Estaba escrito que, en cualquier momento, iban a empezar a llegar películas sobre la corrupción. El asunto es lo suficientemente atractivo y actual como para tentar a guionistas y realizadores.
Esta de “Animales sin collar”, primer largometraje de Jota Linares y protagonizado por Natalia de Molina (Kiki el amor se hace) y Daniel Grao (Julieta), y un puñado más de actores va, sin nombrarlo y en forma de thriller, del caso de los ERE andaluces y las terribles consecuencias que asuntos como ese tienen para las familias cuando se hacen públicos.
Según el director “trata sobre el poder de la mujer para tomar las riendas de su vida, sobre el éxito y el fracaso, sobre la ambición y las segundas (y últimas) oportunidades. Y, en última instancia, sobre las decisiones que tomamos y que lo cambian todo para siempre”.
De acuerdo, vale; pero yo más bien diría que trata del hijo de un político corrupto encarcelado que dispone del dinero que su padre se llevó y se lo presta a la mujer de un político “de ahora”, que arrastra su propio pasado con más sombras que luces. Y después de esto vendría lo de la mujer que decide tomar las riendas de su vida, etc.
El centro de la acción es un cortijo andaluz, donde vive la pareja protagonista y donde irán apareciendo las escenas de vida, muerte, ambición y dolor, que tienen como protagonistas a políticos, empresarios, chantajistas y esa mujer acorralada y superada por los acontecimientos que, como la Nora de “Casa de muñecas” de Ibsen –personaje en el que dice haberse inspirado el realizador-, consigue encontrar la fuerza necesaria para romper con todo y lanzarse a la carretera en busca de otra vida.
Mi impresión es que a esta película le falta algo, quizá intensidad, y le sobra melodrama.