Por un lado, una nueva investigación de ingeniería genética promete curar el cáncer del hígado en un día.
Por el otro, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la nueva amenaza mundial a la salud será el consumo desmedido de medicamentos y, en 2050, la principal causa de muerte será la resistencia a los antibióticos.
Y ante la urgencia de evitar que los antibióticos dejen de ser útiles, pidió a los gobiernos trabajar urgentemente, para reducir los casos de automedicación.
Pero a juzgar por lo que veo entre mis conocidos, será muy difícil; la mayoría toma medicinas que le recetan o se receta, para dormir o estar alerta, para bajar o subir la presión, para adelgazar o fortalecerse, analgésicos, antigripales, vitaminas y colágenos sin pensar en los efectos secundarios.
Y la promoción que de todo esto se hace en los medios, ha provocado la proliferación de farmacias.
Hace años me extrañaba que en las principales ciudades de Chile hubiera una farmacia en casi cada cuadra y ahora estamos igual en México, cerca de donde vivo hay siete, en menos de dos kilómetros.
Y no se diga de las ópticas y, como no veo a tantos con lentes, puede tratarse de negocios tapadera.
Los últimos días de cada noviembre la OMS convoca a una semana de Concientización sobre la Resistencia a los Antimicrobianos y en la de este año precisó que la inmunidad de las bacterias ha aumentado diez por ciento en tan solo tres años y las muertes el 171 por ciento.
Y aclaró que la resistencia a los antibióticos no es solo por su abuso, sino también por no completar el tratamiento; porque si no mueren, las bacterias se hacen resistentes.
Parte importante del problema son el exceso de antibióticos que se da a aves y reses y los residuos industriales de las farmacéuticas, porque contaminan el agua de riego, la que bebe el ganado y las carnes y verduras que consumimos.
Ante esto, la ONU planteó la necesidad de sanear y vigilar a la industria agropecuaria.
Interesada en el tema medicinas, encontré una investigación que trata de determinar el efecto de los fármacos sobre los indígenas latinoamericanos.
Una aspirina no tiene el mismo efecto en los indígenas americanos que en las poblaciones europeas, especificó Andrea J Arratibel en un artículo para El País de abril del año pasado.
Y para probar que las diferentes razas metabolizan las enzimas de distinta forma doscientos médicos de varios países estudian a más de seis mil indios huicholes.
«La influencia étnica es uno de los factores de las variantes de respuesta a los fármacos» señaló Adrián Llerena, español experto en Farmacología Clínica y coordinador de la Red Iberoamericana de Farmacogenética y Farmacogenómica (RIBEF), al presentar su investigación en reciente sesión del Parlamento Europeo.
Y apuntó que fue el mexicano José María Cantú, Investigador Nacional Emérito por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y fallecido el año 2007, quien sentó las bases de la farmacogenética.
Y como las investigaciones también proliferan, una nota de Manuel Ansede para El País del pasado 28 de febrero, informó de que en el Instituto de Terapia Génica de San Raffaele Telethon que tiene sedes en Boston y Milán, se logró inactivar un gen del colesterol malo de un ratón, sin modificar el resto de su ADN.
Científicos italianos responsables de la investigación señalaron que esta nueva estrategia de silenciamiento epigenético cura en un día y para siempre.
Y explicaron en la revista Nature, que se ufana de dar a conocer lo mejor de la ciencia mundial, que el ADN es como un libro de tres mil millones de letras químicas con las instrucciones para el funcionamiento de cada célula; y que se divide en páginas que son los genes, con recetas específicas para fabricar las proteínas necesarias: el colágeno de los cartílagos, la hemoglobina de la sangre, los anticuerpos que luchan contra los patógenos.
Uno de estos genes, el PCSK9, contiene las directrices para producir una proteína asociada a niveles elevados de colesterol malo.
Y la empresa estadounidense Verve Therapeutics, que ellos fundaron, editó el ADN de las células del hígado de una decena de personas con hipercolesterolemia congénita «y por primera vez en pacientes vivos, el colesterol bajó inmediatamente a la mitad».
Insistieron que empleando la «edición epigenética» en los linfocitos T que son glóbulos blancos que defienden el cuerpo humano, lucharán mejor contra los tumores; lo que conducirá a curar la inmensa mayoría de las enfermedades genéticas y muchas patologías del hígado, como la hepatitis B y el cáncer.
Y el químico David Liu, investigador de la Universidad de Harvard y parte del equipo, definió la ingeniería genética como «una especie de lápiz con goma de borrar, capaz de eliminar una sola letra del ADN y sustituirla por otra».
