La imagen de una madre amamantando a su bebé mientras practica desnuda la posición sobre la cabeza del yoga no gusta a Instagram, que ha decidido cerrar la cuenta en la que aparecía, informa la edición en español The Huffington Post.
La decisión ha sido contestada de inmediato por muchos usuarios, que están protestando con el hashtag #savedaughterofthesun, con el que se han etiquetado ya más de 1.000 fotos.
Hace dos años la imagen se hizo viral, pero estos días volvió a estar de actualidad por una entrevista a la web BabyCenter, en la que la protagonista, Amy, asegura que la foto no fue preparada: La verdad es que vivíamos en una pequeña comunidad en Hawaii donde la ropa era opcional y el yoga una necesidad. Estaba haciendo mi rutina diaria cuando el pequeño guisantito vino a mamar.
Instagram explicó a THP que tienen un «conjunto claro de normas de la comunidad que dejan claro lo que está y no está permitido. Aunque no podemos comentar nada sobre cuentas individuales, se siguió el protocolo habitual en estas ocasiones y se tomaron medidas sobre el contenido que rompió las normas de la comunidad. Alentamos a las personas que encuentran contenido que los hace sentir incómodos a informarnos».
Las normas de la comunidad del sitio indican que el desnudo en una foto es motivo de expulsión, pero no hace referencia a fotos dando el pecho a niños. Amy ha contado a Sara McGinnis, de la redacción de web BabyCenter, que aún vive en Hawaii, aunque pronto se mudará a Nueva Zelanda con su pareja y su hija, Naia.
Nacida en el sur de California en una granja familiar, recuerda un jardín del que podían disfrutar todo el año: «pasé la mayoría de mi infancia al aire libre, acampar y viajar. Mi familia está muy conectada a la tierra».
Para Amy todo empezó por el gusto por las habilidades primitivas y trabajar con otras personas alejadas de la rutina diaria de una oficina: «hay una verdadera paz interior si aceptas el concepto de menos es más. Vivimos en una sociedad plagada de consumismo».
En 2008, con dinero ahorrado, renunció a su trabajo, cargó la camioneta y se fue en un viaje de seis meses: «ese viaje cambió mi vida para siempre, y me encontré con mi amado poco después».
Después de cinco años viajando se preparan para anidar un poco más, «sobre todo ahora que nuestra hija se está haciendo mayor. Hemos pasado cinco años viajando por la carga y a veces sólo quieres tu propio pedazo de tierra para volver a casa, tener un santuario propio para descansar».