Frente al futuro de una humanidad deshumanizada


Roberto Cataldi[1]

En el mundo se vive una nueva era, con cambios abruptos y una clara ruptura con el pasado, al que se le acusa de ser culpable de todos los males del presente…

En nuestros días asistimos a modificaciones que van desde la geopolítica a la tecnología, la ciencia y la cultura, de la mano del nuevo imperialismo financiero y empresarial, asociado con líderes políticos inescrupulosos que conforman una suerte de club ideológico.

Ellos viven en y de las redes sociales, pues, allí reside su poder de comunicación, como si la realidad estuviese solo en las redes y no en la calle.

No hay día que pase que estos líderes no se despachen a gusto con una declaración escandalosa, altisonante o hagan un posteo para apoyar algunos de sus tantos dislates.

El objetivo es monopolizar la atención por medio de la agenda que imponen caprichosamente día a día, más allá que haya gente que opine a favor o en contra, porque se trata de una cuestión de estrategia y de táctica.

Por eso se manejan con insultos y agravios, que ante los incautos los convertirían en «seres auténticos», desplegando una violencia verbal infundada, donde asoman las medias verdades, las mentiras, las ofensas, la humillación y, con la manipulación alimentan la hoguera del odio de su feligresía contra los que opinan diferente, son críticos o les resultan irritantes para sus fines personales.

Pues bien, si algo está claro, es que a ninguno de ellos les preocupa el bien común, son insensibles a los problemas y necesidades de los seres humanos, y tienen como estandarte un nacionalismo de opereta.

Desde ya que no faltan las denuncias a supuestas conspiraciones que nada tienen que ver con los hechos, pero sí con lo que sus seguidores fanatizados creen, quieren creer, o aquellos que simplemente desconfían.

El insulto gratuito, injustificado, es una forma de abuso hacia el otro, significa devaluar su condición humana, por lo tanto es la deshumanización del otro al que no se lo reconoce. Por otra parte, el que vive insultando revela ser un inadaptado social…

Hoy, los movimientos migratorios se están dando en todas partes, por múltiples motivos, algunos impulsados por el instinto de salvar la vida.

Las políticas contra la inmigración, más allá de su camuflaje discursivo, en el fondo están destinadas a no aceptar inmigrantes pobres. Si el inmigrante es rico, no creo que haya país en el mundo que le ponga mayores obstáculos si lleva consigo su dinero. La riqueza abre puertas y también fronteras.

Elon Musk, que es un inmigrante, en el pasado no remoto fue crítico de Donald Trump, cual saltimbanqui se amigó y terminó apoyándolo, incluso donó 277 millones de dólares para solventar la campaña a la presidencia, y me pregunto si lo hizo solo por puro altruismo o es una inversión.

Silvio Waisbord, dice que Trump y Milei son «presidentes trolls», que no tienen nada que ver con los políticos tradicionales. Ellos procuran difundir datos falsos, manipular la información, acosar a la prensa y los líderes de opinión, incluyendo las instituciones republicanas.

Cuando la prensa los crítica se ponen furibundos (significa que eso importa), pero la prensa suele verse en una encerrona, ya que no sabría cómo moverse, si estar pendiente de sus declaraciones minuto a minuto o establecer una cierta distancia en la cobertura como algunos ciudadanos hastiados reclaman.

Para estos líderes populistas las minorías son un grave problema, un mal que infecta a la sociedad, y aquel que reconozca sus derechos es un «zurdo», al igual que el que reclame las ayudas de carácter social a las situaciones de vulnerabilidad, defienda la salud y la educación públicas, que nunca son gratuitas, ya que las costeamos los contribuyentes con el pago de nuestros impuestos, aunque no hagamos uso de esas instituciones.

Lo curioso es que representan al Estado pero dicen estar contra el Estado, e interpretan la libertad en un sentido reduccionista, porque defienden un liberalismo de mercado (con no pocos claroscuros) y a la vez un antiliberalismo del resto… No dudo que tienen mucho más efectismo que eficacia, y se olvidan o más bien ignoran, que la herencia del liberalismo de Occidente abreva en la Ilustración, y ellos están muy lejos de John Stuart Mill.

La intolerancia que hoy se vive es de tal magnitud que, un intendente de un partido de la Provincia de Buenos Aires, no acepta que se cuestione su gestión en la redes sociales y, a los vecinos que detecta, les envía una carta documento intimándoles «en un plazo de 48 horas» a «emitir una disculpa pública» y se «abstenga» de volver a criticarlo, de lo contrario les iniciará las «acciones legales correspondientes». Ante esta desproporcionada reacción, los vecinos se han visto obligados a desdecirse por temor a ser perseguidos con multas o clausuras (La Nación, 30 /01/2025).

Es evidente que está prohibido disentir. Cualquier comentario de contenido humanitario, más allá de la ideología que cada uno tenga o quizá no tenga, es tildado de wokismo, progresismo o de ser de izquierda. Por cierto esto no es nuevo, la novedad está en la tecnología de la cual ellos abusan.

Reparemos en el sermón profundamente humanitario de la obispa de la Diócesis Episcopal de Washington, Mariann Budge, pidiendo misericordia para la gente vulnerable y, la respuesta destemplada de Trump en las redes sociales, acusándola de ser radical de izquierda que lo odia, y que junto con su iglesia deben pedirle disculpa al público.

El republicano Mike Collins, haciendo causa común, consideró que la obispa debería ser deportada, aunque se olvida que es estadounidense. En verdad, estos individuos desconocen la vergüenza.

Recuerdo que en mi último año del bachillerato, un golpe de estado hizo caer al presidente constitucional Arturo Humberto Illia, un hombre honesto, médico de pueblo, que se fue a su casa con los bolsillos vacíos.

Entonces teníamos como profesor de «educación democrática» a un exmayor del ejército que nos prohibía disentir con él, decía que no permitía la polémica, y los alumnos éramos una suerte de convidados de piedra…

Con los años y con otro gobierno militar, este personaje llegó a juez federal e incluso se hizo célebre por ordenar una quema de libros.

En fin, como sostenía Ortega y Gasset, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse.

  1. Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldi Amatriain (FICA)
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