Una sentencia revolucionaria en Gran Bretaña ha establecido que quienes hacen las funciones de conductores de Uber [1], no son ni pequeños empresarios ni gente que emplea así su tiempo libre, sino “workers”, es decir “trabajadores subordinados que deben recibir el salario mínimo”, escribe el 30 de octubre de 2016 Roberto Ciccarelli en la publicación italiana Il Manifestó, “aunque no están protegidos contra el despido improcedente como los asalariados habituales”.
La sentencia en primera instancia de un tribunal de trabajo inglés “podría revolucionar el destino de la ‘gig economy’ [2], la economía de los ‘trabajitos on line’: los 40 000 chóferes de Uber, o los mensajeros en bicicleta de Deliveroo y otras empresas, tienen los mismos derecho que otros trabajadores, entre ellos vacaciones pagadas y pensiones.
La sentencia afecta inicialmente a James Farrar y Yaseen Aslam, que recurrieron al tribunal en nombre de otros 19 colegas de Uber. Pedían que se les reconociera ser empleados de la empresa mejor cotizada en bolsa del mundo, con 62,5 miles de millones de dólares, y no empresarios. Para Uber, los conductores hacen un “trabajito”, son contratados independientes que pueden elegir donde y cuando prestar sus servicios.
“En un texto al que no falta ironía fulminante y un uso sagaz de Shakespeare y Milton, los jueces han escrito: Lo de que en Londres Uber sea un mosaico de 30 000 pequeños empresarios unidos a una plataforma nos parece vagamente ridícula. Los chóferes no pueden negociar con los clientes. Ofrecen y aceptan carreras atendiéndose estrictamente a los términos que marca Uber”.
Uber ha apelado la sentencia; a los conductores les esperan otros tres grados de juicio y solo la sentencia final será válida. Pero, de momento, “ya ha quedado establecido que la empresa es responsable de sus condiciones de vida y trabajo”. Y podrá servir de jurisprudencia para otros recursos individuales o sindicales, tanto de Uber como de otros sectores de la “gig economy”. “Para el mes de noviembre de 2016 están previstas otras sentencias relativas a los mensajeros en bicicleta ingleses de cuatro compañías de “take away online”, entre ellas Deliveroo. También en estos casos, los trabajadores pelean para ser reconocidos como empleados, y no como contratados autoempleados (self-employed contractors), y a poder cobrar el salario mínimo y tener derecho a las ayudas sociales”.
Los jueces londinenses han acusado a Uber de “ficción, y de usar un lenguaje retorcido y una terminología completamente nueva”, para ocultar el sentido de las palabras.
En Inglaterra habría unos 460 000 trabajadores clasificados como self-employed.
Uber, que inicialmente se llamaba UberCab, es una empresa tecnológica estadounidense que desarrolla y explota aplicaciones móviles para poner en contacto a usuarios con conductores que prestan servicios de transporte, fundamentalmente de personas.
La gig economy es la economía de los pequeños trabajos; una nueva economía definida como “colaborativa” en la que cada cual podría trabajar, utópicamente, en lo que quiere y cuando quiere. Se supone que de aquí a 2020 el 40 % de los trabajadores de Estados Unidos serán “independientes”, lo que significa que harán pequeños trabajos sin ninguna estabilidad.