Frakhunda, una mujer afganda de 27 años, fue apaleada hasta la muerte, el 19 de marzo de 2015, y su cuerpo quemado y arrojado desde un puente por una muchedumbre encolerizada, como castigo por haber prendido fuego a un ejemplar del Corán en Kabul, según información publicada por Saamea Shanori en el digital Global Voices Online y recogidas por al prensa internacional.
Los bomberos acudieron a apagar el fuego y recogieron el cadáver.
Mientras los padres de la víctima declaraban que la chica era una enferma mental, diagnosticada desde los 16 años, las autoridades religiosas afganas se negaban a condenar la barbarie. Al parecer, el linchamiento se produjo porque un mulá de la mezquita de Shah-e-Do Shamshera se puso a gritar en plena calle que la joven había quemado el libro, según ha precisado el canal Al Jazeera.
Una barbarie que sí ha condenado el ministro del Interior, Noorul Haq Ulumi, quien además ha confirmado que “La acusación era completamente falsa. Farkhunda era religiosa y no estaba implicada en la incineración de un Corán. Era inocente”. De hecho, y según declaraciones del padre de la víctima al canal afgano TOLOnews (filial de CNN), Farkhunda enseñaba religión en una escuela de jóvenes.
El domingo 22 se celebraron los funerales en Kabul, en una ceremonia en la que el ataúd lo llevaban varias mujeres a hombros, un hecho extremadamente raro en el país. El lunes 23, un grupo de 200 mujeres se manifestaron en las calles de Kabul, cerca del lugar del drama, llevando sobre el rostro máscaras de papel que representaban la cara ensangrentada de Farkhunda.