La Fundéu señala que la palabra feminicidio, así como la variante femicidio, son formas válidas para aludir al ‘asesinato de una mujer por razón de su sexo’, como una forma de violencia machista.
En los medios de comunicación pueden encontrarse ambos sustantivos: «El brutal feminicidio que conmociona a Argentina», «Violencia de grupo y feminicidio», «Intensa campaña contra el femicidio tras la muerte de Lucía Pérez» o «Decenas de mujeres protestan por femicidios en Honduras», frases todas correctamente escritas.
La voz feminicidio puede considerarse formada a partir del término latino femina con el sufijo -cidio. Por otra parte, femicidio es una variante que ha entrado en el español a partir de la voz inglesa femicide y está ya muy asentada en países hispanoamericanos como Chile o Guatemala, que de hecho incluyen femicidio en su legislación.
La extensión de este vocablo puede haberse visto favorecida por la influencia de otros términos semejantes creados a partir de bases bisílabas: filicidio, parricidio y, siguiendo esta pauta, femicidio. También puede haberse formado por haplología, fenómeno que consiste en la ‘eliminación de una sílaba semejante a otra contigua de la misma palabra’, como ocurre con tragicómico e impudicia, a partir de las formas originales tragicocómico e impudicicia.
Por último, cabe señalar que estos sustantivos pueden emplearse para referirse tanto al asesinato individual de una mujer como al homicidio sistemático de mujeres, en especial en ámbitos en los que no existe un fuerte reproche social o cultural de estos hechos. Por ejemplo, hay culturas donde el feminicidio (o femicidio) consiste en dar muerte a las niñas cuando nacen.