Consideremos los sentimientos,el ‘pathos’, como un nosotros transformativo del tiempo, cuando el tiempo es una forma distribuida en la frecuencia de nuestras emociones expresadas. Pues, en la variación de la ‘morfología del tiempo’ debemos superar el anquilosarnos en el procomún emocional de la distribución-estándar para derivar a otros tiempos por subdivisión de más emociones, cuando el tiempo no es una diacronía sino una anacronía sin orden cronológico.
Andy Warhol no estimaba el arte por el arte. En su itinerancia por el Museo de ‘El Prado’ en 1983 tuvo diez minutos para interesarse por la obra de un copista. Warhol estaba interesado en la instantaneidad performativa y su aplicación, al ocurrir durante el proceso de su actualización (por ejemplo de una copia por un copista), dejando extemporáneas las vicisitudes que nadie de los presentes pudo contemplar en el tiempo de la ejecución de las denominadas grandes obras del arte.
La réplica de un objeto artístico interpone otra serie de réplicas entre el objeto y su tiempo: A. La réplica del pathos del espectador como sujeto posible presente en el escenario y en el ‘backstage’ de la composición artística. B. La réplica superpuesta a la autentificación del ethos de la propia obra de arte como objeto propietario. C. La réplica del ‘Habitus’ siguiendo el concepto desarrollado por Pierre Bourdieu.
Les sugeriría llamar su atención, previa y transversalmente, sobre la réplica del error, resaltándose la importancia del concepto de ‘residuo’ en Vilfredo Pareto y la comprensión del ‘error’ como ‘distribución normal’. Según Pareto, entre otros, existen dos residuos fundamentales: ‘de combinaciones’ y ‘de conglomerados’. Correspondientes, en el mismo orden, a habilitadores de entornos para el cambio o para la persistencia al no-cambio. Cuando el residuo es, según Pareto, el conjunto de los ‘sentimientos’ presentes en las formulaciones lógicas generando relaciones causales entre fenómenos sin serlas. Pero, a su vez, tras la estela del concepto ‘sentimiento’ entendido como error sujeto a la no-lógica, nos encontramos con el descubrimiento de la ‘distribución normal’ del error, dado su uso estadístico a partir de la teoría de los ‘mínimos cuadrados’ descubierta por Johann Carl Gauss al predecir la órbita de ‘Ceres’, planteando un método de cálculo probabilístico en relación al ‘error perceptivo’, al ser en esencia multicausal.
Y sin olvidar que el error es, también, un ‘error expresado’ y un ‘error acumulado’ en su repetición, y como tal cuantificable… La expresión del tiempo parece su situación en el registro expresado por su efecto acumulativo, en la versión del ‘habitus’ de Bourdieu, cuando es posible significar el ‘habitus’ como ‘error perceptivo’ «[…] conformes a los esquemas engendrados por la historia» (Bourdieu, 1980:91)
Así, ¿la frecuencia en su repetición persigue su temporalización y/o el tiempo en su cuantificación es un error acumulativo?
Parece que estemos atrapados en el hábito imborrable. Éste que persigue la aceptación del error posible en el intervalo de confianza alrededor de su media en la ‘distribución normal’. Y si lo contemporáneo delata su media, lo extemporáneo descubre su desviación. Así, la expresión del tiempo estará sujeta a los esquemas de percepción del mundo y su vivencia dentro del registro medio, habituando una forma de temporizar determinada para su registro expresado.
Los cambios en la percepción temporal acontecen en otras distribuciones posibles, siempre que sea subdivisible en más registros expresivos, formando más efectos acumulados medios en su frecuencia, y por pura mimesis convergiendo en una ‘huella expresiva’ en su tiempo. Parecería la frecuencia repetitiva de algo necesaria al configurar su ‘huella’. Y así es. De la misma manera que el tiempo forma parte de un vector más amplio donde encontramos, también, las dimensiones espaciales; el pathos forma parte de un vector más amplio donde situamos el ethos.
He comenzado haciendo referencia a Andy Warhol recordando a Aristóteles en su “Retórica” al sugerir el valor del ethos y del pathos en la oratoria y decir «[…] más vale un verosímil imposible, que un posible inverosímil» estipulando eso que advertía más arriba de la frecuencia para la media aunque fuera un error. Y volviendo a recordar, a su vez, el valor de la reproducción de la copia en Warhol, al contemporanizar.
Les recomiendo la lectura de Aristóteles.
Parece que sea imborrable el recuerdo de la “Cabalgata de reyes”, y más al conmover esas emociones medias donde se concentra poco error. Hablemos en plural, en un nosotros atrapado en el hábito de recurrir a aquellas emociones medias, hipnotizados en los desfiles de “Reyes magos” e incapaces de incorporar más emociones-medias para generar otra curva de tiempo posible, al programar el pathos-temporal.
¿Qué nos desviará? Dependimos y dependemos de la modulación de la ‘huella expresiva’ para la progresión en un tiempo anacrónico al dejar de representarse como vector lineal. De igual manera que el ‘derecho al olvido’ no es un derecho de nueva generación como se entiende por la perduración de los datos en los servidores e indexadores de Internet, sino en su contraposición debería de ser un ‘derecho al recuerdo’ para poder temporalizar nuevos tiempos en la variación de la curva temporal.
El nuevo tiempo es cuando se tome el riesgo.