No se sabe quién ha dicho a los guionistas de comedias que un gag con muerto es siempre infalible, o que conviene que muera cuanto antes para provocar la primera carcajada, aunque luego no sepan qué hacer con el cadáver durante el resto de la narración y lo olviden durante más de una hora de proyección.
Esto es lo que ocurre en Incidencias, comedia firmada por José Corbacho y Juan Cruz, que sucede durante una noche en un tren, y que cuenta con la participación de medio cine español: Carlos Areces, Ernesto Alterio, Lola Dueñas, Aida Folch, Toni Acosta, Miki Esparbé, Nuria Gago, Rubén Ochandiano, Roberto Álamo, Nao Albert, Saras Gil, María Alfonsa Rosso, Karim Ait M’Hand, además de la colaboración especial de Imanol Arias, en un militar del antiguo régimen, y Rossy de Palma pidiendo los billetes a los pasajeros. Todos en pequeñas apariciones, más o menos dosificadas, con escaso interés y casi ninguna gracia.
Es un 31 de diciembre, la tarde del día que acaba el año. En una estación de Barcelona, Rossy de Palma, disfrazada de azafata, ha controlado la entrada de viajeros en un Ave que viaja hacia Madrid. Algo más tarde, en pleno trayecto, el tren se detiene sin que se consiga averiguar la causa en un paraje desolado y solitario. Incomunicados por un temporal de viento y nieve, personal y viajeros empezarán a vivir unas horas en las que se mezclan angustia, tragedia y situaciones chuscas…
Y aquí es donde se muere el tipo, cuando su mujer decide empezar a confesarse con el cadáver, cuando el revisor decide convertirse en el héroe del vagón y cuando una abogada alcohólica ahoga su soledad en un número imposible de vasos de whisky (si alguien bebiera realmente todo lo que vemos tragar a Tony Acosta caería sin remedio en coma)… todo muy previsible, todo mil veces visto y, sinceramente, más triste que cómico. Nada que ver con Asesinato en el Orient Express, que eso sí era una película de tren.