Flores y piedras

Hay personas que sólo buscan flores en el camino. Otras prefieren tropezarse con piedras. Son opciones, que suelen ser tomadas en función de las perspectivas con las que nos movemos. Lo ideal es perseguir caminos intermedios, incluso ir variando para conocer y conocernos, para aprender hasta de los errores, intentando que el factor sorpresa se alíe con el aprendizaje constante. Como consejo, como reflexión, podemos participarnos el afán de trasladarnos cada día al escenario de unas posibilidades que son, o puedan ser, ilusionantes y entusiastas, si así lo queremos percibir.

No es fácil la rutina cotidiana. Nada lo es. Debemos demostrarnos capacidad y entrega en los espacios en los que nos ubicamos con aires de pureza y juventud, desde la tenencia más lícita y cariñosa. Ser nosotros mismos sin dañar a nadie es el axioma, y el progreso se ha de convertir en la necesidad coaligada con la que navegar en cada instante.

Los conceptos del pasado nos deben colmar de felicidad desde la emoción que nos prefiere si la defendemos con perseverancia y meditación. No desaprobemos lo que nos regala un tanto de sentido y de sentimiento. Los itinerarios nos ayudan a navegar a veces por océanos procelosos. Hemos de mejorarnos con las dificultades, ante ellas. Es el provecho que hemos de recoger de la existencia.

Toda nuestra hoja de ruta se ha de enfocar a preparar el territorio de los afectos y del conocimiento, contribuyendo a un posicionamiento en el que vayamos fermentando en paz y armonía. Abundemos en los derechos a la pasión, al optimismo, a la dicha multiplicada en sociedad y a tener lo mínimo para albergar la dignidad con la que formarnos como seres humanos desde el beneficio social y también desde el individual. Midamos muchos de nuestros pasos, aunque a veces la apuesta sea arriesgar.

La bondad y la lealtad, junto con ese concepto tan redundante por los lares y escritos de la filosofía griega (en su universalidad) como es la honestidad, son visiones complementarias que ordenan las historias personales, que las hacen más fuertes y que contribuyen a ese equilibrio con el que queremos proseguir cada jornada.

Podemos ser cuanto queramos, si nos comportamos como menesterosos, pacientes y bien intencionados: ninguno de estos ángulos han de faltar. Con la experiencia comprobamos que hemos de sacar provecho a una serie de virtudes, que están ahí para que las exploremos y explotemos.

Impresionado

Y todo esto en unos días en los que me quedo impresionado por los niños, por determinadas situaciones, que me azoran, que me pueden. ¡Son el futuro, y no siempre lo advertimos así! Veo a un infante de apenas cuatro o cinco años (no tendrá más) evitando que alguien se lleve a su hermana de casa. Ese sentido de protección de la familia le sale del corazón con coraje y pundonor en grado extremo: trata de evitar con sus escasas fuerzas, pero con mucho ademán, que hagan daño a su “sangre”. Su fe le salva. El adulto pendenciero cede ante el valor. La Naturaleza es sabia, y, a veces, dejamos que camine su talento.

En el otro lado del mundo, o en cualquier mundo, por desgracia, otros dos pequeños, en sendos momentos de infierno para la Humanidad toda, levantan las manos. Se rinden. El temor les embarga. Han visto a otros congéneres suyos caer sin explicaciones, o aunque fueran con ellas. No quieren morir. Tan pequeños y ya saben que éste es un Valle de Lágrimas. Cualquier objeto extraño les parece fatal, y por eso levantan las manos ante una cámara de fotos, que recoge su testimonio de dolor, que también es el nuestro, el mío, el de todos. Es lamentable la tolerancia de la comunidad internacional ante estos acontecimientos.

Lo dicho: nos movemos entre piedras y flores. Parece que la decisión debería ser obvia, pero por los eventos que oteamos cada día no parece tan lógica. Como no podemos salvar el universo, o sí, pero, en todo caso, por no agobiarnos más allá de lo necesario (sobre todo para no permanecer inmóviles por saturación), comencemos por nosotros mismos. Plantemos, abonemos y reguemos flores, que harán (ya fortifican) un entorno mucho más agradable. Con su aroma os mando besos y abrazos.

Juan Tomás Frutos
Soy Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, donde también me licencié en esta especialidad. Tengo el Doctorado en Pedagogía por la Universidad de Murcia. Poseo seis másteres sobre comunicación, Producción, Literatura, Pedagogía, Antropología y Publicidad. He sido Decano del Colegio de Periodistas de Murcia y Presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia. Pertenezco a la Academia de Televisión. Imparto clases en la Universidad de Murcia, y colaboro con varias universidades hispanoamericanas. Dirijo el Grupo de Investigación, de calado universitario, "La Víctima en los Medios" (Presido su Foro Internacional). He escrito o colaborado en numerosos libros y pertenezco a la Asociación de Escritores Murcianos, AERMU, donde he sido Vicepresidente. Actualmente soy el Delegado Territorial de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) en Murcia.

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