En un alegre pueblo a las afueras de Kabul, unas 350 niñas se reunieron el pasado sábado en su nueva escuela para festejar la ceremonia de fin de año.
A primera vista, podría tratarse de un evento similar al de muchas otras ceremonias de graduación en todo el mundo, cuando los estudiantes terminan el curso y se preparan para iniciar un nuevo año escolar. Sin embargo, para estas niñas afganas en Qalai Gudar, se trata de un sueño hecho realidad, informan Marie- Hélène Verney, Khalida Dunya y Sediqullah Amarkhil (ACNUR/UNHCR)
La mayoría de las niñas presentes en la ceremonia de entrega de diplomas han sido refugiadas durante algún período de sus cortas vidas. Situado en la llanura de Shomali, una región célebre por sus huertos y ricos campos agrícolas, el pueblo de Qalai Gudar quedó prácticamente destruido durante las décadas de conflicto que asolaron Afganistán desde 1970 hasta 2001. Prácticamente la totalidad de su población huyó de la región para refugiarse en Pakistán.
Tras la caída del régimen talibán, cerca de 2.300 familias regresaron a Qalai Gudar, encontrando una localidad devastada. Casi todas las casas, edificios, sistemas de riego y otras infraestructuras habían sido destruidos. Poco a poco, con la ayuda de ACNUR, los habitantes comenzaron a reconstruir su comunidad. Sorprendentemente, una de las primeras cosas que solicitaron fue poder contar con una escuela para la educación de sus hijas.
En todo Afganistán, el nivel educativo de las mujeres y las niñas es mucho más bajo que el de los varones. Las tradiciones culturales constituyen a menudo un obstáculo para las clases mixtas de chicos y chicas, y el limitado número de escuelas existentes en el país tiende a favorecer la educación de los niños. Éstos dan clase en amplias escuelas construidas para ello, mientras que las niñas se reúnen para dar clase en salas abarrotadas en el interior la mezquita de la aldea. Las niñas no pueden asistir a escuelas fuera de sus pueblos y la falta de un espacio privado para las ellas en la escuela a menudo supone que éstas no pueden matricularse.
Durante el tiempo que permanecieron como refugiados en Pakistán, los habitantes de Qalai Gudar se dieron cuenta de la importancia de la educación para sus hijos, en especial para sus hijas. La mayor parte de sus hijos e hijas asistían a la escuela en Peshawar, por lo que estos padres estaban decididos a continuar con la educación de sus hijos después de su regreso a Afganistán. Establecieron una escuela improvisada para las niñas, para que pudieran dar clase al aire libre en el recinto de la mezquita local, con la convicción de que sus hijas no debían sufrir las tradiciones culturales y las limitaciones que a menudo plantean obstáculos a la educación de las niñas y las mujeres en Afganistán.
Durante una visita al país a finales de 2010, a Angelina Jolie, entonces Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR, le conmovió el deseo de las niñas afganas de poder tener acceso a la educación. Angelina Jolie ofreció una donación al ACNUR para la construcción de dos escuelas para niñas en Afganistán. Se decidió que una de las escuelas se ubicaría en Nangarhar, en el este de Afganistán, mientras que la otra sería construida en Qalai Gudar, al norte de Kabul.
Hameda apenas tenía dos años cuando su familia regresó a Afganistán. Ahora tiene 13 años y es la primera de su clase de primer grado en la escuela de Qalai Gudar. Hameda no tuvo acceso a la educación en sus primeros años, por lo que ahora es la alumna de mayor edad de los estudiantes de primer año. Sin embargo, ella está muy agradecida por poder ir a la escuela y da las gracias a Angelina Jolie por esta oportunidad.
Angelina Jolie «es una mujer generosa y maravillosa», explica Hameda al personal de ACNUR durante la ceremonia, tras recibir su certificado de primer grado. «Gracias a ella, ahora tenemos una escuela estupenda y podemos continuar nuestra educación», agregó Hameda.
Hameda, cuyos cinco hermanos y hermanas también asisten a la escuela, aún no sabe que será de mayor, pero está decidida a terminar sus estudios.
La construcción de la escuela de Qalai Gudar finalizó hace un año y desde entonces ha estado proporcionando un lugar seguro para las chicas que como Hameda estudian en un entorno culturalmente sensible. El Departamento de Educación ha proporcionado nueve profesores, así como materiales educativos. Actualmente la escuela tiene aproximadamente 450 alumnos (400 niñas y 50 niños). Los profesores mantienen un sistema de rotación con dos turnos (mañana y tarde) para cubrir las necesidades.
Todavía quedan retos a los que hacer frente. A principios de este año, los estudiantes de los tres primeros cursos carecían de libros y material escolar básico, pero gracias a una nueva contribución de Angelina Jolie, que fue nombrada Enviada Especial de ACNUR el año pasado, la Agencia de la ONU para los Refugiados pudo distribuir a todos los estudiantes durante la reciente ceremonia de graduación material escolar básico: cuadernos, lápices, papel y una regla.
Otra área de preocupación se refiere a los nueve profesores, entre los que sólo hay una mujer; una situación que las autoridades han decidido a resolver.
No obstante, estos problemas son menores en comparación con los beneficios que proporciona la escuela a la vida de las jóvenes en la comunidad. Omaira, de 14 años, regresó a Afganistán hace cinco años. Sus hermanas mayores no habían podido estudiar porque en aquel momento no había una escuela para las niñas en el pueblo.
Omaira sabe que es afortunada de contar con la oportunidad que sus hermanas mayores no tuvieron. «Ahora tengo una educación», explica con orgullo. «Yo sé cómo puede vivir una mujer y he aprendido la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal».
Muchos de los estudiantes que participaron en la primera ceremonia de graduación en Qalai Gudar se hicieron eco de las palabras de Omaira. Desde los niños más pequeños matriculados en el primer año hasta los estudiantes de mayor edad, la escuela es para todos ellos un símbolo de esperanza en el futuro, que proporcionará mayores oportunidades para las mujeres en Afganistán. De hecho, esta esperanza ya se ha hecho realidad: gracias a la escuela, la comunidad se ha comprometido a retrasar el matrimonio de sus hijas para que antes puedan terminar sus estudios.
Sin embargo, la creciente demanda de educación secundaria sigue siendo un sueño para el director de la escuela, debido a los limitados recursos.
Mediante el apoyo a la educación y el empoderamiento de las niñas, ACNUR espera aumentar la sostenibilidad del retorno de los refugiados y fomentar la repatriación de los más de 2,6 millones de refugiados afganos que aún permanecen principalmente en Pakistán e Irán. ACNUR también trabaja con el gobierno de Afganistán para prestar asistencia y protección a los cinco millones de refugiados retornados y, en coordinación con otros socios, a unos 600.000 afganos desplazados en el interior del país por el conflicto.