A los doce años Yetnerbersh supo que la vida iba a ser distinta. Comenzó sus estudios ayudada por otros. Era ciega y solamente caminar hacia la escuela o coger un autobús era un esfuezo enorme. Allí supo que los derechos de las niñas y en especial, de las niñas con una discapacidad iban a ser distintos y luchó desde entonces.
“Aunque las mujeres somos la mitad de la población de mi país, estamos escasamente representadas en los ámbitos político, laboral y económico. Todavía hay muchas niñas que son obligadas a casarse entre los 10 y los 13 años, prácticas tradicionales dañinas persisten en zonas rurales pese a su prohibición y la violencia de género está muy extendida frente a una respuesta judicial muy lenta”, asegura Nigussie
Su afán de superación y haber entrado en un instituto inclusivo hizo que se forjara una personalidad que aunque rechazada por su entorno, vio que podía establecer una vida, tener unos amigos y luchar con su ceguera.
El mensaje que le manda al mundo es que todos los que no ven, los que ven poco, los que están perdiendo la vista, nunca deben detenerse por esta razón. Deben perseguir sus sueños y considerar la ceguera como parte de la diversidad humana. Afrontar la vida con determinación y que nada ni nadie te separe de aquello que quieres o pretendes alcanzar, añade.
Nació en 1982 en un pueblo de Etiopía y tras padecer una meningitis perdió la vista. Educada en un colegio católico para personas ciegas logró entrar en contacto con niños con otras discapacidades. Su afán de superación hizo que aunque tuvo rechazo por parte de la sociedad, se empeñó en luchar contra la discriminación y formó parte de la Red Nacional de Acción por la discapacidad de Etiopía y la asociación nacional de mujeres ciegas. Luchó contra todo lo que era normal en su país; desde no poder abrir una cuenta bancaria hasta sufrir violencia de género por ser una persona con discapacidad.
La pobreza es a la vez causa y consecuencia de la discapacidad.
Licenciada en derecho y máster en trabajo social por la universidad de Addis Abeba, ha logrado visibilizar los derechos de las mujeres y especialmente de las personas con discapacidad. Cofundó el movimiento contra el SIDA y creó una asociación de estudiantes de mujeres. Organizó el Centro Etíope para la Discapacidad y el Desarrollo y consiguió que este centro fuera un referente en inclusión, accesibilidad y obtuvo una recompensa por la concienciación de la sociedad en la accesibilidad tanto de edificios como de medios de transporte.
En África la discapacidad es sinónimo de abuso, de no poder disfrutar de un derecho como el matrimonio o votar, recibir educación y no solo eso, sino que las mujeres padecen violencia de género, abusos sexuales, malos tratos y explotación. Concienciada y capaz de salir adelante, Nigussie se casó y tuvo dos hijos. Para ella la educación es sinónimo de combate y toda forma de desigualdad se consigue a través del conocimiento, añade. Los centros inaccesibles, el estigma y la discriminación hace que las personas con discapacidad no puedan acceder a la educación y por tanto, no puedan elegir. África es un continente en donde todavía eso sucede, concluye.