No lastimemos el día. Hemos de protegerlo, mimarlo, desde sus inicios, con objetivos queridos, con símbolos que nos repartan independencia. Hemos de prodigarnos con la gratitud más tierna. Nos hemos de subir a la escalera más sensacional.
No nos bloqueemos. No rompamos el silencio para negar la necesidad del equilibrio y el sosiego. Emprendamos la vida con regulaciones níveas, con intereses no creados. Nos hemos de colocar en los sitios más caracterizados por la sabiduría de saber estar.
Encendamos las luces de la pasión. No cortemos los empeños de años pasados. Salgamos adelante con mejorías constantes. Tengamos pies y cabeza para existir, para caminar, para defendernos. Nos debemos a la libertad.
Hemos de prevalecer con repeticiones de alegría, con cánticos maravillosos que nos inviten a compartir cuanto somos. No consintamos la oscuridad. Vayamos hacia el infinito. Podemos ser dichosos. Avancemos con la bondad precisa.
Hemos de abundar en los aspectos más nobles para procurar ser parte del sistema que nos enriquece y nos hace ser más joviales. No consintamos que nos hagan daños gratuitos. Podemos ser, debemos ser, fuertes. No permitamos que nos roben la energía. Seremos lo que queramos.