Hace tres años el poderoso lobby de Monsanto en Bruselas consiguió que la Comisión Europea autorizase el uso de maiz transgénico en los países de la Unión por motivos distintos a la salud o el medio ambiente, siempre que cada país estuviera de acuerdo con la decisión. Esta fue una claúsula de salvaguardia: Autorizamos, pero cada país tiene la última palabra. Y la última palabra fue no en Grecia, Alemania, Luxemburgo, Bulgaria, Austria y Hungría por la fuerza de la opinión pública y de los agricultores. Dos países, España y Portugal no pusieron salvaguarda alguna. En España se cultivan 116.000 hectáreas de maíz MON810, única variedad permitida por la UE. ¿Porqué España sí?
Ahora la multinacional norteamericana ha retirado las cuatro solicitudes pendientes de respuesta para el cultivo de cinco variedades de maíz GM, una cepa de soja y otra de remolacha azucarera en la Unión Europea, aunque seguirá pidiendo la renovación para el MON810.
Según un portavoz de Greenpeace, el rechazo por parte de agricultores, consumidores y gobiernos de esta única variedad permitida, llevará finalmente a Monsanto a retirarla.
Consultada la web de Monsanto en España, nos encontramos con que la multinacional se querella contra algunos agricultores que ‘copian las semillas que son de nuestra propiedad’. Esto ya lo dice casi todo. Las semillas transgénicas son estériles, no renovables, con lo que los cultivadores se convierten automáticamente en rehenes de la multinacional. El uso de pesticidas químicos que necesariamente acompaña a este cultivo, erradica insectos y abejas, contamina el suelo y el medio ambiente y lo peor, las semillas transportadas por el aire pueden esterilizar otros cultivos orgánicos. Y el transporte por aire puede alcanzar a otros cultivos a distancias impredecibles.
De todos modos siempre nos encontramos con la hipocresía. La Europa que cultiva o no transgénicos, importa anualmente toneladas de varios de estos productos que nos encontramos a diario en los mercados sin identificar como tales. Esto es saltarse a la torera los derechos legales del consumidor a saber lo que consume. Legalmente todos los OGM deberían estar obligatoriamente identificados, indicando asímismo su procedencia. No es así. Lo mismo ocurre con los híbridos en general.
El director ejecutivo de Monsanto para Europa, José Manuel Madero, ha asegurado que ahora la empresa concentrará sus esfuerzos en Estados Unidos y América Latina. ¡Aún más!
Organizaciones ecologistas instaladas en Europa han celebrado la decisión de Monsanto. “Los transgénicos no tienen lugar en la agricultura europea. Europa apuesta por una agricultura orgánica sostenible, basada en la diversidad de recursos y la máxima calidad. Blanca Ruibal responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra asegura que ‘las variedades genéticamente modificadas no tienen lugar en este modelo’, por lo que han pedido a las demás empresas del sector transgénico que, al igual que Monsanto, asuman su derrota y desistan de su introducción en Europa.
De su introducción y de su compra. Europa es un espacio agrícola acreditado por siglos de experiencia y la extensión imparable de los principios de permacultura y los movimientos de transición, importantes y en constante crecimiento también en España podrían llevarnos en un futuro no lejano a ser autosuficientes y exportadores de productos de garantía orgánica. No más productos – kilómetro. Claro que esto se corresponde con un modelo necesario, pero no fácil de implantar de la noche a la mañana. Todo se andará.
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