Dibujemos la mejor espiral para crecer. Lleguemos donde todo tiene más sentido, con amor, dejando los pesares atrás.
No todo ha de contar, pero sí hemos de experimentar y sacar partido a lo que suceda. Nos compararemos en positivo. Debemos fermentar.
Los hechos han de servir para recapitular y ser entre emociones que nos saquen de inercias que no sean claves. Nutramos las gratas emociones.
Tengamos a mano las maravillosas fuentes, los guisos que nos gustan, los olores que nos hacen recapacitar, los elementos más llenos de genialidad. Está bien llorar, pero no ha de ser la experiencia de la vida. Recapacitemos, y aprendamos de nuestros errores. Elevemos los corazones.
Seamos sencillos y naturales. Nos comentaremos las sensaciones más nobles. Debemos querernos, ser dichosos dentro de la normalidad. Evitemos estridencias y vayamos hacia esos inicios que nos cubrirán de lo edificante.
Somos poderosos. Mucho. Demostrémoslo.