Un conocido hotel de cinco estrellas de una cadena canadiense abierto en enero de este año en Casablanca ha recibido la negativa de las autoridades marroquíes a servir alcohol en su bar y restaurante a pesar de haber solicitado durante meses la pertinente licencia. Tan solo permiten una licencia temporal para determinados eventos que se celebren en salones del establecimiento hotelero.
Fue el propio ministro de Turismo marroquí, Lahcen Haddad, quien inauguró este hotel de lujo con 186 habitaciones, ubicado en la zona de Anfa, al lado del Paseo Marítimo o Corniche. La inversión total ascendió a 240 millones de euros y abarca zonas adyacentes.
El motivo de la negativa es un real decreto del lejano año 1967 que prohíbe la venta de alcohol a los musulmanes y mediante el cual se niega la licencia de alcohol en el entorno de los edificios religiosos, aunque la causa real es la cercanía al palacio de la familia gobernante en Arabia Saudí, los Al Saud, donde iba el fallecido rey Abdalá y su hermano Salmán, el actual soberano, que también veranea en la ciudad de Tánger donde incluso cuenta con playa privada. Marruecos es mucho más que un destino de vacaciones para la familia real saudí que invierte desde hace décadas en el país magrebí.
No hay que extrañarse, la entrada de capital saudí motivó en 2014 la salida del alcohol de la conocida red de hipermercados marroquíes Marjane, con más de 32 grandes superficies distribuidas por todo el país, y ahora solo se venden en la cadena Acima –de la Alcampo francesa- y otras menores. Marjane vendía el 50% del alcohol de Marruecos.
La influencia contra el alcohol se inició ya con la llegada al poder del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) en 2011 y muchos de sus alcaldes presionan a propietarios de bares y restaurantes, incluso los radicados en lugares turísticos, para que suspendan o no renueven las licencias de venta de alcohol.
En Tánger, la ciudad marroquí donde es más fácil conseguir bebidas alcohólicas, desde 2011 han disminuido los lugares de venta. En Mohamedia incluso 17 familias de un barrio denunciaron a un supermercado por vender alcohol en el barrio que residian.
Sin embargo, la evidencia del consumo del alcohol llevó a imponer controles de alcoholemia en las carreteras el pasado año 2015 por primera vez en la historia del reino jerifiano. En 2013 murieron 3705 personas en accidentes de tráfico, de ellos un 30 % están relacionados con los estupefacientes y el alcohol.
Se supone que, debido a que la religión musulmana impide tomar alcohol, es haram, no debía haber controles de alcoholemia. La realidad era otra y no la ficción hasta entonces existente, el día a día mostraba que muchos marroquíes bebían y cogían el coche, lo que causaba muchos accidentes como puede corroborar cualquiera que haya vivido en Marruecos.
Otro detalle, el pasado octubre fue prohibido en Casablanca un remedo de la Oktoberfest, la fiesta de la cerveza alemana, que iba a celebrarse en un lugar cerrado –beber en público está estrictamente vetado- promovido por la empresa Brasseries du Maroc. Las autoridades locales señalaron entonces que no se respetaban las reglas en vigor y el festival promovía «los vicios».
Habría que recordar unos importantes datos. Marruecos produce vino sobre todo en Mequinez, un 60% procede de esta zona, y también en Benslimane y Berkane, tanto tinto (70 %), como blanco (10 %), rosado (15 %) y el llamado vino gris (5 %) variedad local del rosado.
Gracias a la herencia francesa hay 49.000 hectáreas de vid, se plantaron variedades de uva resistentes al calor en el único país musulmán que está bañado por el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, como Cinsault o Carignan, así como las conocidas Garnacha, Merlot, Cabernet Sauvignon y Syrah. La Chardonnay es la típica para los blancos, pero, sobre todo, la especialidad de la zona es el autóctono vino gris, variedad del rosado.
Los tres productores principales de vino marroquí son Les Celliers de Meknes, Thalvin y Castel. Hay 14 denominaciones de origen, las principales, Guerrouane; Beni M´tir; Zerhoune y Berkane. Otras son Sais, Beni Sadden, Gharb, Zemmour, Chellah, Zaer y Zenata.
En cuanto a los precios, varían dependiendo del lugar de venta y de la calidad de los caldos, así una botella de vino cuesta entre 30-45 dirhams (2,75-4,10 euros) en comercios hasta los 120-350 dirhams (11-32 euros) en restaurantes y hoteles.
Se producen anualmente 35 millones de botellas de vino, de ellas dos millones para la exportación a Europa y Estados Unidos, mayor exportador en África tras Sudáfrica. El sector da empleo a 20.000 personas. El consumo se reduce un 20 por ciento en Ramadán.
Marruecos también produce cerveza, la bebida alcohólica preferida por los marroquíes, las marcas Casablanca, Flag y Stork son las más conocidas, teniendo un precio de entre 11-25 dirhams (1-2,20 euros) en comercio y entre 25-50 dirhams (2,20-4,40 euros) en restaurantes y hoteles.
En 2010 los marroquíes consumieron 117, 5 millones de litros de bebidas alcohólicas y en 2012 ya alcanzaban los 120 millones. Un 30 % consume habitualmente y un 35 % esporádicamente, mientras que más de un 20 % son turistas. La empresa Brasseries du Maroc, que tiene el cuasi monopolio de la venta de cerveza en Marruecos, facturó en 2015, 220 millones de euros, con un crecimiento del 0,9 por ciento respecto a 2014.
Los marroquíes prefieren la cerveza (50 %) antes que el vino (37 %) y otras bebidas alcohólicas (13 %). La enorme subida de la tasa sobre el alcohol, impuesta tras la llegada al poder del islamista PJD en 2011, motivó la bajada del consumo en Marruecos, así entre 2011 y 2012 hubo una bajada del 5 % en las ventas de bebidas alcohólicas
Un pasado estudio del consumo de alcohol en los países musulmanes señala que Marruecos se encuentra con un consumo anual de alcohol por habitante de 1,47 litros, según datos de 2012, por detrás de Túnez, mayor consumidor con 10 litros por habitante y año ó Argelia con 3,9.
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