Hay ladrones para Rato

De casta le viene al galgo

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Bankia: salida a bolsa

El caballerete Rodrigo de Rato y Figaredo es hijo de Ramón de Rato Rodríguez San Pedro, prócer asturiano que fue un factótum en la quiebra, en los años sesenta, de hasta tres bancos: el de Siero, el Murciano y el de Medina, delito por los que fue encarcelado en 1966, y, ¡cómo no!, indultado por un Consejo de Ministros, que para eso, para indultar ladrones, está.

Lucas León

Es decir, que Rodriguito está bastante acostumbrado a los autos, los jetas y los fondos de reptiles.

¿Tú quién eres? Una catástrofe que cobra una pasta. Vaya por Dios. Tú pitarás. El Tío del Bigote me hará vicepresidente. ¡Que desgracia!

España era una verbena donde cualquier hijo de ladrón, licenciado en economía, podía ser ministro y Aznar su presidente.

El feliz acontecimiento hizo que Rodrigo se dedicará a rematar todos los balones que llegaban al área y así privatizó Tabacalera, Telefónica, Argentaria, Endesa y Repsol. Las joyas de la corana, por lo que pudiera ocurrir cuando dejara de cantar la chicharra. Y tuvo una existencia feliz, con pajarita y “brillante” carrera. En aquel jolgorio liberal, Rodriguito dejó tieso al Estado y listo de papeles para las crisis que habían de venir.

¿Se ha dado usted cuenta? ¿De que qué? Todos los amigos del Aznarín se ha quedado lo chachi por una copla. Estará sembrando para poner los pies sobre la mesa del Capitolio. No había caído. Yo me iré al Fondo. No el del mar, que de ahí vengo, sino al Monetario e Internacional y olé.

Y la “desgracia” salió corriendo a inventarse el “déficit de tarifa”, que era un ingenio para hacer parecer pobres a los que ya se estaban forrando. Todavía lo estamos pagando.

Y cuando el mundo se volvió gilipollas del todo lo nombraron director gerente del FMI y en vísperas de la mayor crisis financiera de la historia de este perro mundo, Rodrigo, ni las olió. El seguía marcando goles para su cartera y futuro. Y por debajo de las piedras de las sub prime tuvo que dimitir.

Pero aquí lo esperaban con la alfombra. Y en enero de 2010, una merienda de negros lo hizo presidente de Caja Madrid y recordando a sus antepasados se preparó para las dos grandes estafas de su vida y de la historia: Bankia y las preferentes.

Con Bankia metió un pufo de 37.517 millones que ahora pagamos a escote todos los españoles, desde los parados congénitos hasta los que viven de los carritos robados en Mercadona, y con “las preferentes” les quitó la tacita de caldo caliente a un millón de jubilados, ciegos y minusválidos a quienes una partía de bandoleros con corbata bancaria les engañó y timó al límite.

Pero allí estaba él, con el whisky en la mano, sin que nadie le inculpara, disfrutando con la total impunidad comprada y planeando de la imagen que le fabricaban los medios de incomunicación del caos espiritual vigente: El Inmundo, la Ración y el Abecedario de los Fachas.

Voy a fundar un partido. No te vale el que ya tienes. No. Luis casi me coge. Voy a fundar el PPDBYE. ¿Qué significa? Partido Podrido de Banqueros y Estafadores. Comprareis la mayoría absoluta. Y pondremos a Marhuenda de portavoz.

Ahora esta desgracia de la naturaleza ha hecho dos fichajes. 200.000 del ala de Timofónica, y en asociación de malhechores con su amigo Emilio, el de los Botines, otros 200.000 del Santander. Por un par de reuniones o consejos al año.

¡Y que los paraos y los jubilados se jodan ¡

En las calles de las ciudades, con las sábanas tendidas entre plátanos, por encima de las alcantarillas, las chabolas y el barro, se levanta su imagen. El mundo está sin un duro, pero él sigue cobrando. Y quebrando.

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