El proyecto que comenzó en la Unidad de Neurodesarrollo de Neurología Infantil del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, ha visto la luz, y ha permitido probar el primer exoesqueleto infantil a tres niños con atrofia muscular espinal (AME); una enfermedad que les impide poder caminar.
Tanto el Dr. Gustavo Lorenzo Sanz como la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Elena García Armada han consolidado esta tecnología que ha desarrollado un exoesqueleto que tiene como característica principal el músculo artificial que imita el funcionamiento de los tejidos naturales.
«El exoesqueleto se adapta automáticamente a cada uno de los niños. Este estudio nos ha permitido mejorar enormemente la ergonomía del dispositivo al utilizarlo en pacientes con características diferentes”, indicó Elena García y es necesario que un fisioterapeuta lo coloque.
Los beneficios psicológicos, el aumento de la calidad de vida de los niños y ver que pueden mantenerse de pie de forma independiente ha sido impactante en la última fase del ensayo que consiguió que un niño de tres años pudiera hacer todas las actividades por mantenerse en pie. Esto que para los padres de niños con esta patología era impensable hace tan solo dos años, y hoy es una realidad que hace que puedan jugar e incluso bailar en casa.
La atrofia muscular espinal afecta a uno de cada 6.000 niños en España y provoca una debilidad muscular que les impide mantenerse erguidos. Esta enfermedad neuromuscular es de carácter genético y se manifiesta por la pérdida progresiva de la fuerza muscular. Esto se debe a la afectación de las neuronas motoras de la médula espinal que hace que el impulso nervioso no se pueda transmitir correctamente a los músculos de modo que estos se atrofian.
Es una enfermedad autosómica recesiva y aunque los padres tienen que ser portadores del gen la probabilidad de transmitir el gen defectuoso es del 25 %; uno de cada cuatro hijos.