El historiador español Enrique Moradiellos publicó en 2018 Franco. Anatomía de un dictador, una introducción a la personalidad humana del general y dictador español Francisco Franco, a su actuación gubernamental y a la naturaleza institucional de su régimen.
Hablé sobre este volumen indispensable para Nueva Tribuna en un artículo titulado ‘Explicando el franquismo, comprendiendo a Franco: Moradiellos, historiador’. Y hoy vuelvo a hacer hincapié en alguno de los aspectos tratados en dicha obra.
La larga prolongación en el tiempo de la dictadura del general Francisco Franco la convierte en una de las más duraderas de cuantas tuvieron lugar en la Edad Contemporánea. Para no ser una dictadura marxista, toda esa permanencia verdaderamente llama la atención. Como la Historia comprende y explica los cambios en “las formas de la sociedad humana”, estudiando a esta última en el tiempo y en el espacio, cronológica y geográficamente, cuando ha de hacernos entender qué fue el franquismo se encuentra con un mismo espacio pero con varias décadas en las que lo social y lo político no son un monolito fotografiable. Se hace necesario para explicar el franquismo acudir a la cronología, a la periodización, esa invención de los historiadores que nos permite dividir, si bien sólo conceptualmente, algo que no puede ser dividido realmente, que no se divide, que no tiene lapsos, ni hitos: el tiempo.
Existe una muy general aceptación entre los historiadores respecto de lo que Moradiellos llama “esquema binario de división del franquismo”. Dado que él no se atreve a decidirse por un año bisagra, escoge el periodo entre 1957 y 1960 como discriminación de esas dos etapas:
“En definitiva, habría existido un primer franquismo ‘retardatario’, instalado en el estancamiento socio-económico, la rigidez política y el aislamiento internacional, que fue reemplazado por un segundo franquismo “modernizador”, abocado al desarrollo social y económico, la flexibilidad política y la apertura exterior”.
No obstante, si hasta aquí hay bastante consenso entre la comunidad de historiadores especialistas en la dictadura franquista, aún se puede periodizar acotando de una manera más precisa y rigurosa aquel tiempo histórico.
¿Comienza el franquismo en 1936 o en 1939? ¿Comienza cuando Franco empieza a ejercer su poder sobre la España sublevada o cuando lo atesora sobre todo el territorio español? Ya digo, a partir de la división binaria temporal del franquismo ya no hay tanto acuerdo histórico. Yo, personalmente, considero que si el franquismo es hijo de la Guerra Civil no es sólo su resultado, sino que está encarnado completamente por ella. Cuando Franco se hace con el poder de los alzados en octubre de 1936 comienza su dictadura. Y, dado que el franquismo es la dictadura de Franco…
Creo que una excelente periodización, más compleja que la clásica de primer/segundo franquismo, es la que lleva años proponiendo cabalmente el propio Moradiellos. Esta:
- 1936-1939, configuración general del régimen durante la Guerra Civil.
- 1939-1945, etapa de hegemonía nacional-sindicalista en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.
- 1945-1959, etapa de predominio nacional-católico en el contexto de aislamiento y posterior reintegración subordinada en el ámbito occidental.
- 1959-1969, etapa autoritaria de desarrollo tecnocrático, expansión económica y tentativas de apertura económica.
- 1969-1975, etapa de tardo-franquismo definida por la crisis y agonía terminal del régimen.
Si optamos por una periodización más simple que desoiga el tan traído y llevado esquema binario matizándolo, podríamos también usar otra de las muchas que el libro de Moradiellos contempla, por ejemplo, la de los historiadores José Luis García Delgado y Juan Carlos Jiménez, una periodización la suya muy economicista: habría en el franquismo, según ellos, tres etapas muy distinguibles, una primera definida como “el primer franquismo”, de 1939 a 1950 (ellos son de los que sacan la guerra del franquismo), la de “la dureza de la posguerra”; una segunda denominada “el decenio bisagra”, de 1951 a 1959, que caracterizan con “el zigzagueante final de la autarquía económica”; y una tercera y última a la que llaman “los años del desarrollo”, de 1960 a 1975, los años del “crecimiento y la economía recomendada”.
Desde otra óptica, la de “la vida cultural y cotidiana”, los historiadores Jordi Gracia y Miguel Ángel Ruiz Carnicer emplean un esquema similar al anterior:
- Terror y gasógeno. La España de la posguerra.
- De la desolación a la esperanza. Los años cincuenta.
- Control social y vertebración de la protesta. 1960-1975.
Dividamos como dividamos el franquismo, algo sobre lo que no hay consenso, sobre cuáles fueron sus etapas, sí podemos establecer un análisis irrefutable: “la enorme concentración de poder político casi absoluto e ilimitado en manos de un único responsable, el general Franco en calidad de caudillo de España por la gracia de Dios”.
Finalizo parafraseando al historiador Borja de Riquer.
El camaleónico Francisco Franco, de feroz autoritarismo irrenunciable, se valió del caudillismo fascista al principio de su dictadura, y luego se forjó como un nacionalcatólico devoto para acabar haciéndose pasar (y, a su manera, serlo) por un moderno tecnócrata, sin dejar de ser nunca lo que más era, lo que más pudo ser, un militar, un militar que paradójicamente no ejerció una dictadura militar: Franco moldeó su propio régimen “a su imagen y conveniencia”.
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