Septiembre parece fatídico para los mexicanos. En ese mes, de hace tres años, fueron detenidos en Ayotzinapa 43 estudiantes de una escuela normal (formación para ser maestros) del Estado de Guerrero, y desaparecieron.
Iban en autobuses que fueron detenidos por policías municipales corruptos, quienes supuestamente, se los entregaron a un grupo de narcos. Estos últimos, dicen las autoridades oficiales, les quemaron y arrojaron sus restos a un río. Detuvieron a los criminales, que están en la cárcel, incluidos el alcalde de la localidad donde se produjeron los hechos, y su mujer. Fin. No hubo más. Es lo oficial, la “verdad histórica” del Gobierno mexicano (1).
Eso es todo lo que han conseguido los familiares de estos jóvenes. Pero hay más, mucho más. Como que alguien explique qué pasó con uno de los autobuses en donde viajaban los muchachos que “desapareció” del registro de vehículos contabilizados. Estaba lleno de droga.
Y por qué varios teléfonos móviles de esos estudiantes fueros usados dentro del cuartel militar próximo al lugar de los hechos. Y por qué el Gobierno se ha negado en redondo a que los investigadores internacionales interrogaran a miembros del ejército y de la marina. Y por qué obstaculizaron continuamente la investigación de los especialistas, e incluso intentaron desprestigiarlos para que los ciudadanos no creyeran sus conclusiones. La lista de interrogantes es inmensa y ninguno ha sido despejado.
A primeros de diciembre “se encontraron” unos restos en el supuesto “basurero” de la localidad de Cocula donde fueron incinerados, una teoría que los expertos del GIEI desmintieron con total rotundidad en base a pruebas documentadas (3). Se correspondían con uno de los normalistas, Alexander Mora Venancio, según forenses argentinos contratados por las familias de los estudiantes. Ya no ha aparecido ningún otro vestigio de los demás. La cerrazón gubernamental a admitir la participación de fuerzas oficiales ha dejado el caso en el limbo. Y el asesinato (4) de Miguel Ángel Jiménez, coordinador del grupo que buscaba a los estudiantes, deja aún más dudas en lo que concierne al interés “oficial” por esclarecer los hechos y castigar a los culpables, sean del bando que sean.
Ayotzinapa: la sociedad no olvida
Tres años después, familiares, organizaciones de DD HH, y la sociedad mexicana han protagonizado una gran manifestación en la Ciudad de México para recordar al ejecutivo que #ayotzinapa no se olvida. Ante la situación producida por los terremotos de estos días, se concentraron en el poco espacio que les dejaba la estatua del Caballito, en el Paseo de la Reforma.
Tania Reneaum, directora Ejecutiva de Amnistía Internacional México (AI), declaró que hoy, su país “sigue de pie después de las profundas cicatrices que los últimos fenómenos naturales han provocado”, pero que “también hoy se abre de nuevo una de las más lacerantes y preocupantes heridas de la memoria colectiva: la desaparición forzada de 43 estudiantes, un hecho terrible y crimen de derecho internacional que hasta ahora no ha sido debidamente investigado y que sigue sin resolverse, dejando en la incertidumbre el destino de los estudiantes pero sobre todo, la capacidad del Estado para proteger a sus ciudadanos”.
Tres años después siguen buscando a sus desaparecidos entre los escombros de instituciones corruptas y el crimen del olvido, en donde la voluntad política real de las autoridades nunca se ha hecho presente. La mentira histórica de este caso marcará el sexenio de Peña Nieto, pero, aseguró “nosotras y nosotros en solidaridad con sus padres y madres los seguiremos contando, los seguiremos buscando, luchan para que salga a la luz la verdad y se tenga acceso a la justicia”.
Reneaum, fue más allá, al asegurar que “es tiempo de que Enrique Peña Nieto deje de apropiarse del discurso de la sociedad civil con fines de campaña y oportunismo mediático. La historia no perdona, y nosotras tampoco. México es un país de víctimas, y el Presidente debe dejar de tratar de ocultar los casos bajo la alfombra y enfrentar la realidad de un país en donde la corrupción y la falta de legalidad matan y desaparecen a las personas día a día».
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