Igualdad de Género en la Educación

Ileana Alamilla[1]

Es curioso saber que entre los datos sobre la paridad educativa en Guatemala estamos, junto a Brasil, entre los países que no han alcanzado paridad de género en educación primaria y secundaria en América Latina, solo que la disparidad nuestra tiene un predominio masculino, mientras que la de Brasil es a favor de las mujeres, una “tenue” diferencia que tiene que ver con nuestro sistema, nuestras prioridades y con las desafortunadas relaciones de poder que imperan.

igualdad-genero-educación-unesco Igualdad de Género en la EducaciónLa semana anterior, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) presentó el Atlas Mundial de la Igualdad de Género en la Educación, una producción de su Instituto de Estudios, documento sumamente meticuloso, detallado y gráfico, que tiene información que debería ser de consulta obligada para los entes estatales decisores de política, que tienen que ver con planificación y asignación de recursos, que es lo que en última instancia demuestra si los discursos son coherentes con las voluntades.

Enrique Maldonado, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), presentó un excelente análisis del presupuesto de Guatemala y, en forma elocuente, documentada y coherente, demostró el escaso interés que para nuestro país tiene la inversión en educación y, por lo tanto, el desprecio hacia la niñez y la poca visión para alcanzar el desarrollo.

Hizo ver que la fiscalidad no son solo los ingresos del Estado, sino también el gasto público, que es la respuesta que este da a las necesidades y reivindicaciones de la población, aunque hay que agregar que los ingresos están delimitados por la resistencia al pago de impuestos, que debemos reconocer es generalizada, pero manipulada por los poderes económicos tradicionales. La consecuencia es la mala calidad de servicios que recibimos. Esto no niega los otros factores que inciden, entre ellos: la corrupción, la poca capacidad de ejecución, etc.

Pero en el caso de la educación, Maldonado afirmó que para hacer valer este derecho, la gente debe tener acceso a la misma. Un dato que llama la atención positivamente tiene que ver con los avances en la equidad de la cobertura en el caso de la educación bilingüe y saber que los estudiantes en el nivel primario tienen menos tasa de deserción que quienes están en el sistema monolingüe, debido a que los niños entienden más al maestro.

En nuestro país casi todas las personas reciben educación primaria, pero en los niveles anteriores o posteriores es lo contrario. Un 60% de los menores de 6 años están fuera del sistema educativo y aquí es obligado hablar de ese altísimo porcentaje de pequeños que están en estado de desnutrición, que viven en el laberinto de la pobreza y que su futuro es reproducir ese destino. ¿Cómo vamos a resolver esta infamia social si la inversión pública en niñez y adolescencia anual en Guatemala es siete veces menor que en Costa Rica?

¿Qué competitividad puede tener un país si no asigna recursos a lo que puede garantizar el impulso al desarrollo que es la educación, pero que además tampoco quiere entender que las personas en situación de pobreza no entran en sus proyectos rimbombantes?

Si los gobernantes de verdad tienen interés en el desarrollo, la inversión debe ser priorizada en lo estratégico: combatir la pobreza, que es la madre de todos los males, invertir en educación y en salud.

La reflexión de la comentarista Alejandra Colom, de Population Council, de que aquí hay una pobreza planificada, tolerada y tolerable, hay que asumirla con vergüenza.

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.

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