diciendo que solo querían «ayudar a la naturaleza» para no decepcionar a los más de diez millones de personas que acuden cada año.
Y difundieron un video en el que hacen ´hablar´ a la cascada: «como no puedo estar en mi mejor forma cada vez que amigos vienen a verme, me hice una pequeña mejora para estar siempre bella».
Ya el año 2006, se había hecho trampa parecida en la cascada de Huangguoshu, al alimentarla con el agua de una represa.
Estas situaciones me recordaron entre otras trampas oficiales, cuando el comandante Fidel Castro solucionó el engaño sufrido por Voladores de Papantla que participaron en un crucero «cultural» curiosísimo que en diciembre de 1974 hizo por Cuba, Jamaica, Panamá y Venezuela, Esther Zuno con la representación de su esposo el presidente Luis Echeverría, en dos barcos cargados de funcionarios, gimnastas, artesanos, charros, caballos y reporteros.
Enviada por el periódico El Día, entonces un importante diario, quise ver los rituales que precedían a la exhibición que esa tarde darían los Voladores en el principal estadio de la isla.
Y llegué muy temprano a una playa donde ocho o nueve protestaban porque habían solicitado se enterrara «una gallina blanca y señorita» para encajar sobre ella, el palo que los sostendría.
Pero a los funcionarios mexicanos que tal como hoy eran adictos al engaño, les pareció fácil pintarle las plumas a una gallina colorada y enterrarla antes que los voladores se dieran cuenta.
Sería por el calor y la humedad o porque estaba mal teñida y peor enterrada, el caso es que le salió lo rojo y sus plumas se asomaban cada vez más, entre la arena.
Los indígenas amenazaban que no darían la función, porque sin cumplir con la tradición alguno podría caer y matarse.
Y los funcionarios se burlaban de lo que llamaban, tozudez de los de Papantla.
Era un caos.
Que se agudizó cuando a Delfín Sánchez Juárez, quien estaba al mando de charros y caballos sin nada que ver en el asunto de la gallina, le brincó el ron que desde la noche estaba tomando y les gritó que si no se dejaban «de esas estúpidas pendejadas» empezaría a disparar.
Y cuando todo indicaba que lo haría y vi con susto que no había lugar donde esconderse, se oyó el sonido de tres autos y llegó Fidel con varios asistentes y tres gallinas blancas de verdad, que aseguró eran también vírgenes, y pidió a los voladores elegir la más conveniente.