Según Greenpeace, España es el país que más aumentó el uso del carbón en 2017, año en el que la quema generó 46,5 millones de toneladas de CO2. En 2016 fueron 36 millones. A este paso, en 2030 será responsable del 60 % de las emisiones mundiales.
Mientras las grandes eléctricas, con el apoyo de los gobiernos, obtienen beneficios de miles de millones de euros, el medio ambiente y las personas sufren las consecuencias de un sistema energético contaminante, ineficiente y costoso. Un sistema que destruye hogares y hábitats con minerías agresivas y quema de carbón, causando cicatrices permanentes en las comunidades y el medio ambiente.
El carbón deja un oscuro rastro tras de sí. Su quema genera emisiones de CO2 (convirtiéndolo en el principal causante del cambio climático) y la minería subterránea, gas metano (un potente gas de efecto invernadero). Su contaminación se filtra en el agua, la tierra, a través de grietas y hendiduras, aumentando el riesgo de asma, enfermedades cardíacas y cáncer, y causando la muerte prematura de miles de personas cada año. Por ello, si no se acomete su abandono definitivo, su coste será cada vez mayor, y no solo en términos económicos.
Greenpeace ha hecho una recopilación de estos impactos. Además, junto con un equipo de periodistas y documentalistas, ha recorrido varios puntos de la geografía carbonera española para documentar las consecuencias de su quema y extracción. Como resultado de este viaje, ha recolectado una serie de desgarradores testimonios, recopilados en el documental ‘El lado oscuro del carbón’ para poner el foco en quienes han sufrido y sufren cada día las consecuencias de convivir con un combustible fósil que envenena el planeta y sus habitantes.
Médicos, exmineros, activistas y asociaciones vecinales de zonas con centrales térmicas de carbón y zonas de extracción relatan todo lo que esconde el carbón: destrucción del entorno, contaminación, problemas sociales, enfermedades… Estas voces, casi siempre ignoradas y silenciadas, son las protagonistas de una lucha llena de dificultades, pero también de esperanza. Los testimonios de Asturias, León, Almería y Teruel sirven de ejemplo de un problema que no solo ocurre ahí, sino que se repite en cualquier lado donde hay carbón.
Ahora es un momento decisivo, tanto a nivel nacional como internacional, para dejar atrás el carbón y sus consecuencias. Numerosos países ya están tomando medidas y comenzando un camino en el que el carbón no tiene futuro. Los próximos meses y años serán fundamentales para el necesario abandono del carbón en una transición sostenible y justa para las personas afectadas.
El problema del carbón
El carbón es el combustible fósil que más contribuye al cambio climático, y las centrales térmicas de carbón son la mayor fuente de emisiones de CO2 producidas por el ser humano.
Por desgracia, los gobiernos de todo el mundo están permitiendo que la industria gaste cientos de miles de millones para construir nuevas térmicas de carbón en todo el mundo en los próximos años. Como ya hemos señalado, si los planes actuales siguen adelante, el carbón será responsable del 60 % de las emisiones de C02 para el año 2030.
En 2016, el carbón fue el responsable de más del 65 % de las emisiones de CO2 producidas en la generación eléctrica en España, pero producía solo el 14 % de la demanda de electricidad peninsular.
La contaminación atmosférica procedente de la combustión del carbón está destruyendo los medios de vida y matando gente. Sólo en España mueren prematuramente cada año 30 000 personas por respirar aire contaminado.
España es el país europeo que más subvenciones (pagos por capacidad) ha otorgado a las centrales eléctricas, 18 000 millones de euros en los últimos veinte años, al tiempo que tres centrales españolas están entre las treinta más contaminantes de Europa y la central de Andorra (Teruel) está entre las diez térmicas europeas con mayores emisiones de dióxido de azufre.
El 50% de las emisiones de CO2 del sistema eléctrico en España en 2017 fueron producidas por el carbón mientras que su generación eléctrica fue del 17%
La solución
Para evitar los peores impactos del cambio climático tenemos que evitar un aumento de temperatura global por encima de 1,5 ºC. Para ello, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben tener su máximo en esta década y, desde allí, disminuir a cero en este mismo siglo. Esto significa que en los países de desarrollados deberemos estar en cero emisiones para 2050.
El mundo tiene suficiente energía renovable técnicamente accesible para satisfacer seis veces la demanda actual de energía. Necesitamos una revolución energética que sustituya a las energías sucias, como el carbón, con energías como la eólica o la solar que logre una eficiencia energética que generará puestos de trabajo y reducirá los costes de la electricidad.