PALABRA DE ANTÍGONA
Hoy como nunca en los años recientes los derechos de las mujeres están en peligro. Eso sucederá si no asaltamos el Congreso; si no armamos alguna acción de impacto que explique a la gente que significan las acciones venideras. Si no decimos con simpleza como se viola el estado laico, o recortar recursos para los programas de género y pasar sistemáticamente por alto la tragedia de la muerte materna, el aborto clandestino, el embarazo en adolescentes y toda la gama de violencias contra las mujeres.
No hemos conseguido lo deseado en 50 años de lucha, pero avanzamos como nunca en términos normativos, en reconocimiento a problemas tan serios como el abuso a niñas y por ello el embarazo adolescente y si no reconocemos falta de anticonceptivos que eviten el embarazo no deseado; avanzamos en la construcción de instituciones y en la intención de resolver otros temas, desde políticas públicas hasta un intenso discurso contra los hombres violentos y machistas.
Hace once años logramos el aborto legal en la Ciudad de México y hemos nombrado de mil maneras la violencia insultante contra las mujeres cuya fuente es la discriminación; hemos desplegando campañas en todo México, donde las feministas y algunas autoridades han mostrado preocupación real por las zonas más peligrosas. Nadie duda de ello.
Por primera vez autoridades encabezadas por Enrique Peña Nieto, discursivamente han reconocido el derecho a participar políticamente sin violencia y se reformó la Constitución para ir a la paridad en las listas electorales. No hay duda que en estos días miles de mujeres están en campaña. No obstante, el peligro de pérdida es real.
No puedo imaginar una mayoría en el Congreso dando para atrás los presupuestos de género; juzgando y tratando de controlar nuestro cuerpo; discursos familistas al por mayor avalando la idea de que hay que corregir, torturar y secuestrar a una chica por salir de un bar a la una de la mañana, como los casos de servicios de taxis particulares, sin solución hasta ahora.
Entre marzo y abril distintas agrupaciones y frentes de mujeres presentaron en público lo que globalmente llamaremos la agenda de las mujeres. En el subtexto de cada presentación se muestra una clara advertencia: hoy todo lo avanzado, está en peligro, pero especialmente el Estado Laico y los derechos sexuales y reproductivos. Los documentos y las expresiones de las mujeres advierten cómo obstáculos judiciales, impunidad e incomprensión del problema de la desigualdad tiene malos augurios para detener, paliar, evitar o prevenir la violencia contra las mujeres.
Los presidenciables y sus agrupaciones políticas han pasado de largo. Hemos presenciado, por el contrario, una movilización contra el aborto y los matrimonios igualitarios, especialmente, en la Ciudad de México, tristemente, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Mikel Arriola, el más a la derecha de todas las voces en contienda, llamó a la movilización contra el aborto, y de sus labios han salido palabras tan ridículas como “gobiernos comunistas”, bueno, este señor. Tristemente, según las encuestas. Este hombre atrasado, que no conoce la historia de las mujeres de su partido, crece en intención del voto.
Las agendas conocidas y publicitadas están en manos de todas las candidaturas. Hasta el INE ha promovido que se incluyan los grandes problemas de más de la mitad de la población en las agendas de campaña. Y nada. A cambio una reyerta de machitos que difunden acusaciones, palabras insultantes y violentas. Machitos en un ring, a punto del espectáculo de la violencia.
Las voces de las feministas que se han levantado, incluso pagando desplegados y ganando espacios de difusión públicos, se han quedado opacadas. Y si se trata de mujeres, también hemos presenciado cómo sus casos, hechos y situaciones son presentados con misoginia y despropósito, desde cómo llamar a Margarita Zavala, la única presidenciable que renunció, como la “esposa de”, el primero fue Andrés Manuel López Obrador y luego casi todos así la consideraron, como si ella no tuviera su propio camino político.
Las primeras planas de estos días se distinguen por la revictimización de dos mujeres colocadas en situaciones difíciles: la ex presidenta del DIF en Veracruz y esposa de uno de los ocho gobernadores perseguidos por corrupción; y el caso de Néstora Salgado, tremendo. El tono, la forma, las palabras que también se repiten y exageran en los medios de comunicación.
Aquí algunas de las demandas y propuestas de una agenda que habrá que defenderse, con inteligencia y capacidad plural, pero, como se dice, también, con toda la energía y coraje necesarios.
Mujeres en Plural propuso cambios profundos en el sistema electoral, paridad en todos los espacios y, sobre todo, políticas públicas que garanticen el respeto a los derechos y las libertades de las mujeres.
Exigió, el 18 de abril, a la próxima Administración Pública Federal garantizar los logros y avances de las mujeres, fortalecer funciones y recursos del Instituto Nacional de las Mujeres e incluir como prioritaria la igualdad sustantiva en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.
Recordaron a quienes aspiran a gobernar los estados y municipios y a quienes integrarán los Congreso Federal y estatales, que el logro de la igualdad sustantiva exige compromiso del Estado, en su conjunto, una firme voluntad política y recursos suficientes tanto humanos como financieros.
Urgen a resolver alguna de las 30 iniciativas para tipificar en la legislación federal y local la violencia política contra las mujeres en razón de género, incluyendo facultades claras para las autoridades, órdenes de protección, acciones de prevención, sanciones y reparación integral del daño. Congelada y sin posibilidades de ser aplicada en estas elecciones.
El sustento: abonar a la democracia, la igualdad y la libertad, que en México hoy deben fortalecerse. Eso implica reconocer el pluralismo social y la tolerancia ante la diversidad de opiniones y formas de vida. José Antonio Mead, dijo en entrevista televisiva que él “está por la vida” y ya. Nada más.
Como resultado del Foro Feminista en Defensa del Estado Laico, las mujeres demandaron que se garantice el derecho a la salud, incluida la interrupción legal del embarazo. Agregaron que los candidatos a la Presidencia de la República se aprovechan de la pobreza de las mujeres, las llaman a los mítines para llenar plazas, pero no les hablan de sus derechos, su agenda es conservadora, sentenciaron.
Estas mujeres muchas integrantes del Frente Nacional Feminista están convencidas de que la inseguridad pública, la violencia de género, los feminicidios, el embarazo adolescente, la pobreza y la desconfianza ciudadana, son problemáticas que preocupan a la ciudadanía y demandan soluciones urgentes y efectivas. Naturalmente ningún candidato o candidata ha respondido.
Plantearon su convicción de que se han ganado derechos y no pueden existir retrocesos. Firmaron el pronunciamiento más de 110 organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y activistas de diferentes estados de la República. Se considera que ellas no llevan votos a ninguna parte.
Y de cara a la evidente religiosidad de los candidatos a la presidencia, que respeten como un principio de laicidad, la libertad de conciencia y de pensamiento en su práctica individual y colectiva para que cualquier persona pueda ejercer libremente el culto o la creencia religiosa que considere.
Como ellas, intelectuales comprometidos/as han manifestado que en esta campaña existen “intentos fundamentalistas para imponer modelos únicos de familia y del ser mujer, que niegan sus derechos y libertades a tomar sus propias decisiones”.
En marzo, resultado de un foro múltiple, llamado Foro Agenda de Mujeres 2018 invitaron a las mujeres que pretenden ocupar cargos de elección popular a hacer público su compromiso con la Agenda de las Mujeres. Se quedaron sin respuesta. A excepción de dos: Patricia Mercado quien aspira al Senado y Martha Tagle a una diputación; y la intensa campaña de Guadalupe Almaguer en San Luis Potosí, no he oído, encontrado o visto nada más. Y es verdad que las mujeres votaremos en mayoría el próximo 1 de julio según el listado nominal y el padrón electoral.
A pesar de los llamados, ocultos en la agenda de las candidaturas, no vistos ni oídos por la comentocracia más ocupada en discutir quién ganará, no logró este grupo la firma de un compromiso. Tampoco las Mujeres en Plural, ni las promotoras del Estado Laico, hay una sordera insultante en esta campaña, como no había sucedido antes. También una excepción, la de Marcos Rascón, el Súper Barrio, quien busca la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, por el partido Humanista.
Todos los demás, cuando llaman a las mujeres a votar, se las llama desde un pensamiento retrógrada, desde el principio que ha derribado la realidad, de ser “el centro de la familia”; se las llama y define como víctimas, no se sabe de qué, pero víctimas a cuyo rescate irán estos prohombres que pretenden dirigir al país.
La masiva e intensa campaña de los próximos días, muy pocos, probablemente nos haga escuchar a las candidatas, un pequeño grupo de feministas, algunas de larga trayectoria, que tal vez puedan recoger estas demandas el movimiento feminista y amplio de mujeres. Claro que es un deseo.
Lamentablemente respetables defensoras de los derechos humanos y militantes férreas de partidos y simpatizantes de algunos candidatos, como si estuviéramos en los años 60, hablan y salen a la palestra para defender a los hombres y sus programas, ¿cuál es el que va a resolver los grandes problemas del país”, ¿Cuáles me pregunto? ¿Qué irán a resolver? En un país bañado en sangre, reyerta y despropósitos, hundido por su economía y sin prácticas democráticas, donde el poder del padre es la sombra cotidiana y permanente. En plazas y auditorios, en discusiones y mesas redondas, con locutores y locutoras sin conciencia y con una corriente de mujeres sin altavoces. Veremos.