El cuerpo médico de Australia considera que el cambio climático es una «urgencia sanitaria».
La Asociación Médica Australiana (AMA), que representa a los médicos y estudiantes de medicina del país, lo ha certificado este 4 de septiembre de 2019 y según su presidente, el doctor Tony Bartone, se trata de un hecho «irrefutable» a pesar de los esfuerzos que hace el país para reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero. Con 25 millones de habitantes, Australia es uno de los mayores emisores de este gas por cápita, según la información de la Agencia Belga reproducida en el digital Le Vif..
En una moción aprobada en su sede de Camberra, el consejo federal de la asociación define «el cambio climático como una urgencia sanitaria con evidentes pruebas científicas que indican graves impactos en nuestros pacientes y nuestras comunidades, en el presente y en el futuro». Para su presidente «la realidad científica es que el cambio climático tiene un efecto sobre la salud y el bienestar, a causa del aumento de situaciones en que pueden transmitirse enfermedades infecciosas, y de acontecimientos climáticos extremos, como las olas de calor ».
Según la AMA el cambio climático va a generar un índice mayor de mortalidad a causa del «estrés térmico» (golpe de calor) y los fenómenos extremos, lo mismo que va a aumentar el contagio por enfermedades vectoriales, como el dengue. Además, va a causar inseguridad alimentaria, a causa del descenso de la producción agrícola, y va a elevar la incidencia de problemas de salud mental: «Estos efectos ya empiezan a notarse en Australia y en todo el mundo».
Amplias partes del territorio de la isla-continente están padeciendo una sequía sin precedente. La Oficina Meteorológica Australiana considera que el período que va de enero de 2017 a julio de 2019 ha sido el más seco en el estado de Nueva Gales del Sur y en el este del estado de Victoria, así como en las cuencas hidrográficas de los ríos Murray y Darling. Según las cifras publicadas el pasado 30 de agosto de 2019 por el Ministerio del Medio Ambiente, no solo no han disminuido las emisiones australianas de CO2 sino que se ha observado una tendencia al alza en el primer semestre de este año.
Preguntado por el diario británico The Guardian, el doctor Bartone considera que es difícil determinar si el gobierno australiano lleva a cabo una política suficientemente ambiciosa en su lucha contra el cambio climático «porque esta problemática se ve ensombrecida por coyunturas e informes contradictorios», aunque asegura que todos los partidos políticos australianos tienen la responsabilidad de encontrar «soluciones sostenibles».
Por lo que respecta a los europeos, un informe de la Comisión Europea de 2009 estimaba que, en los países de la UE, la mortalidad aumenta del 1 al 45 cuando la temperatura aumenta un grado, lo que significa que la mortalidad relacionada con el calor «podría conocer un aumento de 30 000 decesos anuales hasta 2030, y de entre 50 000 y 110 000 hasta 2080». El riesgo de morir de las consecuencias de un golpe de calor -así como de problemas cardiovasculares, renales, respiratorios y metabólicos- afecta en mayor medida a las personas de más edad, que tienen reducida la capacidad de limitación y regulación de la temperatura corporal».
