Una

“No pudieron  
moldearme a su antojo,  
ni darle la forma requerida a mis palabras,  
ni templar los metales de mi risa con sus martillazos de odio, 
ni siquiera lograron meterme de cabeza
en un canon infesto”.

Lydda Franco Farías xulio-formoso-una Una

Soy mujer en ejercicio, feminidad que se desnuda con el recato del gesto doméstico, con la seducción del deseo propio que anticipa las miradas ajenas. Mujer trimórfica, Kore-Hécate-Demeter. Mujer resuelta en las notas implacables de un bolero que liba mientras reinventa amaneceres y busca definiciones, intuyendo que el crecimiento no llega nunca a término.

Soy amiga, compañera, novia, amante, esposa. Viuda. Soy una mujer. Una mujer sola. Por eso si preguntas mi estado civil solo cabe una respuesta: enamorada.

Esto es la felicidad. Saberse nido, reconocerse alvéolo. Disponer el útero para las próximas lluvias. Dejar que me piensen furtivamente. Colarme por debajo de las estrellas. Pulir con un canto rodado del río profundo de mi historia hasta sacarle lustre a la piel de todos mis amores imperecederos. ¿Cuántos? Nadie nos es ajeno.

Desde este promontorio de mis anhelos puede mi mirada surcar con orgullo el país que he ayudado a construir y poblar. Te sospecho sonriéndome bajo cualquier bucare. ¿Te acuerdas de cuánto atrevimiento? ¿Un hijo, un libro, un árbol? En alguna parte habrá otra guitarra esperando que mi cuerpo se deslice por su mástil acariciando sus cuerdas. Un acorde puede más que ninguna nota.

No estoy sola por cosas del destino, soy sola por opción. No hay peor soledad que el sometimiento. No hay mejor compañía que la comprensión. Me niego a que mi ser mujer se vincule siempre a cualquier tipo de relación con el órgano reproductor masculino. Vuelves a ser médula o náusea. Semen o polilla.

En la vida, del pasado sólo nos cabe aprender. Por algo el pasado y el presente de la tercera persona del plural del verbo vivir se conjugan igual. Vivimos. Presente y pasado nos confunde en su vorágine. Y el futuro, sencillamente, no existe.

Ofrezco para que derrames la vida en la concavidad de mis manos, mi boca, mi vientre, mi corazón y, también, la hoja de papel sepia en algún diario. Quiero tu nombre en mi paisaje. Exijo el golpe de tus aguas torrenciales: llévate los escombros, lava las ventanas de mi cuerpo.

Soy y me doy cuenta que una se descubre en la palabra a medida que la nombra. Una se descalza y las recoge, las acaricia y lame, aprende a darles también rima y métrica para que resuenen con fuerza en un espacio político, en tanto abierto.

Escribir para llegar a quienes no pueden escucharnos de viva voz, escribir para dejar constancia de las ideas y los hechos, para construir una identidad pública. Cristalizar en la expresión escrita la antología de la creación.

Versificar la vida para que ésta llegue cual esperanza; restaurar los versos con despechos y alegrías. Porque aunque lluevan tormentas una siempre busca agua bendita y piel de ángeles en las esquinas para exorcizar el infierno.

Al vivir por escrito una descubre que vale que la luna mengüe en pleno nuevo creciente, si hay quien se admire de verla sobre los ladrillos. Vale que una palabra aporree el útero del lenguaje, si adentro hay alguien descubriendo. Vale la ausencia de unos segundos, si hay ecos que se respiren a toda imagen.

Una se da cuenta que una es solamente una. Que fueron los fantasmas o preguntas quitasueños las que me hicieron poetizar. Pero que estos versos, sangre convertida en tinta, letra en carne viva, no estarán completos hasta que tú no participes de ellos, si no te conmueven y mueven.

Para vivir no se vale obviar la mitad de lo que somos. Deja que el gesto, la lengua y texto hablen aunque tengan un nudo en el infinito. Deja que lo masculino y femenino se abracen en un mismo cuerpo. Cabalga a ras de madrugadas entre amores y desconciertos.

A una siempre le quedan horas extras por si acaso y el deseo no tiene cortes comerciales.

Autores:

  • Palabra: Ileana Ruiz
  • Ilustraciones: Xulio Formoso

 

Ileana Ruiz
Ileana Ruiz (Venezuela). Activista de derechos humanos, investigadora social y periodista. Asesora en resolución de conflictos, educación popular, participación ciudadana y derechos humanos y profesora de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad. Articulista en el semanario venezolano “Todosadentro” del Ministerio de la Cultura desde 2006. Premio Nacional de Periodismo de Opinión, 2013. Entre sus publicaciones: De la indignación a la implicación (2006); Pueblo de agua: Cuentos para la educación en derechos humanos sobre la identidad del pueblo warao (2009); Servicio de policía bajo la mirada ciudadana (2010); La clave del acuerdo. Practiguía para la resolución pacífica de conflictos (2011); Pasos dados poco a poco. Memoria y cuentos del proceso de constitución de los Comités Ciudadanos de Control Policial (2012).

3 COMENTARIOS

  1. Como siempre mi querida y estimada amiga escribe como un relampago en el catatumbo que despues del sonido deja el fluido de luz, o como los atardeceres larenses que el dia se quiere ir, pero el deseo hace que quede estático para contemplar su belleza, así son los escritos de mi amiga Ileana, donde queda lo sublime del poeta, con la esencia de la poesía. La felicito y la aprecio más cada día.

  2. Maravilloso artículo, la poesía mas formidable y excelsa en la prosa aguda y certera de esta genial escritora. Ileana logra siempre que nos identifiquemos de inmediato con lo que dice y cómo lo dice. En mi opinión, éste es el mejor artículo de todos los que ha publicado aquí hasta ahora. La ilustración de Xulio, a la altura del escrito y con su siempre sorprendente calidad habitual.

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