¡Siempre es bueno dar un repaso! (3)

En esta serie de artículos, de manera muy volandera, le he dado un repaso a casos que he comentado en reiteradas oportunidades, motivado por la alta frecuencia con la que aparecen en los medios de comunicación social y en las fulanas redes, y por satisfacer inquietudes que de manera frecuente recibo de algunos lectores por diversas vías.

Quienes la han seguido, han tenido ocasión de refrescar conocimientos sobre las palabras por la índole de la entonación, el uso del gerundio y de la coma, con ejemplos sencillos, en virtud de facilitar la comprensión. Como lo anuncié el pasado sábado, hoy repasaré lo de la coma y hablaré de mayúsculas y minúsculas, pues aunque son situaciones que parecieran no complicadas, se han convertido en el quebradero de cabeza de algunas personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos.

La coma es sin dudas el signo más difícil de usar, pues muchos autores, en lugar de dar una explicación fácil para una mejor comprensión, la muestran difícil, como para que siempre haya confusión y dependencia.

Son muchas las situaciones en las que debe usarse coma; pero considero que en las que más se incurre en impropiedades, es en la enumeración de elementos en serie: casa, carro, comida, escuela, gimnasio. Es el más elemental de los usos; pero hay quienes la omiten por desconocimiento.

Ha habido casos en los que, en lugar de coma, utilizan el guión: «arroz- pasta- harina»- queso- salsa- mantequilla, lo cual demuestra descuido por algo que se aprende o debe aprenderse en los primeros grados de la educación formal. Estimo que la coma vocativa es la que menos se usa, pues los que escriben a diario, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, la desconocen.

Es fundamental que sepan que el vocativo es la persona o cosa personificada que funge como interlocutor: «Gracias, hijo mio»; «Bienvenido, maestro»; «Hola, muchachos». El vocativo puede ir al comienzo de la frase, en la mitad o al final de esta: «Benigna, no quiero que te retires del grupo»; «No quiero, Benigna, que te retires del grupo»; «No quiero que te retires del grupo, Benigna». En los saludos y otros casos similares, deberá usarse la coma vocativa: «Hola, Laura»; «Buenos días, Ana»; «¿Qué tal, Mari?; «¡Cántame una gaita, hermano

En el caso del nombre de la persona y su oficio, muchos redactores ignoran que la coma deberá utilizarse en combinación con punto y coma. No es igual escribir: «Pedro Pérez, presidente, Carlos Sánchez, director general, Ronald Acuña, jefe de Relaciones Públicas», Edgar Rivero, asesor jurídico, que: «Pedro Pérez, presidente; Carlos Sánchez, director general; Ronald Acuña, jefe de Relaciones Públicas; Edgar Rivero, asesor jurídico.

Para manejar este asunto con relativa facilidad, se debe tener presente que el nombre se separa del cargo u oficio con coma, y este del cargo con punto y coma. Esa recomendación siempre me la daba el profesor Reynaldo Martínez (+), quien me enseñó a escribir y me abrió el camino hacia los medios de comunicación social, para iniciarme como articulista de un importante medio impreso del estado Portuguesa, Venezuela, por allá en el comienzo de los años ochenta.

Las letras mayúsculas y minúsculas también son un problema del que siempre es y será prudente decir algo, aunque sea nadar contra la corriente. A pesar de que pudiera considerarse un tema escabroso, si se le presta la debida atención, podrá manejarse con relativa facilidad. Los usos más frecuentes son: para iniciar un escrito, para continuar después de punto y seguido y de punto y aparte o final. Sin embargo, muchos periodistas, educadores y otros profesionales universitarios no lo han entendido, y es por eso sus escritos dan grima.

Es menester advertir que los meses del año, los días de la semana y los gentilicios se escriben con inicial minúscula, a menos que con ellos se comience un escrito, para lo cual regirá la regla general: «En enero se acostumbra realizar restructuraciones en los gabinetes gubernamentales»; «Las consultas son lunes, miércoles y viernes»; «Los venezolanos, los colombianos, peruanos y bolivianos, están hermanados por la historia y por la impronta del Genio de América».

Les dije que hoy hablaría también de a, ha, he, halla, haya, aya y allá; pero por razones de tiempo y espacio, ese tema lo mostraré la venidera semana, complementado con otros de igual importancia.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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