Este sábado 12 de diciembre 2020 se han celebrado nuevamente en Francia cerca de sesenta manifestaciones contra la «ley de seguridad global» propuesta por Emmanuel Macron, que amenaza en Francia la libertad de prensa, de expresión y manifestación.
Decenas de miles de manifestantes en todo el país que han sido víctimas una vez más de inadmisibles violencias policiales. ¿Sesenta mil personas en la marcha autorizada de París? Difícil saberlo, pues la represión policial totalmente arbitraria, ha impedido el progreso normal de esa concentración, siempre con el mismo pretexto «neutralizar a posibles vándalos».
Manifestantes pacíficos, abogados, periodistas, fotógrafos, cámaras de televisión, ciudadanos de todas las edades, han sido una vez más golpeados y detenidos sin razón por esas «fuerzas del orden» cuya misión es en principio proteger y no agredir a la población.
El evidente propósito de los antidisturbios en París, siguiendo ordenes de la prefectura, era aterrorizar a los manifestantes e impedir la manifestación (autorizada por esa misma prefectura).
«Mediapart» acaba de publicar un artículo, con numerosos testimonios que prueban de forma concluyente como el ministro del interior, Gerald Darmanin, ha «maquillado» la información sobre las personas detenidas en la manifestación del 12 de diciembre, acusándolas de ser «142 peligrosos individuos ultraviolentos», cuando en realidad eran manifestantes pacíficos que fueron agredidos y detenidos arbitrariamente por la policía.
En una entrevista a «Brut» órgano de prensa en internet, el jefe del Estado había reconocido días atrás que «existen violencias policiales en Francia» contra los manifestantes y contra la prensa, y que existen así mismo controles racistas, en función del color de la piel o del aspecto de un ciudadano.
La inmediata protesta de sindicatos de extrema derecha en la policía nacional ha neutralizado la declaración presidencial. Las órdenes dadas a los antidisturbios por la prefectura contradicen las declaraciones del jefe del Estado, y prueban que Macron una vez más hace lo contrario de lo que dice.
¿Cabe preguntarse hoy: ¿Quien gobierna el país? ¿Dónde está el respeto de la palabra presidencial?
El derecho de manifestación se encuentra hoy amenazado en Francia. Las manifestaciones masivas antes y durante la pandemia, las protestas de la ONU, de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, de todas las organizaciones sindicales y muy en particular de los sindicatos de periodistas, de abogados y jueces, así como de la izquierda política y de los ecologistas, no han sido suficientes para contener esta deriva autoritaria.
Macron, quien se presentó y se presenta como una supuesta alternativa a la extrema derecha de Le Pen, tiene hoy en su política represiva el pleno apoyo de esa extrema derecha, bien organizada por cierto en el seno de la policía nacional.
Un comunicado publicado por numerosas organizaciones sindicales y profesionales, tras la represión y las detenciones arbitrarias de este sábado 12 de diciembre, denuncia de forma clara esa deriva autoritaria: «Francia se desliza de forma lenta pero segura hacia un régimen autoritario, un Estado iliberal, un Estado policial.
A medida que la política del gobierno pierde en legitimidad, más aumenta el uso de la represión ahogando las libertades».
«En París, en Lyon o en Caen, la violencia policial indiscriminada ha sido la consigna dada por el ministerio del Interior a los antidisturbios… La manifestación de París, aunque autorizada, se ha transformado en una ratonera… ¡El gobierno quiere desanimar e intimidar a los manifestantes, pero no lo conseguirán!» prosigue el comunicado.
Cabe precisar que el termino “iliberal” es evidentemente un neologismo sinónimo de «dictatorial», utilizado a menudo en los medios informativos para matizar la diferencia entre una «dictadura militar» y un régimen autoritario que ejerce un poder vertical y antidemocrático, pero que llegó al poder a través de las urnas, aun si ha perdido toda legitimidad ante la opinión pública.