Siria, el regreso: violaciones, tortura, desapariciones

En un informe titulado «You’re going to your death» (Vas derecho hacia la muerte), dado a conocer el 7 de septiembre de 2021, Amnistía Internacional (AI) documenta las violaciones de los derechos humanos cometidas por los agentes de inteligencia sirios con 66 personas que han regresado al país, trece de ellas menores. De este grupo de personas, cinco han muerto en la cárcel tras regresar a Siria y diecisiete ha sido víctimas de desapariciones forzosas.

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Mientras el gobierno de Bachar-el-Assad se empeña en presentar Siria como «una país en reconstrucción», los que regresan encuentran una realidad bien distinta.

«Estados como Dinamarca, Suecia y Turquía, que presionan a los refugiados sirios para que regresen, no pueden ignorar lo que les espera -escribe Marie Forestier, investigadora de los derechos de las personas refugiadas y migrantes de AI, en la presentación del informe- (…) aunque han terminado las hostilidades militares sigue intacta la propensión del gobierno sirio a atentar gravemente contra los derechos humanos».

No han terminado las torturas, desapariciones forzosas y detenciones arbitrarias o ilegales que han obligado a muchos sirios a buscar refugio en otros países. Los testimonios que figuran en el informe demuestran que el territorio sirio no es un lugar seguro para volver.

Los agentes de inteligencia atacan a quienes regresan a Siria porque un día decidieron huir, y les acusan de falta de lealtad, de traición e incluso de «terrorismo». En algunos casos, les han atacado únicamente porque regresaban a sus casas desde regiones de la propia Siria que estuvieron controladas por la oposición.

Como ejemplo el caso de Karim (es un nombre ficticio igual que todos los que aparecen en el informe),  detenido a los cuatro días de regresar a su pueblo desde Líbano, y torturado durante los seis meses que permaneció encerrado: «Una vez en libertad (…) tenía miedo de hablar con cualquiera, tenía pesadillas, alucinaciones, hablaba dormido y me despertaba llorando, estaba aterrorizado. Ahora soy un discapacitado, los nervios de mi mano derecha y algunos discos de mi columna tienen lesiones debidas a la tortura».

AI ha documentado catorce casos de violencia sexual cometida por las fuerzas de seguridad con mujeres, un adolescente y una niña de cinco años, durante los interrogatorios en los controles fronterizos, y en centros de detención. Se trata de testimonios que coinciden con las prácticas comprobadas de violencia sexual y violaciones cometidas por las fuerzas progubernamentales, con civiles y detenidos, durante el conflicto.

Cuando Noor regresó de Líbano fue detenida en la frontera por un miembro de las fuerzas de seguridad que le dijo: «¿Por qué te fuiste de Siria? ¿Porque no quieres a Bachar-al Assad y no quieres a Siria? Eres una terrorista… Siria no es un hotel en el que puedes entrar y salir cuando te apetezca». A continuación violó a Noor y a su hijita de cinco años en la pequeña habitación, destinada a interrogatorios, del puesto fronterizo.

Otro caso es el de Yasmín, quien regresó de Líbano con un hijo adolescente y una hija de tres años. Las fuerzas de seguridad les detuvieron en la frontera y acusaron a Yasmín de espiar para un país extranjero. Les llevaron a un centro de detención de los servicios de inteligencia, donde permanecieron durante veintinueve horas y donde la violaron, mientras que algunos de los agentes llevaban al chico a otra habitación y le violaban con un objeto.

El agente que violó a Yasmín le dijo: «Esto es a modo de bienvenida en tu país. Si vuelves a marcharte de Siria y se te ocurre volver, el recibimiento será aún mejor. Tú y tu hijo recordaréis esta humillación toda la vida».

De las 66 personas entrevistadas por AI, 59 –hombres, mujeres y niños-  fueron detenidas arbitrariamente al regresar a Siria, la mayoría acusadas vagamente de «terrorismo». 33 de ellas sufrieron tortura o malos tratos en los interrogatorios y durante la detención, con el objetivo de hacerles confesar presuntos delitos y castigarles por su presunta oposición al gobierno.

Yasin fue detenido en un control inmediatamente después de pasar la frontera libanesa. Pasó cuatro meses en la cárcel : «No sé el tiempo que estuvieron torturándome en una habitación (…) A veces, cuando un agente me pegaba, yo iba contando los golpes y llegada hasta cincuenta o sesenta antes de perder el conocimiento. Una vez llegué hasta cien».

Ismael, detenido durante tres meses y medio en cuatro secciones distintas de los servicios de inteligencia, contó: «Me dieron descargas eléctricas entre los ojos. Sentí que temblaba todo mi cerebro (…) Quería morir, no sabía si era de día o de noche. Las piernas no me aguantaban… cuando me llevaban a los interrogatorios tenían que sujetarme al ir y volver».

Las desapariciones forzosas son frecuentes. Ibrahím contó que un primo suyo fue detenido en 2019, al regresar de Francia, junto con su esposa y sus tres hijos. Los cinco llevan dos años y ocho meses «desaparecidos».

En los tres últimos años, los combates han disminuido netamente en Siria. El gobierno controla ahora más del setenta por ciento del territorio y las autoridades animan públicamente a los refugiados a regresar al país, lo que está llevando a que varios países de acogida revisen las condiciones de asilo concedidas a las personas procedentes de Siria.

«En Líbano y Turquía, donde muchos refugiados soportan condiciones difíciles y sufren discriminación, los gobiernos les presionan cada vez más para que regresen a sus casas. En Europa, Dinamarca y Suecia están reevaluando los permisos de estancia de los solicitantes de asilo que proceden de regiones que consideran seguras para el regreso, y entre ellas Damasco y sus alrededores. Pero un tercio de los casos mencionados en este informe se refieren a violaciones cometidas precisamente en Damasco y alrededores. Aunque ninguna región de Siria es segura. Las personas que huyeron del país corren un grave peligro de ser perseguidas a su regreso, por sus presuntas opiniones políticas o como castigo por marcharse del país».

Como conclusión del informe, AI pide:

  • a las autoridades sirias que garanticen la protección y el respeto de los derechos fundamentales de las personas que regresan al país, y que se acaben las violaciones;
  • A los países que han acogido a refugiados sirios que continúen proporcionándoles refugio y garanticen su protección contra las atrocidades cometidas por el gobierno sirio.
  • A los gobiernos europeos que dejen de obligar a los refugiados, directa o indirectamente, a regresar a Siria.
  • A los gobiernos de Líbano, Turquía y Jordania que, de acuerdo con sus obligaciones internacionales,  protejan a los refugiados sirios de la expulsión o cualquier otra forma de regreso forzoso.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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