¡Dos verbos, un problema!

Luego de tres sábados consecutivos ausente, hoy reaparezco con el deseo de dar continuidad a este trabajo de divulgación periodística, que muchos estiman como una guía práctica y oportuna para disipar dudas y adquirir soltura en la redacción profesional y aficionada.

Lo deduzco con base en las frecuentes consultas y comentarios elogiosos que recibo por diversas vías. No me sonrojo al expresar que hay quienes se han autocalificado como «asiduos lectores». Eso me complace, y por tal razón, aquí me tienen de nuevo.

El lamentable abandono y deterioro en el que se encuentra el sistema eléctrico de Venezuela, reflejado en apagones constantes y prolongados; severas fluctuaciones de voltaje y daños a las comunicaciones por Internet y por otros canales, no permite que puedan tomarse las previsiones para hacer a tiempo las labores cotidianas, que en mi caso son el diarismo y la publicación semanal de artículos en este importante medio de divulgación masiva, sobre las impropiedades más frecuentes en el lenguaje utilizado en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana.

Mi computadora (ordenador la llaman en otros lados) estuvo averiada por varios días, tiempo en el cual estuve «batallando» para recuperarla, hasta que feliz y finalmente lo logré. Pido disculpas al cuerpo editor de este diario, extensivas a los lectores, razón de ser de quienes se ocupan de escribir con la finalidad de aportar algo que sea de interés colectivo. ¡Ese es el objetivo!

Sobre los verbos mal utilizados he escrito muchas veces, y en cada ocasión he mostrado enfoques diferentes, con la intención de facilitar la comprensión. Me complace saber que a luz de las observaciones mostradas, muchos usuarios habituales de la comunicación escrita y oral, profesionales y no profesionales, han disipado sus dudas.

Hay dos verbos que en mi opinión son los que más se usan en el diarismo venezolano, de manera inadecuada y aun cansona. El primero de ellos es aseverar, que se ha convertido en una especie de comodín de muchos periodistas, sobre todo aquellos que cubren la fuente política. Para ellos todo es aseverar, como si no existieran otros verbos con los que se pudiera cumplir el cometido. Lo emplean como sinónimo de asegurar, afirmar, y de hecho lo son; pero ocurre que entre aseverar y sus similares hay una sutil diferencia que conviene conocer en función de usarlos adecuadamente.

Aseverar es por definición: «Decir que una cosa es tal y como se expresa o sucede y no solo posible, deseada, etc.». Es en esencia, afirmar con convencimiento; en tanto que afirmar o asegurar son menos enfáticos. Alguien podría afirmar o asegurar algo, basado en un rumor, en una mentira, con temor, inclusive. Eso no sería una aseveración.

Para decir que mañana será domingo y que pasado será lunes; que el Mundial de Fútbol de 2022 se celebrará en Catar, no es ni sería necesario aseverarlo. ¡He ahí la sutil diferencia a la que me referí en el párrafo anterior!

Hay casos de verbos terminados en «ducir», como por ejemplo conducir, producir, reducir y traducir, que muchas personas, al desconocer los verbos por la índole de su conjugación, pudieran conjugar como «conducí», «produció», «reducieron» y «tradució», en lugar de conduje, produjo, redujeron y tradujo. Existe otro, como bendecir, cuya conjugación en la tercera persona del singular en pasado simple, es bendijo y no «bendició», como algunos escriben y pronuncian. Del mismo tenor es seducir.

El otro verbo es degustar, al que algunos profesionales del micrófono y «creativos» publicitarios emplean de forma inadecuada, como en el caso de un comercial de radio en el que el anunciador invitaba a degustar el paladar. Degustar el paladar sería algo así como comerse el paladar, cosa que nadie en su sano juicio se atrevería siquiera a intentarlo.

Pero el asunto con degustar va más allá, y es que, por lo menos en Venezuela, se ha vuelto una mala costumbre utilizarlo acompañado de la preposición «de»: «Venga y deguste de los mejores cortes de carne en un ambiente netamente familiar…».

El ejemplo mostrado no es arbitrario ni exagerado, pues en muchos comerciales de radio y televisión abunda esa forma anómala de usar el referido verbo, que es transitivo, y por tal motivo, la nombrada preposición está de sobra, además de que suena chocante al oído de quienes tienen nociones elementales de gramática y lingüística.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

1 COMENTARIO

  1. Llevo años siguiendo a los apóstoles del buen español, o castellano que decimos por España, pero a pesar de su entrega qué guerra más perdida. Porque si fuese cosa de gente iletrada o analfabeta, que se decía antes, pues el argumento de la autoridad, siempre valía algo, pero ahora son gente con títulos universitarios, que también son iletrados y analfabetos pero ni ellos mismos lo saben. Tienen la autoridad que da la arrogancia de un buen sueldo y un cargo sonoro y a ese ego es muy difícil hacerle entender. Un saludo

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