Alarma alimentaria en América Central y el Caribe por las lluvias de La Niña

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pide acciones urgentes para enfrentar las fuertes lluvias que se esperan sobre áreas de América Latina y el Caribe en lo que resta del año, como consecuencia del fenómeno climático La Niña, informa la IPS desde Roma.

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Una finca bananera inundada en la zona de San Luis Talpa en El Salvador como consecuencia del fenómeno La Niña. ©Edgardo Ayala / IPS

Los últimos pronósticos apuntan a precipitaciones superiores a lo normal, entre septiembre y diciembre, pero que pueden persistir hasta marzo de 2025, en el norte de América del Sur (Colombia y Venezuela), América Central (El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua) y el Caribe (Cuba, Haití, República Dominicana).

La Niña es un fenómeno climático que se caracteriza por el enfriamiento de las aguas del Pacífico central y oriental, lo cual altera los patrones climáticos globales. Ocurre cada dos a siete años y dura entre nueve y doce meses.

El cambio climático, marcado por aumento de la temperatura en el planeta y la región, impulsa la frecuencia y el impacto de los fenómenos climáticos extremos, como los inducidos por La Niña y su opuesto, El Niño, caracterizado por vientos cálidos que alteran ciclos de lluvias y sequías.

Se prevé que La Niña traerá graves consecuencias para la seguridad alimentaria en todo el mundo, sobre todo en África austral y oriental, América Latina y el Caribe, y también el sudeste asiático.

En América Latina y el Caribe, según la FAO, había 41 millones de personas desnutridas (6,5 por ciento de la población y en su mayoría mujeres), y 19,7 millones de personas enfrentando altos niveles de inseguridad alimentaria aguda, entre ellas 1,6 millones de personas en situación de emergencia en Haití.

En todo el mundo 282 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria aguda y necesitan asistencia urgentemente. Los planes de la FAO apuntan a contribuir y requiere 318 millones de dólares para brindar apoyo crítico a 10,5 millones de personas en 39 países de alto riesgo en África, Asia y América Latina.

Si bien el aumento de las precipitaciones que traerá La Niña puede ser beneficiosos para la agricultura en algunas zonas, también puede provocar graves inundaciones, suelos anegados, enfermedades de los cultivos y mortalidad animal.

Además, La Niña puede afectar a los ecosistemas marinos y la pesca.

En Colombia, durante La Niña en 2021-2023, se afectaron más de dos millones de hectáreas de cultivos y pastos y más de seis millones de cabezas de ganado, con daños y pérdidas por unos 2150 millones de dólares en el sector agrícola.

En ese país la mayor prevalencia de inseguridad alimentaria se encuentra en los departamentos que históricamente han sido más afectados por La Niña como Arauca, Bolívar, Cesar, Chocó, Córdoba, La Guajira, Putumayo y Sucre.

Los impactos esperados de las inundaciones inducidas por La Niña se sumarían a los causados por El Niño en 2023 y principios de 2024.

En Ecuador, las condiciones anormalmente secas en las zonas costeras del centro y sur pueden afectar la cosecha de maíz, cacao, arroz, hortalizas y la etapa de desarrollo de los bananos.

Además, la escasez de agua puede afectar las actividades pecuarias y pesqueras. Eso puede resultar en una reducción de las reservas de alimentos de los hogares agrícolas vulnerables, dificultades para acceder a alimentos y agua seguros y, en consecuencia, un aumento del número de hogares en situación de inseguridad alimentaria.

En el Corredor Seco (El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua), las inundaciones y los ciclones pueden impactar la producción agrícola, aumentar las enfermedades y la mortalidad de los animales, destruir los barcos y equipos de pesca y reducir la demanda de mano de obra agrícola.

Esos efectos agravarían los graves impactos agrícolas experimentados en 2023 debido a los períodos secos inducidos por El Niño, lo que conduciría a un deterioro de la seguridad alimentaria en las zonas afectadas.

En Cuba, Haití y la República Dominicana, las previsiones apuntan a un alto riesgo de inundaciones y ciclones en los próximos meses. Se espera que estos peligros provoquen anegamientos, daños a los cultivos, a los barcos y equipos pesqueros y al ganado, también debido al aumento de plagas y enfermedades.

En Haití, los impactos se producirían en un momento en que casi cinco millones de personas –el país tiene 11,5 millones de habitantes- experimentan altos niveles de inseguridad alimentaria aguda y en un contexto de desplazamiento de población y dificultades de acceso humanitario debido a los altos niveles de inseguridad.

Y en Venezuela se espera que las fuertes lluvias e inundaciones afecten la producción agrícola debido al encharcamiento de los suelos y al aumento de la incidencia de plagas, lo que afectará particularmente la producción de maíz, frijoles, banano y hortalizas durante el primer ciclo agrícola.

La FAO, junto con sus socios, comenzó la planificación de acciones de anticipación y respuesta para mitigar el impacto esperado de posibles inundaciones en Bolivia, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Venezuela.

Las acciones prioritarias que impulsa ante las inundaciones comienzan con difundir boletines agrometeorológicos y mensajes de alerta temprana a nivel local, y coordinar y articular esfuerzos gubernamentales y comunitarios.

Luego, distribuir dinero en efectivo, insumos, semillas, herramientas y contenedores herméticos para el almacenamiento seguro de semillas de granos e insumos agrícolas, y kits de producción de alimentos básicos.

Se propone apoyar la evacuación del ganado de las zonas expuestas al riesgo de inundaciones, suministrar forraje a los centros de evacuación y proporcionar vacunas y suplementos para el ganado.

También, dotar a los centros de abastecimiento de equipos y suministros esenciales para satisfacer las necesidades básicas de las familias y la producción de alimentos.

Asimismo, reparar y restaurar las estaciones meteorológicas y de nivel de los ríos; reforzar los sistemas de drenaje e irrigación para los cultivos propensos a inundaciones, y las infraestructuras para la protección de los animales domésticos.

En los casos de Bolivia y Ecuador se propone la entrega de contenedores para almacenamiento de agua, congeladores para conservación de productos pesqueros, semillas y silos, así como alimentos complementarios para el ganado.

Y, finalmente, dotar de variedades de cultivos de ciclo corto y otros insumos para reducir los riesgos de sequía, lo que debe combinarse con el fortalecimiento de capacidades técnicas e institucionales asociadas a la producción de alimentos.

En síntesis, ante La Niña, la FAO requiere 42,6 millones de dólares para asistir a 885.000 personas en producción de alimentos en América Latina y el Caribe.

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