¡Siempre será bueno dar un repaso! (1)

La gama de impropiedades en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana es amplísima, y por eso resultaría difícil abordar todos los casos. En los más de veinte años en los que me he dedicado a estos menesteres, he procurado mostrar los más comunes, en función de que las personas que usan la redacción como herramienta básica de trabajo, puedan apercibirse de los elementos que les permitan usar de mejor manera la expresión escrita y oral.

En cada ocasión he tenido el cuidado de mostrar ejemplos adaptados a la realidad del momento y desprovistos del rigor gramatical, que es el que infunde temor y aun terror. Es justo reconocer que cada día aumenta el interés por mejorar; pero no sé si en igual o mayor proporción aparecen las impropiedades, y por eso estimo prudente volver de cuando en cuando sobre casos ya tratados, con la finalidad de refrescar conocimientos y arrojar luces para que otros puedan disipar sus dudas.

En esa gran vitrina de vicios que se han enraizado en los medios de difusión masiva, los hay de diversos tipos: unos complicados y otros muy simples; pero en función de facilitar las cosas, por lo general muestro los más sencillos, toda vez que la intención es aclarar, no oscurecer.

En este artículo voy a referirme de manera muy superficial y telegráfica, a casos ya tratados, y que muchos lectores pudieran no darles importancia; pero quieran o no, son los más comunes. Lo más llamativo de todo esto es que quienes siempre incurren en esos deslices, son personas que tienen la obligación moral de poseer un manejo sobresaliente del lenguaje escrito y oral.

Es triste y lamentable que periodistas y educadores, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, no sepan reconocer las palabras por la índole de la entonación, es decir, agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas. No exagero al hacer esa afirmación, pues las redes sociales están plagadas de casos en los que, por ejemplo, la intención era decir «esta», «este», y por desconocimiento y descuido aparece «está», «esté». Muchos se lo atribuyen al teléfono; pero eso no justifica la pifia, pues aunque sea un contenido muy personal, se debe tener presente que, por muy informal que sea, usted es ante todo comunicador y/o educador, sobre quien recae la responsabilidad moral de manejar con relativa facilidad el tema gramatical y lingüístico. El teléfono no tiene la culpa de que usted no sepa que «esta» funge de adjetivo y pronombre demostrativo, con su correspondiente masculino y plural; en tanto que «está» es una forma del verbo estar en pasado. Si usted, que es comunicador social o educador y no sabe eso, debería hacer un alto en sus ocupaciones y darle un repaso a lo que le enseñaron en primaria y en secundaria. ¡El teléfono no corrige, solo indica las opciones.

Lo del gerundio, tema al que le he dedicado varios artículos, pareciera que no hay manera de hacer entender que para su uso adecuado, es fundamental saber que existe una regla elemental. Aunque pudiera considerarse un tema escabroso, si se le presta la debida atención, podrá sacársele el mayor provecho. Debe tenerse presente que constituyen gerundio todas aquellas palabras terminadas en «ando» y «endo»: hablando, cantando, gozando; yendo, viniendo, escribiendo, etc.

Para que su uso sea adecuado deberá haber simultaneidad, inmediatez anterior o posterior a la acción principal. Por ser algo que merece mayor dedicación, con el venidero artículo podrán disiparse las dudas, siempre y cuando, repito, se le preste la debida atención.

En cuanto a los signos de puntuación, sobresale la coma, a la que muchos ignoran, y hasta se han atrevido a afirmar que ya no existe. Es por eso que solo por adivinación u otro recurso podrá entenderse lo que otros desean comunicar. Sobre esto también volveré a hablarles el sábado que viene.

La mayoría de los contenidos informativos y publicitarios que a diario aparecen en las redes sociales, están minados de letras mayúsculas innecesarias. En la escritura cotidiana ocurre por desconocimiento; mientras que en publicidad existe la falsa creencia de que en mayúscula se atrae mayor atención.

Estimo que la mejor manera de hacerse sentir, es lograr un trabajo que no viole las reglas y que se distinga por su creatividad. ¡Eso es publicidad, lo demás podría ser un disparate!

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

2 COMENTARIOS

  1. Lic. Figueroa, usted tiene tanta razón en lo que expone, que recientes estudios científicos sobre el descenso del coeficiente intelectual, han demostrado que tal disminución se debe al neurolingüismo, es decir, al cada vez más poco uso de la psiquis y del correcto lenguaje hablado y escrito.
    Siga ilustrándonos con sus acertados comentarios sobre nuestro idioma.

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