El estreno simultáneo en cines de dos documentales sobre conciertos de The Beatles y The Rolling Stones resucita la vieja polémica del enfrentamiento entre ambas formaciones nacidas en los años sesenta del pasado siglo. Esta vez las apuestas giran en torno a cuál de las dos va a conseguir mayores ingresos por la comercialización de las películas.
La Habana como escenario
El 25 de marzo de este año se celebró en la capital de Cuba un acontecimiento impensable hace apenas un par de años. Los Rolling Stones daban un concierto gratuito al aire libre, al que asistieron más de un millón de personas, en una de aquellas explanadas en las que Fidel Castro reunía a cientos de miles de seguidores. El evento coincidía con los días en los que el presidente Barack Obama visitaba el país de los Castro y el ambiente que se vivía en isla era el de las vísperas de la llegada de una nueva etapa política para el país.
Mick Jagger lo decía desde el escenario a los miles de espectadores: “Por fin los tiempos están cambiando”. El director de cine Paul Dugdale rodó la actuación de los Stones para el documental “Havana Moon. The Rolling Stones live in Cuba”, que en septiembre se proyecta una sola vez en varios cines de todo el mundo, el día 23, lo que indica que la comercialización se hará a través de DVD y emisiones de televisión e internet.
Durante casi dos horas los espectadores de este documental asisten una vez más a la espectacular y sorprendente puesta en escena de los cinco ancianos que durante los primeros minutos del documental cuentan a las cámaras sus impresiones sobre el concierto y la acogida de su música por un público casi inédito, lo que después se demostró que no era tan cierto, pues los asistentes coreaban sus canciones casi como en cualquier otro lugar del mundo. Sobre el escenario, la transformación de aquellos ancianos en estrellas de rock resulta fascinante. Mick Jagger canta a todo pulmón mientras corre sin parar sobre el gran escenario, Keith Richard y Ron Wood tocan sus guitarras desplegando al tiempo un amplio repertorio de poses y contorsiones, y Charlie Watts sigue controlando con firmeza el sonido de los tambores de su batería. Esta vez, además, los Stones cuentan con los teclados de Chuck Leavell, el bajo de Darryl Jones, los saxos de Karl Davidson y Tim Ries y las extraordinarias voces de Bernad Flower y sobre todo Sasha Allen. Y el regalo de Havana Choir para embellecer la interpretación conmovedora de “You can’t always get what you want”.
En el repertorio de este concierto en La Habana predominaron los viejos éxitos de su primera y su segunda etapa. Entre el comienzo de “Jumping Jack Flash” y el final apoteósico de “Satisfaction”, los Stones fueron desgranando “It’s only rock and roll but I like it”, “Angie”, “Paint it black”, “Honky Tonk Women”, “Gimme Selter”, “Brown sugar”, “Simpathy for the devil”… con raras incursiones en temas de sus últimos discos. Con todo, resulta emocionante, como siempre, contemplar y escuchar a los Rolling Stones en una realización, además, de una perfección pocas veces alcanzada en documentales de este tipo.
Ocho días a la semana (sin contar los domingos)
Algunos días más, una semana, ha durado la proyección en cines del documental “Eight days a week. The touring years”, una película de Ron Howard que hace un recorrido por algunos de los conciertos de The Beatles de 1962 a 1966, el año en el que se despidieron de la música en directo ante grandes auditorios, y termina con aquella histórica actuación del 30 de enero de 1969 en la terraza del edificio de Londres donde The Beatles tenían su estudio de grabación, Apple Corps, en la calle de Savile Row, donde preparaban su próximo disco, interpretando “Don’t let me down” ante unos atónitos peatones que pasaban casualmente por allí. Es sabido que desde que habían dejado sus conciertos en directo unos años antes, The Beatles como grupo se dedicó sólo a sus grabaciones de estudio, iniciando una etapa creativa pocas veces alcanzada en el mundo de la música pop, con obras como el “Álbum blanco”, “Sargeant Pepper’s” o “Abbey Road”.
El documental se ocupa en gran medida de las reacciones de histerismo de las masas que acudían a unos conciertos en los que casi lo de menos era la música, que apenas se podía escuchar entre el griterío de los y sobre todo las fans. El desarrollo cronológico de los conciertos que se incluyen en la película da una idea de la progresión que iba alcanzando cada año el fenómeno Beatles en todo el mundo, de Inglaterra a los Estados Unidos, de Australia a España, mientras el entorno del grupo se preguntaba cuándo iba a estallar la burbuja.
La mayor parte del material que se incluye en la película es bastante conocido, aunque se han rescatado filmaciones prácticamente inéditas. Declaraciones de Ringo Starr y Paul McCartney se alternan con documentación audiovisual de antiguas entrevistas a John Lennon y George Harrison y declaraciones de seguidores del grupo como las actrices Whoopi Goldberg y Sigourney Weber y el músico Elvis Costello.
A la vista de las situaciones que se desencadenaban en cada actuación de The Beatles no es extraño que sus componentes decidieran que era el momento de dejar de hacer algo que no sólo no les aportaba nada ni enriquecía su creatividad musical sino que incluso ponía en peligro sus vidas.
Como complemento a “Eight days a week” se incluye el famoso concierto que los Beatles dieron en el Shea Stadium en 1965, cuyo sonido Giles Martin (el hijo de George Martin, el productor de The Beatles) consiguió remasterizar para obtener un producto aceptable sobre el original grabado por Andrew Laszlo para un espacio de televisión.
“Eight days a week”, en fin, es otra piedra más para la construcción de la mitología del grupo musical más importante del siglo XX, aunque ni ellos mismos fueran conscientes entonces de lo que estaban haciendo: “Esto no es cultura; es sólo pasar un buen rato”, respondía Lennon a la pregunta de un periodista.
Enlaces: Mercedes Arancibia publicó