La crisis económico-financiera no da respiro ni siquiera a la hora de la muerte en España, donde los servicios funerarios cargan con el más alto porcentaje en la escala del impuesto al valor añadido (IVA), similar al que se abona para disfrutar de un entretenimiento o cualquier otro gasto superfluo, escribe Alexandra Di Stefano Pironti (IPS) desde Barcelona.
«He pagado más de 7.000 euros (9.300 dólares) por el entierro de mi esposo, y ha sido un servicio sencillo, con un ataúd de los sencillos que costó 2.600 euros (3.450 dólares), sin recordatorios ni música y pocas flores. Además, en vez de enterrarlo, lo incineramos, que todavía es más barato», detalló a IPS la jubilada Ana María Robles, de 66 años.
«Para una familia de clase media, este precio es un abuso», agregó Robles, quien hace pocos meses se retiró de su trabajo de años en el Departamento de Tráfico de Barcelona.
Esos valores en constante aumento han llevado a que los entierros de beneficencia se hayan incrementado en 20 por ciento de 2010 a 2011 y de 38 por ciento de 2011 a 2012, cuando aún regía el IVA reducido de ocho por ciento. Las estimaciones con el nuevo impuesto son para este año de un crecimiento de 40 por ciento, según el director general de Cementerios de Barcelona, Jordi Valmaña.
«Los servicios fúnebres son esenciales para la sociedad y el público. El hecho de que el IVA haya subido de ocho a 21 por ciento a fines de 2012 es una barbaridad, y me parece un error de tipo político que se cobre el mismo tributo que las discotecas», dijo a IPS.
«Antes teníamos un IVA reducido, como en los otros países europeos», añadió. En cambio, ahora se paga el mismo nivel tributario que los boletos de teatros, cines, espectáculos, conciertos, zoológicos, parques de atracciones, discotecas y otros entretenimientos.
Desde que los servicios funerarios pasaron en 1996 de ser gestionados por organismos estatales a privados, los precios comenzaron a subir de modo persistente, según dijeron a IPS fuentes vinculadas al sector que pidieron no ser identificadas.
«Desde la liberalizaron de estos servicios, particularmente a partir de 2004, los precios han subido por encima del IPC (índice de precios al consumo)», agregaron.
«En 2004, los servicios funerarios completos costaban alrededor de 4.000 euros (5.300 dólares), y actualmente un entierro normal promedio cuesta entre 6.000 y 7.000 euros (8.000 y 9.300 dólares)», añadió.
Valmaña dijo que la cota de entierros de beneficencia alcanzada es la mayor de los últimos 20 años, pese a que alrededor de la mitad de la población española cuenta con seguro de decesos, cuyo costo ronda en promedio entre 20 y 30 euros (de 40 a 53 dólares) mensuales los más sencillos y hasta 70 (93 dólares) los más sofisticados.
«Tenemos acuerdos con las áreas sociales de los diferentes ayuntamientos para que se entierre gratis al difunto si la familia no tiene recursos económicos», indicó Joan Ventura, director Altima, la compañía privada que tiene 20 por ciento de la cuota del mercado funerario de Barcelona y poblaciones cercanas.
Según Valmaña, el proceso para acceder a un entierro de beneficencia es sencillo. Se necesita un certificado del asistente social del hospital donde ha fallecido la persona y que el ayuntamiento documente que la familia no puede afrontar los gastos privados.
«Hace años decidí dignificar el entierro de beneficencia, ya que hasta 2006 se hacía en fosas comunes. Ahora utilizamos bloques de nichos superiores, que tienen más difícil acceso y nadie los quiere», puntualizó Valmaña.
Cementerios de Barcelona hace también presupuestos subvencionados con derecho a entierro digno por 300 euros (400 dólares), es decir 400 menos de lo que cuestan estrictamente los gastos de cementerio.
«El servicio de entierro es sagrado para la familia. Hacen un entierro digno aunque pasen dificultades económicas y tengan que pedir prestado al resto de los parientes», dijo Valmaña.
Aun así, el director de Cementerios de Barcelona comentó que la crisis económica en España lleva a la familia de los difuntos a ahorrar en complementos que no son estrictamente necesarios, «como la calidad del ataúd y del mármol de la lápida, en las flores, las coronas y hasta prescinden de la música en la ceremonia».
Por su parte, Ventura atribuyó los problemas del sector al cambio en los tributos. «Este negocio se ha visto muy poco afectado por la crisis económica, pero le ha perjudicado el aumento del IVA», cuestionó.
La otra cara de los entierros y los ritos funerarios tiene que ver con los más ricos y las diferencias sociales en España, que van en aumento.
Según un informe de este año de la organización humanitaria Cáritas Diocesana, titulado Desigualdad y Derechos Sociales, la crisis económica en este país ha aumentado las desigualdades sociales entre las rentas más altas y las más bajas en 30 por ciento desde 2006.
El estudio de la entidad relacionada con la Iglesia Católica advierte que España tiene el indicador más alto de desigualdad social de la Unión Europea.
Para este sector de los más ricos, las compañías que gestionan los decesos planean propuestas extravagantes.
Cementerios de Barcelona tiene ya planeado un entierro de gran lujo con carrozas de caballos emulando las ceremonias del siglo XIX, «apuntando a un segmento de población de mucho dinero que busca hacer algo diferente», indicó Valmaña.
Por su parte, Altima ofrece entierros ecológicos, plantando sobre las cenizas de los difuntos las semillas de un árbol que, cuando nace, simboliza el ciclo de la vida y la muerte.
«Hemos plantado hasta ahora 1.000 árboles», dijo Ventura.
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