Surges de un sueño anunciado. Te esperaba, pero, aun así, me has sorprendido. Me despiertas con ese frescor que alimenta una nueva etapa. El silencio que es escucha, el que lo es de verdad, te acompaña y me sigue como si quisiera decirme por dónde transitar en esta era de opciones. Llegará ese todo que nos justificará.
Hablamos el mismo lenguaje de las miradas, que nos implican en lo verdaderamente importante. Los ojos nos dicen todo, más que las palabras, que evocan conceptos repetidos externamente. Ahora vamos más allá.
Entiendo que has aparecido en el momento oportuno. Mis fuerzas necesitaban un cambio: eres tú. No me tengo que convencer de nada. Asumo que mi tranquilidad y mi futuro en lo cercano te tienen de referencia. La suerte, aunque prevista, es inmensa, y lo reconozco.
Has acontecido a la hora prevista, en el tono más apropiado, con tu melancolía, con esos aromas de juventud renovada, con apariencia cumplida. Vas con tu elegante hábito que no persigue la cortesía sino el conocimiento. Nos complementaremos.
Me has dado un beso. Me gusta el impulso que no cae en lo vacuo. Estamos conectados. Tenemos por delante unos meses de sabores potentes que definiremos sin prisa y sin pausa.
Acabo de levantarme, y ya nos hemos presentado: ¡Bienvenido, querido invierno! Siempre he sabido que en el cambio está la opción, y desde hoy la oportunidad eres tú. Toca caminar. Habrá tiempo de balances.