El papa Francisco ha dicho con toda certeza una verdad que muchos proclaman por sus luchas emancipadoras y otros, los menos, los del capitalismo impío, callan por conveniencia a sus mezquinos intereses: «Latinoamérica será víctima hasta que no se libere de imperialismos explotadores».
Esta sola frase, surgida en una extensa entrevista con la agencia argentina de noticias «Télam», ha reivindicado las luchas independentistas, nacionalistas y regionales; ha dado la razón a todos esos héroes anónimos o conocidos, que ya están en la historia universal y a los que continúan en la brega, incluso ante sus propios coterráneos que se han vendido al capital explotador.
El pontífice habla del «sueño de San Martín y Bolívar» al convocar a la unidad regional, nosotros agregaríamos al patricio Benito Juárez, al libertador José Martí y a los revolucionarios Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende y otros muchos que sería prolijo mencionar.
El papa Francisco, al hacer una firme defensa del perfil «popular» de la Iglesia latinoamericana, y su papel emancipador, la remató con su pronunciamiento, que ya causó gran escozor en los círculos de poder internacional, sí, dijo en una región que «será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores».
A la pregunta de quién o quiénes eran esos «explotadores», el Pontífice acertó: «son tan obvios que todo el mundo los ve», para luego invitar a América Latina a pensarse «desde la periferia» para cumplir el «sueño de unidad de San Martín y Bolívar».
Su tesis la explicó de esta manera Amelia Podetti, una filósofa que ya falleció, dijo: Europa vio el Universo cuando Magallanes llegó al Sur. O sea, desde la periferia más grande, se entendió a sí misma.
La periferia nos hace entender el centro. Podrán estar de acuerdo o no, «pero si vos querés saber lo que siente un pueblo, andá a la periferia. Las periferias existenciales, no sólo las sociales. Y ahí se muestra el pueblo», dijo el Papa.
En esa periferia está América Latina, ese sitio donde «se ve la verdadera realidad», la región tiene entonces el desafío de construir desde allí la unidad y «liberarse de los imperialismos».
«Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Ese sueño es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de las ideologías. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana».
Y llamó el vicario a reconsiderar el concepto de «guerra justa», aquella que justifica la reacción de la víctima: «Puede haber una guerra justa, hay derecho a defenderse, pero como se usa hoy día ese concepto hay que repensarlo. Yo he declarado que el uso y la posesión de armas nucleares es inmoral. Resolver las cosas con una guerra es decirle no a la capacidad de diálogo», concluyó,
Francisco, el primero latinoamericano, indudablemente es un Papa revolucionario y antiimperialista.
