Ileana Alamilla[1]
Solo en Huehuetenango hay 15 ríos con potencial para producir energía hídrica. Y es precisamente ese tesoro natural el que ha provocado grandes conflictos sociales, pues el uso que se ha hecho de ese recurso, sin tomar en cuenta a los habitantes de los territorios, con información distorsionada, con ausencia de diálogo y sin atención a problemas de toda índole, ha provocado las recurrentes crisis, una de las cuales se abordó la semana anterior en Santa Cruz Barillas.
La construcción de hidroeléctricas, como una forma de proporcionar energía limpia, debería ser aprovechada en primer lugar para beneficio de quienes habitan en los lugares en donde se construyen esos proyectos, además del beneficio nacional que se puede obtener. Sin embargo, por diversidad de razones e intereses, el tema es causa de polarización y conflicto. Es razonable preguntarse, si tanto daño provocan las hidroeléctricas, ¿cómo es que el mismo río que está en disputa aquí, con el argumento de que no debe ser contaminado, en México es usado para generación de electricidad?
Hidro Santa Cruz, una empresa que obtuvo su licencia durante el gobierno anterior, ha enfrentado la oposición de un sector de la población que argumenta que no se cumplió con hacer las debidas consultas; sin embargo, dirigentes de Consejos Comunitarios de Desarrollo apoyan el proyecto, pues esperan que a través de este se provea servicio a unas 30 comunidades de Santa Cruz. El gerente de la empresa reconoció sus errores, pidió perdón y mostró disposición de rectificar.
En la reunión, algunos narraron el tormento que ha significado ir de un lado a otro buscando que su comunidad tenga servicio eléctrico, por lo que cuestionan la oposición a esos proyectos.
Dicha reunión fue un avance, tal como lo reconocieron los testigos de honor. En la cita se escuchó a la Mancomunidad del Norte, integrada por seis municipios, y el caso de Barillas. Se abordaron los temas centrales: petróleo, minería e hidroeléctricas. El Gobierno asegura que no hay licencias ni solicitud para el primero; sobre el segundo, no hay licencias de minería ni a cielo abierto ni metálica; tampoco hay proyectos industriales y, en el caso de las hidroeléctricas, hubo consenso en que urge dialogar, que es necesario que se establezcan mecanismos confiables de intercambio de información.
Monseñor Ramazzini ha sido enfático en señalar que la política de inversiones se debe revisar, para no favorecer solo a las empresas, y también dice que es necesario que haya información, respeto, transparencia, pues no se sabe ni cuánto van a invertir, cuánto van a ganar y en cuánto tiempo y, entonces, la gente duda porque las empresas ganan mucho y ellos nada.
Con mucha sensatez señala que “tenemos necesidad de utilizar los bienes naturales porque se sabe que una hidroeléctrica no contamina, y claro, hay que revisar los estudios de impacto ambiental, pero necesitamos esos proyectos porque no podemos seguir pagando la electricidad en los precios actuales”.
En la cita también afloraron los problemas ancestrales de abandono en que se encuentran las mayorías. La ausencia del Estado, la desesperación y desesperanza de vivir marginados, sin carreteras, sin nada, bajo presión y bajo amenaza. Todo eso es lo que debe ser abordado de manera integral.
Lo que sigue es fundamental para ir tendiendo puentes de entendimiento y afianzando confianza en la palabra empeñada, para lo cual el cumplimiento de los compromisos adquiridos es indispensable.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.