Huracán María arrasó con Dominica

A medida que el huracán María arrasa en el Caribe, aparecen lentamente los últimos datos sobre el número de muertos y el grado de devastación dejado a su paso por Dominica, informa Desmond Brown [1] (IPS) desde Saint John.

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Dominica tras el paso del huracán María, septiembre de 2017

María tocó tierra en esa diminuta isla caribeña de 72 000 habitantes en la tarde del 18 de septiembre de 2017, con vientos máximos de casi 257 kilómetros por hora.

«Es difícil determinar el número de víctimas, hasta ahora solo se confirmaron siete, como resultado directo del huracán», indicó Hartley Henry, asesor principal del primer ministro, Roosevelt Skerrit, quien se había comunicado con él por teléfono.

«El primer ministro teme que los números aumenten a medida que recorre las comunidades rurales. Las necesidades urgentes son materiales para los techos de refugios, camas para cientos de personas varadas adentro o afuera de lo que quedó de sus hogares, y alimentos y agua para residentes de los distritos que por ahora permanecen inaccesibles «, informó.

«El país quedó aturdido y sin electricidad ni agua corriente por los caños desenterrados en la mayoría de las comunidades, así como el impacto en los servicios de telefonía fija o de celulares, que demorarán bastante en restablecer», añadió.

«En resumen, la isla quedó devastada. Las viviendas con daños considerables y destruidas. Los edificios públicos disponibles se utilizan como refugio, con muy pocos materiales para techos. El país necesita apoyo y ayuda continua y las oraciones de todos», aseguró.

El primer ministro difundió un mensaje en Facebook en el que subrayaba que la prioridad era rescatar a las personas que habían quedado atrapadas y ofrecer asistencia médica a los heridos.

Los techos se volaron y él mismo debió ser rescatado de su residencia oficial, apuntó Henry.

Luego de ese mensaje, las comunicaciones con Dominica se volvieron casi imposible.

Informó de que «necesitan servicios urgentes de helicóptero para llevar alimentos, agua y lonas para los distritos vecinos» y de que en «el aeropuerto de Canefield pueden acomodar áreas de aterrizaje para helicópteros, y se esperaba que el agua en torno al principal puerto de Roseau se calmará este miércoles 20 lo suficiente como para cargar barcos para llevar suministros de alivio y otras formas de asistencia».

Por su parte, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, subrayó: «Lo último que escuché, que fue esta mañana, es que hay un masivo daño a la propiedad y que hubo siete víctimas mortales. Entiendo que hay algunas áreas alejadas a las que no han podido llegar».

«En Antigua y Barbuda tenemos algunos suministros para despachar. Estamos esperando luz verde para que un helicóptero pueda viajar a Dominica. No han recibido permiso de aterrizaje todavía, y estamos esperando que se comuniquen con nosotros», precisó.

Browne informó de que habló con Skerrit la noche que pasó el huracán hasta que perdió el techo.

Dominica todavía se recuperaba tras el pasaje de Erika, que golpeó la isla el 27 de agosto de 2015 y dejó más de 25 personas muertas, casi 600 sin hogar y daños que superaban los 1000 millones de dólares.

La tormenta estuvo acompañada de abundantes lluvias, 381 milímetros en esa isla montañosa, causando inundaciones y deslizamientos de terreno, que hicieron retroceder al país unos veinte años, según Skerrit. La isla no estaba preparada para una tormenta como Erika, pues muchos caminos y puentes no eran lo suficientemente fuertes para soportar ese gran volumen de agua.

«Para volver a donde estábamos antes de Erika, tendríamos que conseguir por lo menos 88,2 millones de dólares para el sector productivo, 334,55 millones para la infraestructura, y 60,09 millones para el social», declaró entonces Skerrit.

Hace tiempo que él y otros gobernantes del Caribe sostienen que las naciones industrializadas son responsables del cambio drástico del clima, que implica huracanes cada vez más frecuentes en la región.

«El cambio climático es real. Somos víctimas de él por el despilfarro de combustibles fósiles de las grandes naciones industrializadas», dijo Browne a IPS antes de partir a la 72 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

«Esos países, que contribuyeron al recalentamiento global y al aumento del nivel del mar tienen la obligación de asistir en la reconstrucción de estas islas. Los fondos necesarios para la reconstrucción exceden nuestros medios y me uno al clarín de Richard Branson de crear un Plan Marshall para la reconstrucción de las islas», subrayó.

Una semana antes, su propio país, Antigua y Barbuda, sufrió un destino similar al de Dominica cuando Irma diezmó la pequeña isla de Barbuda, la menor de las dos que conforman este país insular.

El poderoso huracán Irma sacudió a la diminuta isla, causando la muerte a un niño de dos años y daños que ascienden a millones de dólares. Golpeó a Barbuda con vientos máximos sostenidos que superaron los 297 kilómetros por hora, muy por encima de los 157 para considerarla de categoría 5.

Browne estimó que se necesitarán 300 millones de dólares para reconstruir Barbuda, donde viven 1800 personas; todos los habitantes debieron ser evacuados a Antigua.

Entonces, Irma era el tercer huracán en la cuenca atlántica, y la primera vez desde 2010 que tres huracanes activos se generaban en el océano Atlántico.

«No creo que les importe», indicó Brown al ser consultado si creía que Estados Unidos, en particular, escucharía con atención lo que él iba a decir. «Pero tenemos la obligación de defender lo que claramente es una amenaza para nuestra existencia, una de las más significativas que afronta el planeta», sostuvo.

«Sin importar lo que piensen, sé que Estados Unidos cree que sus intereses están en primero, segundo y tercer lugar, pero tenemos una humanidad común; todos ocupamos un planeta llamado Tierra y somos todos interdependientes y quizá más pronto que tarde se den cuenta de esa realidad», añadió.

«Nuestros gobiernos deben redoblar su determinación de hacer frente a los negadores del cambio climático, sin importar cuán grandes y poderosos sean, aun cuando tenemos un presidente de Estados Unidos que debería ser castigado por sacar a su país del Acuerdo de París» sobre cambio climático, indicó Bird.

Al cesar en junio la implementación del tratado, Trump dejó de contribuir al Fondo Verde para el Clima, que ayuda a los países más pobres a adaptarse al cambio climático y a expandir el uso de energías limpias, así como de informar sobre los datos de carbono liberado, aunque igual está obligado a hacerlo por la propia legislación de su país.

«La mayor temperatura del mar intensificó el tamaño y la intensidad de Irma», indicó Lester Bird, ex primer ministro de este país (1994-2004). «El mundo nunca conoció un huracán de la fuerza y el tamaño de Irma cuando arrasó con Barbuda. Esta pequeña isla no tenía chance frente a una fuerza tan gigantesca».

«Por eso urjo al gobierno a seguir luchando para que la comunidad internacional luche por la mitigación del cambio climático y por (encontrar) los medios para construir resiliencia en nuestras islas; no solo en Barbuda, sino en todos los estados insulares de baja altitud», añadió.

«La perspectiva del cambio climático podría incluso implicar tsunamis y socavar la existencia de estas islas, como lo demostró Barbuda», añadió Bird.

«Es la primera vez desde el siglo XVIII que no hay ni una persona viviendo legalmente en Barbuda. Más de 300 años de asentamiento humano se interrumpieron de forma abrupta. No puede ser el destino de nuestras comunidades insulares. Nuestro patrimonio, nuestra civilización y nuestra identidad dependen de eso», añadió.

El huracán María es el tercero de una serie de huracanes devastadores que destruyeron la región en las últimas semanas.

La muerte de unas 42 personas se atribuyó a Irma, que diezmó a muchos países del Caribe, como Anguila, islas Vírgenes Británicas y la isla holandesa-francesa de San Martín.

  1. Traducido por Verónica Firme
  2. Publicado inicialmente en IPS Noticias
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