Realistas norteamericanos en el Thyssen

Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio

Bajo este título el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid, acaba de presentar una exposición dedicada a estos norteamericanos, padre e hijo, que representan entre ambos un siglo de pintura. Esto ya es una singularidad, pero hay más: La retrospectiva dedicada a los Wyeth es la primera de la historia en Europa; la presencia en carne mortal, en palabras del director artístico del Thyssen Guillermo Solana, del joven de la saga, Jamie Wyeth, joven de sesenta y ocho años en la presentación de la muestra. Y otra más: El persistente apoyo por parte del museo madrileño a la pintura norteamericana, dándola la presencia relevante que estaba necesitando en España.

Pero aquí no se acaban las singularidades. Estos destacados representantes del realismo norteamericano, conocidísimos en su país, hasta el punto de que Andrew, el padre, esté considerado junto a Jackson Pollock, como los dos símbolos más genuinos de la americanidad en el arte moderno, – con permiso de Hopper, supongo –  son dos autodidactas, niños prodigio, segunda y tercera generación de una familia de artistas, diferentes y complementarios, contemporáneos durante varios años, (Andrew falleció en 2009 con noventa años) ambos trabajando intensamente desde sus infancias, disciplinadamente, en los aprendizajes de las reglas necesarias para la posterior creatividad. Una familia piña, que vive en Chadds Ford, Pensilvania en invierno y South Cushing, Maine en verano, que pintan lo que ven, lo que les es cercano, nada de imágenes icónicas, sino la familia, los vecinos, amigos, paisajes, animales domésticos y casas que frecuentan cotidianamente. Pinta lo que conoces y amas, es como un lema familiar. Y algo también muy singular es que se vendieran ¡el primer día! todas las obras expuestas en la primera individual de Andrew, en 1937, cuando tenía veinte años. ¿Qué hubiera pensado Van Gogh?

Del emparejamiento de las dos generaciones Wyeth, ha sido responsable el comisario del proyecto expositivo, Timothy J. Standring, conservador de pintura y escultura de la Gates Foundation del Museo de Arte de Denver. Hace un relato de la historia familiar, muestra en un mapa sus lugares sagrados, introduce a la intimidad  de las dos generaciones, a sus complicidades, sinceridad mutua, al estilo sobrio y austero que comparten con los realistas españoles, al progreso de padre e hijo por medios muy diferentes, al trabajo de miles de horas hasta dominar el oficio. Un padre riguroso en la superficie, con una rebeldía latente, que en el hijo se externaliza mediante la travesura, el juego fantástico, incluso la perversión o creando desafíos mutuos. Ambos genuinos pintores, que gozan ‘hozando’ en la pintura y que revelan en todo momento su capacidad creativa.

La muestra de Madrid es una itinerancia de otra más completa celebrada en el museo de Denver. Parece que el espacio disponible aquí y también posibilidades presupuestarias diferentes la han reducido, pero sin perder sus rasgos esenciales en las siete secciones en que está organizada: Padre e hijo, Amigos y vecinos, Lugares compartidos, Desnudos, Animales,  Control y exuberancia y  Extraños prodigios.

Dos retratos y una metáfora en la primera sección, Jamie niño pintado por su padre y un severo retrato de Andrew por su hijo. Pero la segunda, Amigos y vecinos, entre presencias y ausencias da muchísimo juego. Una importante ausencia, un auténtico hito en la obra de Andrew, Christina’s World, 1948 (El mundo de Cristina) la obra que le catapultó a la fama, se debe a que el museo que la alberga, el MoMA, raramente la presta. Sobre el mundo de Cristina, una amiga y vecina inválida a causa de una enfermedad degenerativa, se han vertido ríos de tinta, indagando en sus latentes misterios. Lo evidente es que Cristina Olson, rechaza la silla de ruedas y prefiere arrastrarse por el césped seco hacia su casa. Un cromatismo brillante, pone de tal modo en valor la figura de esa mujer, moviéndose penosamente, pero moviéndose, reflejando su tesón por sentirse viva, su feroz independencia; vista de espaldas, impresiona. Pero, aunque Cristina fue la inspiración, la mujer pintada de espaldas es Betsy, la  joven esposa de Andrew, amiga de los Olson. Honestidad basada en mostrar la belleza física junto al dolor psíquico.

Sí hay en la muestra un retrato de Cristina  Olson, pintado un año antes, en 1947, sentada en un interior, con rostro reflexivo, que no hace sospechar su invalidez y que hace aún más presente el retrato ausente. Andrew Wyeth pintó unos trescientos cuadros con el tema de la casa y los hermanos Olson a lo largo de veinte años, que son un fiel reflejo de la evolución del artista.

Una serie de retratos polémica es la de la adolescente Siri Erickson. En la muestra hay uno de 1970. La serie de sus retratos estuvo escondida hasta que Siri cumplió veintiún años.

Para ausencia significativa, la de su modelo secreta durante quince años, Helga Tesford. La revista Art and Antiques, en una primicia dada por el propio Andrew en 1985 reveló que de 1970 a 1985 Andrew Wyeth había producido secretamente 246 obras relativas a Helga, entre apuntes, acuarelas, brocha seca y temple, muchas de desnudos intensos y eróticos. Betsy no sabía nada de esa mujer que vivía cerca de ellos en Chadds Ford, una bella alemana que inspiró un vigor nuevo a un artista en el cénit de su carrera. Un tesoro escondido por un artista sacralizado que siempre protegió la identidad de Helga.

Y a la vista de la muestra surge la pregunta: ¿Quién es la mujer del boceto Estudio para la virgen, del temple sobre masonita La virgen, dos desnudos de 1969,  y de los de 1976 y 1977, Barracón, Estudio para barracón y Desnudo, éste último una auténtica y nada habitual  obra de vanguardia?

Hay otra ausencia en la retrospectiva de la pintura de Andrew que sorprende: La de ventanas, desde dentro y desde fuera, ventanas de las casas que frecuentó durante su vida, tanto en Pensilvania como en Maine. Desde los atisbos del renacimiento, pero sobre todo en la pintura del siglo XX y muy particularmente en la pintura norteamericana, las ventanas han sido un elemento presente y sugerente que ha ido mucho más allá de la mera representación. Emociones, intuiciones, identificaciones, relaciones oníricas…un elemento verdaderamente capital.

En la pintura de Andrew Wyeth, las cortinas, reflejos, paisajes mostrados a través de ellas… por citar una de estas obras clasificadas como looking in and out que se echan de menos en esta retrospectiva: Wind from the Sea, (Viento del mar) una pintura que nació un caluroso día de verano en el que un súbito viento oeste le permitió captar ese instante fugaz del vuelo de las finísimas cortinas blancas en su casa de South Cushing. Una frase significativa de Andrew para definir esos instantes fugaces no congelados: Sueño mucho. Pinto más cuando no estoy pintando, está en el subconsciente. Durante décadas estudió los edificios vecinos y los de sus casas de invierno y verano, para plasmar las ventanas en sus pinturas y dibujos. Las representó desde múltiples perspectivas, con cortinas, reflejos, paisajes mostrados a través de ellas. Incluso pintó ventanas vistas desde el interior de otras ventanas.

Sin duda las dificultades para conseguir préstamos de obras de esta imprescindible temática han sido insalvables. Una lástima. Otra ausencia muy presente es Evening at Kuerner’s de 1970. Los Kuerner, sus amigos y vecinos alemanes de Chadds Ford.

Jamie.

Jamie Wyeth empezó a garabatear a los tres años en el estudio de su padre. A los doce se fue a estudiar con su tía Carolyn, otra artista reconocida de la familia que vivía en la residencia del abuelo N.C., llena de sus trabajos artísticos. Con la tía estudiaba inglés e historia por la mañana en la casa y por la tarde se reunía en el estudio con otros alumnos para aprender dibujo y composición. Carolyn despertó su interés por la pintura al óleo, su padre por la acuarela. Niño prodigio sí, pero niño privilegiado moviéndose desde la más tierna infancia entre su talentosa familia, libros de arte, asistencia a exposiciones, encuentros con coleccionistas, historiadores de arte…

A los quince años empezó a pintar con su padre al tiempo que su relación se estrechaba. Mi padre es mi amigo más íntimo y el pintor al que más admiro. A los diecinueve se fue a Nueva York para familiarizarse con los recursos artísticos de la ciudad y aprender anatomía en la morgue. A los veintitrés se casó con su modelo Phyllis Mills, una chica que había sido jinete de carreras de obstáculos; la conoció con muletas a causa de un accidente de tráfico. Por eso casi siempre la pinta sentada. Ella era todo un carácter, y años más tarde se dedicó a la crianza de caballos pura sangre, ganando un premio tan recientemente como 2012. Ella fue quien le introdujo en la familia Kennedy, fuente de sus retratos políticos posteriores, siempre un recurso para la fama. Jamie llegó a ser un retratista prodigioso.

En la retrospectiva del Thyssen aparecen identificadas varias obras realizadas en Monhegan Island, Maine, Inferno de 2006, Los acantilados de Monhegan Island de 2007. Sin embargo no veo los numerosos retratos de personajes locales de la isla. Sin identificar el lugar,  algunas más. En esa isla tenía una propiedad comprada en los años sesenta, Lobster Cove. En los noventa adquirió una torre de faro en Southern Island, para él un estudio perfecto para pintar con una concentración perfecta. Estos dos lugares y la residencia de Chadds Ford avalan la mayoría de su obra. La casa de Rockwell Kent, 1972, es la casa que compró a este artista en Monhegan Island, Dientes de león junto al faro 1997, un bellísimo nocturno de su faro.

Son interesantes en la muestra los estudios de Nureyev y de Andy Warhol, sobre todo la performance de este último. Pero lo más fascinante, sin duda, se halla en la sección Extraños prodigios. Las siete acuarelas y guache sobre papel ocre tituladas Los siete pecados capitales. Los que cometen los pecados son ¡gaviotas! Captadas en siete momentos fugaces – pero no congelados – que representan claramente, la soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Portento de observación y captación del momento. Babero con langosta de 2013 en Monhegan Island y Gato mapache de Maine de 1998, son entre otras cosas una muestra de su sentido del humor más perverso.

Aunque mucho menos representado en la muestra que su padre, el alcance artístico de Jamie es más amplio. Es un virtuoso en dibujo, litografía, grabado, témpera al huevo, acuarela y en mezclas. Al ser el miembro de la familia que más ha viajado fuera de los ambientes solitarios de sus mayores, sus experiencias le han completado más como artista. En sus viajes por Europa, ha aprendido sobre todo de artistas flamencos y holandeses, de los procesos de litografía de los que ha producido una extensa obra gráfica.

 

Él explica así cómo pinta un retrato: Para mí un retrato es pasar tiempo con la persona, viajar, comer y observarla dormida. Cuando trabajo en un retrato intento ser esa persona. Más que sus rasgos físicos me interesa su estado de ánimo y trato de no imponer el mío a quien estoy pintando.

Naturaleza, troncos de árboles, hortalizas, animales domésticos que conoce muy bien y por supuesto sus retratos de artistas y políticos, de los que ya vemos en la muestra los de Nureyev y Andy Warhol. Lincoln Kirstein, un prominente amigo de la familia, cuando vio su retrato pintado por Jamie, dijo de él que era el más exquisito retratista americano desde los tiempos de John Singer Sargent.

Ha retratado a los tres hermanos Kennedy, el de John es un retrato póstumo no oficial que no gustó a la familia porque no le encontraba ‘suficientemente triunfal’. Pero su aceptación por el público fue enorme, hasta el punto de ser modelo para un sello de correos con la efigie del desaparecido presidente. Después de unas cuantas itinerancias y avatares, finalmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Boston. También ha pintado a la hermana, Eunice Kennedy Shriver. Al presidente electo Jimmy Carter, a Arnold Schwarzenegger. Fue el pintor de los juicios del Watergate, Nixon, el juez Sirica, John Ehrlichman, Gordon Liddy y otros acusados.

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Jamie Wyeth, Monhegan Harbour. Foto de archivo

En 1984 fue el pintor de Night Vision, un homenaje a los veteranos de Vietnam. También participó en el proyecto Eyewitness to Space, un programa patrocinado por la NASA y por la Galería Nacional de Arte de Washington D.C. para pintar las actividades de la misión Apolo a la luna, junto a otros cuarenta y seis artistas, entre otros  Robert Rauschenberg, Lamar Dodd, Norman Rockwell, Morris Graves, etc.

Los hitos ausentes de la exposición se encuentran fácilmente en Internet o mejor aún, visitando los museos en los que se hallan. En la retrospectiva hay piezas de varios museos norteamericanos , la colección de los dos artistas, colecciones privadas y uno de la colección permanente del propio Thyssen Bornemisza, Mi joven amiga, 1970 de Andrew Wyeth.

Ficha de la exposición:

  • Título: Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio
  • Organizan: Denver Art Museum en colaboración con el Museo thyssen Bornemisza.
  • Sedes y fechas: Denver Art Museum, 8 noviembre 2015 a 7 de febrero 2016; Thyssen Bornemisza del 1 de marzo al 19 de junio 2016.
  • Comisario: Timothy J. Standring, conservador de pintura y escultura de la Gates Foundation del Denver Art Museum.
  • Número de obras: 69
  • Catálogo en la app Quiosco Thyssen, edición digital.

 

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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