Un futuro digital equitativo depende de cerrar la brecha de género

Superar la inequidad digital requiere transitar un camino que comienza con cerrar la brecha de género en ese terreno, planteó ONU Mujeres al iniciarse los trabajos de la 67 Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW67, en inglés), que acoge la organización mundial, informa la IPS desde Naciones Unidas.

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Dos de las participantes en un taller de agencias de las Naciones Unidas para niñas y jóvenes de los Estados árabes sobre aprender a programar y construir robots. ONU Mujeres propone, entre las tareas para cerrar la brecha digital de género, que se estimule a las estudiantes a tomar carreras de ciencia, tecnología e ingeniería. © Emad Karim/ONU Mujeres

La brecha digital «se ha convertido en la nueva cara de la desigualdad de género, agravada por el retroceso contra las mujeres y las niñas que vemos en el mundo de hoy», dijo Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, la agencia dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

La primera conquista que plantea la entidad en un documento ante la CSW67, cerrar todas las brechas en materia de acceso y competencias digitales, se justifica porque «con una vida diaria cada vez más digitalizada, las brechas de género en el acceso digital amenazan con dejar todavía más rezagadas a las mujeres y a las niñas».

A pesar de que los esfuerzos para cerrar estas brechas han logrado mejoras en los índices de paridad de género, la diferencia absoluta entre el número de hombres y mujeres en línea ha aumentado en la práctica en veinte millones desde 2019.

El tema prioritario de la CSW67 es «Innovación y cambio tecnológico, educación en la era digital para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas», que se asimila al lema del este año del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este miércoles 8 de marzo: «Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género».

Hoy, 63  por ciento de las mujeres tiene acceso a internet, versus 69 por ciento en el caso de los hombres, y las mujeres tienen doce por ciento menos de probabilidades de poseer un teléfono móvil, una cifra que prácticamente no ha cambiado desde antes de la pandemia.

Esos promedios globales «no cuentan toda la historia», pues factores como la etnia, la edad, la discapacidad, el estatus socioeconómico y el lugar de residencia determinan el acceso de las mujeres a los medios digitales y su uso.

Grupos marginados, como las mujeres de más edad, las que viven en zonas rurales y las mujeres con discapacidad, se enfrentan a barreras de conectividad más acusadas.

A pesar de que 76 por ciento de la población de los países menos desarrollados tiene cobertura de banda ancha móvil, solo 25 por ciento está en línea y los hombres tienen 52 por ciento más de probabilidades de contarse en esa minoría de personas conectadas.

«Todo ello deja claro que colmar las brechas de acceso requerirá más que una simple mejora de la infraestructura digital», apunta el documento.

Abordar la asequibilidad, el acceso a la electricidad, la privacidad y la seguridad en línea, las normas sociales o la alfabetización y las competencias digitales, será esencial para que las mujeres tengan una presencia significativa en el mundo digital.

El segundo objetivo es apoyar a las mujeres y las niñas en las áreas de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (Stem, en inglés), disciplinas en las que las mujeres siguen estando en minoría en el mundo laboral y académico.

Las mujeres son solo veintiocho por ciento de las personas graduadas en ingeniería, veintidós por ciento de quienes trabajan en inteligencia artificial, y menos de un tercio de la fuerza laboral en el sector tecnológico en todo el mundo, lo que condiciona su acceso a los empleos bien remunerados que experimentan un rápido crecimiento.

Los estereotipos sobre cuáles personas están más o menos capacitadas para las disciplinas Stem tienen un peso enorme y disuaden a las niñas de decantarse por estos campos.

Las que se deciden por entrar en el mundo de la tecnología a menudo se enfrentan a un entorno abiertamente hostil, con una notable brecha salarial (veintiuno por ciento) y tasas de promoción considerablemente inferiores (52 mujeres por cada cien hombres).

Casi la mitad (48 por ciento) dice haber sufrido acoso en el lugar de trabajo «y un escalofriante veintidós por ciento valoró la posibilidad de dejar el trabajo debido al trato recibido».

La propuesta incluye trabajar para eliminar los prejuicios sexistas desde la escuela, garantizar que las niñas accedan a mentoras en los campos Stem, y una regulación laboral sólida para garantizar que la transición del mercado de trabajo mejore la posición de las mujeres, en lugar de reproducir las desigualdades.

Luego se plantea crear una tecnología que satisfaga las necesidades de las mujeres y las niñas, y menciona como ejemplo que «es notoria la infrafinanciación de herramientas digitales dedicadas a promover la salud sexual y reproductiva».

Un estudio global que analizó 133 sistemas de inteligencia artificial creados desde 1988 encontró que 44 por ciento presentan sesgos de género, con 25 por ciento que combina sesgos de género y raciales, con peor servicio y perpetuación de los estereotipos negativos.

Este problema ha pasado prácticamente desapercibido debido a la inadecuada supervisión del sector tecnológico, y ONU Mujeres destaca que crear una tecnología más inclusiva y menos sesgada empieza por aplicar procesos de diseño y regulación anclados en los derechos humanos.

«Los gobiernos deben dar un paso al frente para perfilar las responsabilidades de las empresas, exigir dispositivos de evaluación del impacto en función del género, y garantizar un uso transparente de los datos», indica el texto.

Otro objetivo es acabar con la violencia de género facilitada por la tecnología, sobre la que no existe una definición universal pero que ONU Mujeres entiende como cualquier acto de violencia por motivo de género cometido, propiciado o agravado mediante el uso de las tecnologías de información y comunicación.

La creciente importancia de los medios sociales como espacios para socializar «también los ha convertido en un lugar clave para difundir desinformación basada en el género, información errónea, discursos de odio sexistas y otros mensajes que minan la capacidad de movimiento y expresión en línea de las mujeres».

Destaca los riesgos mayores de las mujeres de color, las mujeres con discapacidades, las personas LGBTIQ+, y las mujeres con proyección pública, como las periodistas, las políticas o las activistas por los derechos de las mujeres.

El documento aboga por establecer marcos legales más amplios, aumentar la colaboración política con la justicia, mejorar los sistemas de denuncia y moderación, e incrementar la capacitación sobre ciudadanía digital.

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