Consideremos el comienzo del día -es un consejo- como una gran oportunidad. Debemos darle el visto bueno a las ocasiones que nos puede regalar. Delineemos la postura de aprovechamiento máximo. No vacilemos.
Abundemos en la jornada desde el mismo instante en el que nos despertamos a sus ofertas, que hemos de tomar sin vacilaciones. El tiempo es finito: nos lo debemos recordar para sacarle el jugo. No tengamos miedo.
Busquemos en las evidencias que se sustentan en el amor. Respetemos los procedimientos siempre que podamos, pero no nos quedemos atrás. Persigamos con independencia y sin agobios.
Saquemos las manos de los bolsillos y formemos parte del desfile de la existencia, con sus alegrías, sin rodeos, dando con las señales de genuina valentía y hermosura. Fluyamos.
Salgamos de las aguas revueltas. Bailemos. Aportemos granos de amistad sincera, y unamos los esfuerzos con intenciones y reflejos de un óptimo carisma.
Seamos claros y perseverantes, sin hacer alardes soberbios e inútiles. Albergamos mucho a favor. No rompamos la magia que se puede fraguar en realidad. Todo irá bien.