Levantemos el día nada más amanecer. Tengamos vigor sin miedo, afrontando los retos, que son muchos. Hemos de litigar sin caer en cuentas extrañas.
No mendiguemos afectos. Deben salir del corazón. Si vienen de otro lado no han de ser interesantes. Creamos, ante todo, en nosotros mismos.
Figuremos en los pasatiempos que entretienen, pero sin romper esquemas básicos, sin ridiculizarnos. Apaguemos las viejas cuentas en negativo, que nunca vienen bien. Miremos al futuro.
Los hechos nos deben regalar promesas de mejoría desde el cambio sosegado. No hay que correr. Lo que ha esperado puede seguir aguardando.
Nos hemos de consolidar en los espacios con brillo. No regulemos desde lo absoluto. Dejemos que fluya la existencia con fortunas no materiales.
Podemos ser felices. Lo sabemos desde hace tiempo. No consintamos que nos hagan daño. Nos hemos de adecuar a lo que sucede en positivo. Avancemos.
Llegaremos donde sea preciso sabiendo que lo importante no es la meta sino el itinerario.