Gracias a sus muchos años en la radio de la obispalía y al periodismo basura que desde esos micrófonos prodigó, sin que los respetables monseñores se sintieran llamados a corregir sus prédicas biliosas, el locutor de Las mañanas de Federico ha llegado a tener un medio propio merced a su afinidad con la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, condesa consorte de Bornos.
Federico Jiménez LosantosDesde que dejó la COPE, el locutor Federico perdió mucha de la audiencia que entonces le seguía y ahora no es capaz de aglutinar en torno a Es Radio, porque de todo se puede cansar el oyente, mucho más si el emisor llega a enfangarse hasta tal punto en un discurso de esa laya. Pero como Federico es incapaz de hacer otro y con el que ofició en el pasado le fue bien durante un cierto tiempo -recordemos aquella airada legislatura en contra del primer gobierno de Zapatero tras la masacre del 11-M y su protagonismo en la conspiranoia-, sus Mañanas abundan en la misma mierda, si bien por exceso reiterativa sus emisiones no logren la misma repercusión que antaño.
Por esto último quizá, porque al tal Federico no se le hace tanto caso, ha querido soltar y ha soltado una de sus más miserables e inadmisibles soflamas a través de un medio de comunicación. Aparte de calificar al presidente del Gobierno de zángano y solemne bobo, y a Sánchez de matón de discoteca y mozo de mulas, según la jerga que habitualmente maneja el mentado, ha dicho de Podemos lo que sigue (en el vídeo, a partir del minuto 16:43): «Es el único partido que a mí me suscita odio de clase. O sea, yo los veo y me dan ganas de hacer la Revolución Francesa, sin guillotina, ¿verdad? Porque estoy contra la degollación aunque no sean inocentes. Pero, o sea, yo es que veo a Errejón, a la Bescansa, a la Rita Maestre y me sale, me sale… el monte, no el agro, el monte. O sea, si llevo la lupara, disparo. O sea, menos mal que no la llevo».
Creo que las asociaciones profesionales de periodistas deberían condenar de modo manifiesto unas declaraciones de ese tipo en un país que, como el nuestro, tiene muy grabado el dolor y las secuelas de la violencia armada. Expresarse de ese modo no tiene nada que ver con la libertad de expresión, sino con las más negras páginas de nuestra historia, fomentadas desde la siembra de odio que estilos como el de Federico Jiménez propala.
Sin el apoyo de entes superiores estos sembradores de odio no tendrían sentido. Sus años gloriosos se los debe a los obispos que pusieron a su disposición el púlpito de su emisora.